Si la periodista Cristina Fallarás tenía alguna pretensión cuando comenzó a recopilar testimonios anónimos de mujeres, era la de crear memoria colectiva. Utilizando las redes sociales como una suerte de archivo documental, la escritora feminista concedió espacio a las miles de voces que no habían encontrado ninguna posibilidad de reparación y que buscaban poner nombre a la violencia sufrida. Lo hizo afrontando las muchas resistencias que brotaron del lado de los señalados. Entre ellos, el primero en dar el paso de demandar directamente a la periodista: el rapero Ayax Pedrosa Hidalgo.
Este jueves, se celebrará el acto de conciliación, el primer paso de la ofensiva judicial. El músico reclama 750.000 euros por un delito de calumnias. Lo hace a pesar de que la periodista nunca le mencionó, ni publicó su nombre, ni le señaló de forma directa. Sí se hizo eco de un testimonio en octubre del año pasado que describía la violencia sexual ejercida por parte de un conocido rapero granadino: la víctima hablaba de "un cantante muy famoso de aquí", sin citar la ciudad concreta, prácticamente desconocido en el momento de los hechos y que "ahora mismo ha hecho hasta series y películas para Netflix".
Como suele suceder con los testimonios recogidos por la periodista y que apuntan a personajes públicos, las mujeres comenzaron a reconocerse en aquellas palabras. Entonces, emerge otro canal específico e independiente, Denuncias Granada, en el que conviven otras tantas experiencias violentas. "Empiezan a salir testimonios, se abre un debate sobre cómo esas mujeres son capaces de organizarse y él decide demandarme", comparte la escritora en conversación con este diario. "Viene a decir que como no hay ningún nombre, ni puede denunciar a nadie, pasa a denunciarme a mí". Para entonces, los testimonios ya superaban el medio centenar y el rapero comienza a sufrir las consecuencias, con la cancelación de uno de sus conciertos en Madrid. "Yo no sabía quién era, no conocía su existencia, sólo publico el testimonio", precisa Fallarás.
El rapero no duda ahora en acudir a los tribunales, reproduciendo al milímetro una estrategia que es ya un clásico de la ofensiva antifeminista. Pero este caso tiene un elemento diferencial: la demanda no se dirige a quien se sitúa tras el altavoz, sino contra el propio altavoz en sí. "El problema fundamental es que va a ser el primer juicio de este tipo", buscando poner en cuestión a "los testimonios anónimos en global", apunta la periodista. Las consecuencias, por lo tanto, son mucho mayores porque no recaen exclusivamente sobre las víctimas de forma aislada.
Ver másCristina Fallarás: "Hay que creerlas, ninguna mujer se levanta con ganas de contar que la violaba su padrastro"
A lo largo de estos años de actividad en redes sociales, la periodista ha constatado que algunos señalados han denunciado a las mujeres que sospechan están detrás de los testimonios, pero esta vez no ha sido así: "Me sitúan como responsable última de un testimonio que no es mío". Y de esta manera, lo que se hace es "impugnar el canal".
Un canal que ha actuado hasta ahora como tabla de salvación para miles de mujeres. "Las víctimas tienen dos vías para denunciar: la judicial y los medios de comunicación. Es evidente que ninguna está funcionando, si no yo no recibiría miles de mensajes. Por eso es un atropello", abunda la entrevistada. Su abogada, la penalista Carla Vall, ha demandado a su vez al rapero por acoso, después de ser objeto de una campaña de hostigamiento en redes sociales.
Para Fallarás, la demanda del músico es en realidad una suerte de desafío a la narrativa construida por las mujeres en los últimos años. Un castigo ejemplarizante no sólo a quienes osan alzar la voz, sino a quienes tratan de abrirles la puerta. "A las mujeres nos han hecho creer que puede haber justicia y reparación sin que haya verdad. Y cuando exponemos nuestra verdad, el poder judicial admite una demanda tan líquida como esta", asiente la periodista.
Si la periodista Cristina Fallarás tenía alguna pretensión cuando comenzó a recopilar testimonios anónimos de mujeres, era la de crear memoria colectiva. Utilizando las redes sociales como una suerte de archivo documental, la escritora feminista concedió espacio a las miles de voces que no habían encontrado ninguna posibilidad de reparación y que buscaban poner nombre a la violencia sufrida. Lo hizo afrontando las muchas resistencias que brotaron del lado de los señalados. Entre ellos, el primero en dar el paso de demandar directamente a la periodista: el rapero Ayax Pedrosa Hidalgo.