LA AMENAZA DE LA EXTREMA DERECHA Investigación

Militares, candidatos fascistas y ultras del fútbol son clientes españoles de la tienda online nazi Midgård

La portada de la tienda sueca de música ultra online Midgård.

Midgård es el mundo de los hombres creado por el dios Odín y sus hermanos tras combatir con el gigante Ymir, tal y como aparece en la mitología nórdica. Puede traducirse como la Tierra Media, el centro del mundo conocido. También es una tienda de música en internet nacida en Suecia en 1994, la más antigua del país nórdico y la mayor de Escandinavia especializada en vender no sólo CD y vinilos sino también todo tipo de merchandising nazi y del supremacismo blanco. Fue hackeada a finales del año pasado por un grupo antifascista sueco, Antifascistisk Aktion (AFA), que ha publicado en internet su lista de clientes, con los cerca de 18.000 pedidos que les hicieron de países de todo el mundo entre 2017 y 2022.

La lista fue obtenida por la televisión pública suiza RTS, que la ha compartido con infoLibre y el periódico portugués Expresso, miembros de la red European Investigative Collaborations (EIC).

Entre los clientes hay una cincuentena de españoles, según ha podido comprobar este periódico. Hay, entre otros, notorios ultraderechistas, un sargento del Ejército del Aire, un cabo de la Guardia Civil, un funcionario municipal, un profesor de instituto y un ganadero de reses bravas. La cifra está lejos de los 2.500 suecos, el millar de alemanes o los 1.500 de Estados Unidos. Canadienses son casi 80, escoceses sólo 36. En Suiza, 47. Nueve pedidos se realizaron desde Portugal: cinco por ciudadanos portugueses y dos por extranjeros. Los hay hasta de Japón y Australia.

Nazismo sin fronteras

No se trata de un consumo cultural inocente: la extrema derecha mundial se organiza, adoctrina y se financia gracias a sitios como Midgård, o con conciertos en vivo de grupos con nombres con poco margen para la duda como Batallón de Castigo y Estirpe Imperial, entre los españoles más conocidos, o los británicos Brutal Attack, los suecos Svastika y los polacos Konkwista 88. Entre sus 2.700 referencias, se pueden comprar desde CD y camisetas hasta bates de béisbol –con las inscripciones “Aplasta a los rojos”, “Tolerante hoy, muerto mañana”–, libros del exlíder del Ku Klus Klan David Duke y por supuesto el Mein Kampf de Adolf Hitler. Hay incluso botes de gas pimienta.

“Alemania despierta, siéntete orgullosa de tu historia / echad de una vez a los canacos [forma despectiva de referirse a los extranjeros] y destruid a la prole roja / Alemania despierta, hace tiempo que estamos hartos de esta falsa democracia… / Con el índice levantado nos dicen que todo alemán es un criminal, un asesino y un cerdo nazi… / este maldito estado judío nos toma por tontos”. Revisionismo histórico, racismo, antisionismo y odio: el grupo alemán Weisse Wölfe (Lobos Blancos) resume en una sola estrofa el contenido que vende Midgård. Los británicos Skullhead cantan en White Warrior (Guerrero blanco) el orgullo por su pasado: “Lucharemos por ello con cuchillos o pistolas”. Los clientes españoles también compraron los discos de Xenophobe, un grupo neozelandés al que Midgård publicita asegurando que “no es para los amantes de las baladas: fuertes letras prorraciales que no engañan a nadie”. La música ultra no conoce fronteras.

Las letras del odio

Los polacos Konkwista 88 –el código nazi para referirse a Hitler: la H es la octava letra del abecedario– cantan a las Waffen SS, el cuerpo de combate de la organización paramilitar nazi: “Legión blanca, sangre aria / frente blanco, unión blanca / hoy vivir en este país es recoger el comunismo / otro enemigo viene del oeste, esta vez es el capitalismo / recuerda a todos aquellos soldados / que murieron por liberar a tu pueblo / coge todas sus buenas ideas y haz renacer a tu pueblo / Waffen SS”.

A su lado, los españoles Batallón de Castigo casi parecen nostálgicos inofensivos cuando acuden al Cid Campeador para incitar al odio contra los migrantes musulmanes: “Va el caudillo de Castilla, su Campeador / en la lucha hasta la muerte siempre vencedor / es su vida una lucha contra un invasor… / … ¡Que su sangre riegue el suelo de nuestra Nación! / Sin descanso lucharemos hasta su expulsión”. Tras un concierto en Sabadell, el líder de este grupo, Eduardo Clavero, fue condenado por la Audiencia de Barcelona a un año de cárcel por un delito de odio, en una sentencia que confirmó el Tribunal Supremo en 2021. Las letras de sus canciones, establecieron los jueces, tienen un “claro sesgo discriminatorio” por razones raciales e ideológicas y sus mensajes y “en modo alguno puede quedar amparados por la libertad ideológica o de expresión”.

“Queríamos vender música de bandas y artistas que fueran, como nosotros, patriotas orgullosos”, explican en su propia web los creadores de Midgård, que primero fue un local en la ciudad sueca de Alingsås, después se convirtió en un servicio de pedidos por correo y finalmente dio el salto a internet. “Un orgullo”, añaden, “que contrasta con las grandes tiendas de discos de bandas que promovían las drogas, la decadencia y el odio a todo lo puro y sano”.

No es delito, pero financian el movimiento ultra

Un artículo publicado por la Red Global sobre Extremismo y Tecnología (GNET), una iniciativa dirigida por el Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización (ICSR) del King's College de Londres, una de las principales universidades del Reino Unido, explica que, “a diferencia de otras tiendas online banales y bienintencionadas que venden productos paganos y de inspiración nórdica utilizando el nombre Midgård, este vendedor es explícito en su llamamiento a los movimientos nacionalsocialistas, neonazis y otros movimientos de extrema derecha”.

Entre los claros indicios señalados por GNET como prueba del alcance de la ideología de la tienda sueca están los anuncios de la página de inicio de la web, que mencionan la cultura Keep it White y la “hermandad europea” o anuncian marcas como Fasci Nation. “El sitio es más que un depósito de teorías conspirativas infundadas y ciencia racial”, subraya GNET. “Es un lugar donde los autores y artistas que crean estas obras pueden encontrar un espacio para productos que la mayoría de las tiendas no pueden o se niegan a vender”.

En la página creada a propósito para la filtración, el grupo antifascista sueco afirma que Midgård “desempeñó un papel importante en el movimiento nazi en Suecia, para el que sirvió de infraestructura”. A lo largo de los años también ha “apoyado financieramente a diversas organizaciones nazis, además de estar presente en actos internos de estas organizaciones”.

AFA informa además de que, detrás de Midgård, se encuentra una sociedad limitada, Ringhorne AB, cuyos accionistas son Martin Flennfors y Marting Engelin, ambos con conexiones con el Movimiento de Resistencia Nórdico. Según la fundación antirracista sueca Expo, Martin Flennfors fue condenado en 2018 por 10 cargos de incitación al odio contra un grupo étnico por los productos que vendía entonces en Midgård, discos y parches de tela con símbolos nazis. También está detrás de Liberplay, una plataforma de streaming con sede en Estonia que el Movimiento de Resistencia Nórdico promociona como el “Midgård Spotify”.

Ni en España, ni en Portugal, ni en muchos otros países europeos es delito comprar libros o consumir música de contenido racista, aunque estos productos culturales hagan apología del odio y la violencia. Incluso en Alemania, donde el código penal prohíbe la difusión de propaganda nazi y compartir imágenes con cruces gamadas, lo que es delito es la producción, distribución y difusión de propaganda, ya sea en internet, por correo o en tiendas, y no realmente su posesión para el consumo.

Según el Bundesamt für Verfassungsschutz (BfV), los servicios secretos alemanes, el artículo 86 del código penal alemán establece que “quien produzca, almacene, importe o exporte material propagandístico o lo haga accesible al público a través de soportes de almacenamiento de datos para su difusión en Alemania o en el extranjero, también será perseguido”, pero la posesión por sí sola queda fuera.

Movimiento Social Republicano

infoLibre ha rastreado los 154 pedidos realizados desde España y ha encontrado una cincuentena de clientes, entre los que se encuentra un sargento del Ejército del Aire, un cabo de la Guardia Civil, un funcionario municipal, un profesor de instituto y un ganadero de reses bravas. En la lista sólo figura una mujer. Pero también aparecen como clientes notorios ultraderechistas. Es el caso de Jordy Blanco Felgueroso, que se presentó a las elecciones generales de 2007 como suplente en las listas al Senado por Democracia Nacional, el partido que trajo a Madrid ese año al exlíder del Ku Klux Klan David Duke para que presentara su libro Supremacismo judío. En 2013 algunos de sus miembros participaron en el asalto al Centro Cultural Blanquerna de la Generalitat.

En 2011 Blanco Felgueroso fue el número tres del Frente Nacional-Movimiento Social Republicano (MSR) en las autonómicas del Principado de Asturias. Antes, en 2000, había figurado ya como número siete de la Plataforma España 2000 –que se formó con la unión de Democracia Nacional, MSR, Vértice Español y el Partido Nacional del Trabajo–, de nuevo en las listas al Senado. En 2015, se presentó como número ocho del MSR en las autonómicas asturianas. Este movimiento, disuelto en 2018, era abiertamente neonazi y antisemita. De hecho, llevó en sus listas para las elecciones generales de 2004 a 17 militantes de la organización terrorista neonazi Blood & Honour, ilegalizada en España en 2011 por asociación ilícita y tenencia de armas.

En 2014 fueron miembros del MSR los que ocuparon un edificio en el barrio madrileño de Tetuán y lo rebautizaron como Hogar Social Ramiro Ledesma para ofrecer “cobijo y alimento (exclusivamente) a españoles”. Fue desalojado por la policía un mes más tarde tras un continuado conflicto con los vecinos, pero sirvió de germen de Hogar Social Madrid, el grupo nazi más visible en los últimos años en España, liderado por Melissa Rodríguez.

“Nacionalista a secas” y crítico con Vox

Adrián Galán Martín, también cliente de Midgård, fue en la candidatura de Vox en las elecciones municipales de 2023 en Villar del Olmo (Madrid). Pero antes fue miembro del Movimiento Falangista de España y dirigente y fundador de Unión Demócrata Carpetana, que defiende el carpetanismo –“una corriente intelectual cuyo objetivo es la defensa y promoción activa de la tierra, cultura e identidad propias y diferenciadas del País Carpetano o región carpetana, anteriores al siglo XX”– y propugna la autonomía de una región central integrada por las provincias de Madrid, Toledo, Guadalajara, Cuenca, Ciudad Real, Ávila y Segovia. En 2017 y 2018, Galán Martín escribía en Tribuna Narciso Perales, Foro de pensamiento y opinión falangista, foro de pensamiento y debate del Movimiento Falangista de España que ha sido borrado de internet recientemente. Narciso Perales, histórico falangista de los llamados “camisas viejas”, fue líder y fundador de la Falange Auténtica en 1976.

“Soy nacionalista a secas, porque rechazo la cuestión racial”, matiza Adrián Galán cuando se le pregunta si es nacionalsocialista. “Nuestra doctrina nacionalsocialista habla del Estado revolucionario y sindical”, explicaba a infoLibre en conversación telefónica sobre sus postulados ideológicos. Galán Martín se define como un “patriota sano”, con un enfoque “social y local” de su actividad política. Por eso se afilió a Vox en 2022, entonces le pareció lo más adecuado para intentar influir en las instituciones municipales, aunque no está de acuerdo “al 100%” con los planteamientos del partido de Santiago Abascal. Por ejemplo, cree en las regiones y en las “lenguas regionales”. Y no es liberal en lo económico. “Defiendo la intervención del Estado en la economía”, revela. Al tiempo, está en contra de la ideología de género, el aborto, la Agenda 2030, las vacunas y las “injerencias imperialistas en la soberanía de los pueblos”.

No estoy contento con Vox, son lo mismo que el resto de los partidos del Parlamento, no están haciendo una oposición seria porque intentan pactar con el PP”, critica Galán Martín. Con mayor fuerza aún rechaza a los “grupos futboleros”, los violentos que identifica como el problema de la ultraderecha –y la ultraizquierda, aclara–. Los equipara con las maras salvadoreñas: “Son delincuentes”. “Políticamente, son cero”, continúa, porque a él lo que le interesa es que la música sea “una herramienta de propaganda para financiar un movimiento político que pueda presentarse a las elecciones, para hacer una lucha política seria”.

A la luz de su discurso, Adrián Galán es un buen ejemplo de que el mundo ultra es “mucho más complejo y heterogéneo de lo que parece”. O quizá más caótico. Dice que es fan de La Polla Records –pese a que están “en el otro lado” del espectro ideológico– y que escucha reggae. Por lo mismo, reniega de la división ideológica del movimiento skin, al que se adscribe. “Voy a conciertos de los dos lados”, confiesa. “No me importa la ideología, sólo la música, no importan las letras, las referencias musicales son las mismas: Black Sabbath, Motörhead, Judas PriestSkrewdriver [el grupo más famoso del Rock Anticomunista y del supremacismo blanco] ha versionado a Elvis o a Chuck Berry… cambiando las letras”, explica.

Así, en una curiosa mezcla, Adrián se erige en defensor de la tradición y la cultura de “los pueblos primigenios de Europa”, pero en contra del paganismo del nacionalismo blanco estadounidense y defiende la Hispanidad. Pero también pide el control de la emigración. “Tiene que ser mínima, de menos del 1% o 2% de la población, asimilable, que venga de países afines, con sus contratos, y que luego vuelvan”, detalla. Todo ello, no obstante, por un motivo “económico y social, no cultural y racial”: los emigrantes “hunden los salarios y sólo benefician al capitalismo y las grandes empresas”, sostiene. Su prioridad, repite, es la clase trabajadora.

Blood & Honour y Hammerskins

Ángel Utrero Moreno se presentó como número tres en Bizkaia por el Movimiento Social Republicano en las elecciones al Congreso de 2011. Un año más tarde lo intentó en las autonómicas andaluzas como suplente en las listas de Almería. De hecho, Ángel Utrero fue uno de los 17 miembros del grupo nazi Blood & Honour, detenidos en 2005 en la Operación Espada, que se habían presentado a las elecciones generales de 2004 en las listas del MSR. Cinco años después, la Audiencia Provincial de Madrid condenó a 14 de ellos a penas de entre uno y tres años de cárcel por asociación ilícita, tenencia de armas prohibidas, fomentar la xenofobia, la violencia y el odio.

Uno de los condenados, a un año de prisión, fue Utrero Moreno, entonces vicepresidente de Blood & Honour, la división española, creada en 1999, de la organización fundada en Reino Unido por skinheads en los años 80. Según publicó entonces Diagonal, durante el juicio se mostraron unas fotos, tomadas en una manifestación en honor a Rudolph Hess, el lugarteniente de Hitler, celebrada en Wunsiedel (Alemania) en 2004, donde aparece, tras la pancarta de unos neonazis españoles, Ángel Utrero.

Finalmente, entre los clientes de Midgård se encuentra Fernando San Mamés, alias Fredy, un líder histórico de las Brigadas Blanquiazules, los ultras del RCD Espanyol. San Mamés fue uno de los 15 condenados de la Operación Puñal, que desmanteló la rama española de los Hammerskins, en 2004. Esta organización de skinheads nació en Texas en 1988 y es enemiga de los Blood & Honour.

En España sus miembros nutrían a los Ultras Sur, del Real Madrid, y a los ultras del Espanyol. Los 15 de Hammerskins recibieron sentencias de entre un año y medio y dos años y medio de cárcel por asociación ilícita y tenencia ilícita de armas, al igual que después sus rivales de Blood & Honour, en la que fue la primera condena a un grupo neonazi en España. Para entonces, sin embargo, los 15 sumaban ya medio centenar de detenciones por diversos delitos. Su actividad habitual eran las palizas y agresiones a otros ultras de grupos rivales, como los Boixos Nois, del FC Barcelona.

De hecho, lo siguen haciendo. En abril de 2020, en plena pandemia, El Español difundió el vídeo de una pelea entre blanquiazules y boixos a las puertas del Vall d’Hebron, en Barcelona. Ambos grupos –en el de los blanquiazules los testigos identificaron a Fredy– se enzarzaron cuando coincidieron donando comida y material sanitario en el centro hospitalario.

infoLibre ha solicitado sus comentarios tanto a Jordy Felgueroso como a Ángel Utrero y a Fernando San Mamés, pero no ha recibido respuesta.

Un cerrajero y un doctorando

Entre los clientes de Midgård en Portugal está José Nunes, un cerrajero de Queluz, cerca de Lisboa, que aparece en su página de Facebook con una camiseta de Hijos de los Templarios y como simpatizante del partido ultra Chega y seguidor de una página dedicada a la Unión Nacional, el partido liderado por el dictador Salazar. Pese a que sus gustos musicales van de Weissglut a Blietzkrieg y Svastika o No Remorse, grupos supremacistas blancos, niega que simpatice con la cultura neonazi.

“Siempre he sido respetuoso con las libertades de las personas y las diferencias personales y colectivas”, responde. “Soy un amante de la música de todos los estilos, pero especialmente del rock y del metal. Después de investigar en internet sobre grupos del norte de Europa, encontré algunos títulos que me interesaron en la tienda de Midgård, me registré y los compré”.

El caso de Tiago Pinto es muy diferente. Estudiante de doctorado en el Instituto Superior de Ciências do Trabalho e da Empresa-Instituto Universitário de Lisboa (ISCTE), prepara una tesis sobre La Legión Portuguesa y su acción preventiva y de vigilancia durante el Estado Novo (1936-1974), bajo la dirección del profesor Riccardo Marchi, historiador especializado en la extrema derecha en Portugal y autor de varios libros, entre ellos La nueva derecha antisistema. El caso Chega, publicado en 2020.

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“La historia no se hace sin documentos”, asegura Pinto a Expresso. El doctorando compró en Midgård un libro con las cartas de Richard Scutari, un líder supremacista blanco de EEUU, además de varios discos de música nazi. Pero lo hizo, explica, para elaborar “un estudio similar al elaborado por los profesores Riccardo Marchi y José Pedro Zuquete”, The other side of protest music: the extreme right and skinhead culture in democratic Portugal (1974-2015), publicado en 2016 por una revista científica de la Universidad de Cardiff.

“Por supuesto, no simpatizo con la cultura neonazi”, asegura Tiago Pinto, “sólo elegí la derecha radical como área de estudio científico porque es un tema en auge y en el que la historiografía portuguesa no se ha centrado”.

 

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