Cinco datos para entender las elecciones de EEUU

Quedan escasas horas para que se abran las urnas para elegir al nuevo presidente de los EEUU, y las encuestas no permiten hacer pronósticos claros. Los candidatos demócrata y republicano, Hillary Clinton y Donald Trump, están separados por un escaso margen en los sondeos, y es complicado hacer apuestas sobre quién ocupará el Despacho Oval a partir del próximo mes de enero, cuando Barack Obama dé el relevo a su sucesor.

Son varias las claves que hay que tener en cuenta a la hora de analizar los comicios en EEUU. El peculiar sistema electoral estadounidense puede incluso hacer presidente a un candidato que tenga menos votos que su rival, y en estas elecciones, además, también se renueva la Cámara de Representantes en su totalidad y un tercio del Senado, unas cámaras con bastante poder para limitar la labor del presidente. La principal novedad, no obstante, está provocada por la aparición de un candidato como Trump, que ha alterado tanto el discurso tradicional del Partido Republicano como su habitual bolsa de votantes.

infoLibre ha analizado cinco puntos clave para entender el proceso electoral que tendrá lugar este martes.

¿Cómo se elige al presidente?

Al igual que ocurre en España, la elección del presidente de los EEUU es indirecta, ya que los votantes no escogen directamente al mandatario, sino que existen órganos intermedios que son los que se encargan de esta tarea. En el caso de España, es el Congreso de los Diputados el encargado de investir al presidente del Gobierno, mientras en EEUU accede al cargo el candidato que haya conseguido en las elecciones más apoyo del Colegio Electoral.

Ese órgano, el Colegio Electoral, está compuesto por 538 delegados que escogen en función de su población los 50 estados de EEUU y también el Distrito de Columbia, donde se ubica la capital, Washington DC. El estado que más compromisarios elige es California, con 55, mientras que estados como Alaska, Montana, Wyoming o Vermont sólo escogen tres delegados. Estos representantes, una vez elegidos, son los encargados de votar por un candidato presidencial.

No obstante, los representantes de cada estado no dividen sus votos en función del porcentaje de sufragios que hayan obtenido los candidatos en cada territorio. Por el contrario, en la inmensa mayoría de los estados, todos los delegados votan en bloque al candidato que más apoyo haya concitado en ese territorio: es decir, si Clinton consiguiera una papeleta más que Trump en California –un estado que tradicionalmente vota al Partido Demócrata–, los 55 electores votarían por ella en el recuento final. Sólo hay dos estados donde los compromisarios se distribuyen proporcionalmente en función del número de votos obtenidos por cada candidato: Nebraska (cinco delegados) y Maine (cuatro representantes).

Toda vez que hay un total de 538 electores en el Colegio Electoral, un candidato necesita recibir el apoyo de, al menos, la mitad más uno de ellos (270) para ser elegido presidente. En caso de haber empate a 269, la decisión final sobre quién debe ocupar la Casa Blanca la tomaría el Congreso: la Cámara de Representantes elegiría al presidente de entre los tres candidatos más votados y el Senado, al vicepresidente. Este supuesto sólo tiene dos precedentes: las elecciones de 1801 y las de 1825.

Este sistema implica, además, que un candidato puede ser elegido presidente de EEUU sin ser el más votado en las elecciones. El precedente más cercano tuvo lugar en el año 2000, cuando George W. Bush llegó por primera vez a la Casa Blanca con un 47,87% de los votos y 271 votos de los delegados, por el 48,38% obtenido por el demócrata Al Gore, que únicamente le reportaron 266 compromisarios.

¿Cuáles son los estados clave?

A causa de ese sistema electoral, los estados más poblados son fundamentales para ganar las elecciones y aquellos que reparten menos compromisarios, por el contrario, son los que menos visitas reciben en campaña por parte de los candidatos. "Más que en perfiles de votantes, los candidatos están pensando estos días en qué estados tienen asegurados y en cuáles pueden caer de un lado o de otro", explica Jorge Galindo, sociólogo y doctorando en la Universidad de Ginebra.

¿Cuáles son esos estados? Galindo apunta varios: Florida (29 compromisarios), Michigan (16 delegados), Carolina del Norte (15 representantes), Ohio (18 compromisarios) o Nevada (seis delegados) son algunos de los territorios que no tienen un favorito claro y que serán decisivos en el resultado final. Por su parte, Miguel Ángel Simón, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Pittsburgh, sostiene que también será clave lo que ocurra en Pensilvania (18 representantes en el Colegio Electoral), que junto a Florida será, a su juicio, el estado que decantará la balanza hacia uno u otro lado.

"En el voto adelantado, parece ser que la amplia participación de votantes hispanos (que pueden ser decisivos porque están muy movilizados) está inclinando la balanza hacia Clinton", explica Simón en referencia al voto por anticipado que ya han depositado algunos ciudadanos. "Si ese fuese el caso, a Clinton le bastaría con sumar a los que tiene garantizados uno de los siguientes estados: Florida, Ohio, Carolina del Norte, Georgia o Michigan", señala el experto, que asegura que incluso sin ninguno de esos estados clave, la demócrata lo tiene más fácil que Trump para alcanzar los 270 votos del Colegio Electoral. "En realidad, si se cumplen las encuestas, el camino de Trump para la victoria es muy complicado; en todo caso pasa por Florida y hay que prestar mucha atención a Pensilvania", afirma Simón.

En este sentido, hay estados que, salvo sorpresa mayúscula, votarán por uno u otro candidato. Los demócratas vencen históricamente en los estados más poblados de las costas este y oeste, como California o Nueva York (29 compromisarios en el Colegio Electoral). Por el contrario, los republicanos son fuertes fundamentalmente en el sur –Texas, con 38 delegados, es un buen ejemplo– y en el centro, más rural, donde se encuentran estados como Oklahoma (siete representantes).

¿Quién vota a Clinton y a Trump?

Pese a que el sistema de elección da a la división por estados una importancia capital para conseguir alcanzar la Presidencia, Clinton y Trump también se están centrando en determinados grupos de votantes. Los colectivos entre los que demócratas y republicanos tienen más éxito son muy diferentes entre sí, explica Ignacio Molina, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid y analista del Real Instituto Elcano, que afirma que "los votantes de Clinton son mucho más heterogéneos que los de Trump".

"Podríamos decir que al Partido Demócrata lo vota una coalición de minorías": la minoría de raza negra, la minoría hispana o la minoría judía son algunos de los grupos claramente inclinados hacia este partido, señala Molina, que además explica que Clinton es levemente favorita entre las mujeres y también tiene ventaja "entre la clase media urbana progresista". A ellos se unen sus votantes tradicionales: la clase obrera, fundamentalmente la "sindicalizada". Galindo coincide con este análisis, y además señala que es fundamentalmente en "las dos costas" donde se concentra el grueso de voto demócrata.

"Para resumir, un perfil tipo de votante del Partido Demócrata sería una mujer, de cualquier grupo cultural o racial, algo más joven, que reside en un estado costero, con estudios y que defiende valores cosmopolitas y abiertos", sintetiza por su parte Simón, que explica que la principal novedad en los últimos años para los demócratas ha sido que "su base tradicionalmente trabajadora ha ido dejando paso a una coalición más transversal, que se alimenta mucho de las minorías y de la clase media con formación".

Los votantes de Trump, según Molina, son un grupo más homogéneo. "El Partido Republicano, tradicionalmente, tiene una base de votantes rurales, muy religiosos, conservadores y tradicionales, que se ubican fundamentalmente en la parte central y en el sur de EEUU", explica el politólogo, que señala que "el cambio fundamental en estas elecciones es que, a ese grupo, Trump ha conseguido sumar a un perfil de votantes sindicalizados, antiguos demócratas que se rebelan contra la globalización" y que tienen "miedo de dejar de ser clase media" por la inmigración.

"Trump ha roto con el tradicional mensaje económicamente libertario del Partido Republicano para abrazar sin dudas un mensaje de proteccionismo económico, dirigido a trabajadores que han visto como su situación económica se deterioraba", abunda a este respecto Simón, que señala que "eso explica el apoyo a Trump en algunas áreas del Rust Belt, el 'cinturón del oxido', las zonas más industriales que han sido tradicionalmente demócratas pero entre las que ha calado el mensaje de Trump".

Una de las claves del crecimiento del candidato republicano radica, para Galindo, en el apoyo masivo de un grupo social de "votantes blancos sin estudios universitarios". "La polarización en EEUU lleva 20 años seguidos creciendo, y quien marca la diferencia principal en estas elecciones es ese grupo", sostiene el sociólogo. Simón, por su parte, ofrece un perfil tipo del votante republicano: "Hombre, blanco, de más de 50 años, que vive en los estados del interior, que siente rechazo ante la globalización económica y la multiculturalidad".

¿Limita el Congreso al presidente?

Además de al sucesor de Obama, este martes los estadounidenses están llamados a renovar la totalidad de la Cámara de Representantes (la cámara baja) y un tercio del Senado (la cámara alta, compuesta por dos senadores por cada Estado). Según explican los expertos, las encuestas están muy igualadas: Galindo señala que "en el Senado, republicanos y demócratas podrían quedarse con 50 senadores cada uno", mientras que en la Cámara de Representantes "parece que los republicanos podrían no perder la mayoría que ahora mismo tienen, pero hay que esperar a ver cómo afecta Trump a la elección", ya que, explica el experto, muchos republicanos se han distanciado del candidato a presidente temiendo que sus declaraciones en campaña les perjudiquen a la hora de ser elegidos.

El reparto de las mayorías en el Congreso (compuesto por Senado y Cámara de Representantes) es fundamental en un país con "una fuerte separación de poderes", explica en este sentido el sociólogo. Molina coincide, y argumenta que "el presidente no puede confiar absolutamente en que el Congreso lo vaya a apoyar, porque el poder legislativo y la capacidad de elaborar los presupuestos" la tienen las cámaras, que durante esta legislatura de dominio republicano han echado atrás varias iniciativas del presidente Obama, demócrata.

"El Congreso tiene mucha capacidad para limitar el poder del presidente, y lo cierto es que el ambiente en este momento no es el más propicio para el entendimiento", señala igualmente Simón, que afirma que "este mismo lunes un portavoz republicano ha señalado que su partido no está dispuesto a colaborar con Clinton si ella gana las elecciones". "Está por ver si todo eso responde simplemente a la campaña electoral o si el enfrentamiento va a ser frontal y sin cuartel", advierte el expero, que no obstante señala que "los dirigentes republicanos salen muy tocados de estas elecciones y muy divididos" y plantea que "es muy probable que, en caso de derrota, se abra una lucha por la dirección del partido y por la línea a seguir".

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Pese a que sólo los estadounidenses están llamados a votar, los resultados de las elecciones tendrán consecuencias a nivel mundial. Al menos así lo piensa Simón, que explica que "a España le puede afectar lo mismo que a toda Europa, y no es poco". "Con Clinton habría continuidad, aunque durante la campaña se ha mostrado opuesta al TTIP tal y como está formulado, pero por lo demás no habría grandes cambios", explica el experto, que afirma que, por el contrario, "con Trump las cosas son muy diferentes, empezando por la política de seguridad".

"Trump ha anunciado que no está dispuesto a financiar la OTAN y la colaboración con sus aliados como hasta ahora y que exigirá a otros países que paguen si quieren que EEUU 'les defienda'", señala Simón, que recuerda que el candidato republicano ha puesto en cuestión "el mecanismo de ayuda inmediata en caso de ataque", un compromiso de la Alianza Atlántica por el cuál si un estado de la organización es atacado, todos se sienten concernidos por el ataque. "En la misma línea, los mensaje a favor de [el presidente ruso, Vladimir] Putin que ha lanzado Trump en esta campaña ha sonado mal en las cancillerías europeas que aún mantienen con Rusia el contencioso por Crimea", asevera el politólogo.

Trump tampoco es favorable a la firma del TTIP. Pero es una de sus escasas coincidencias con Clinton, que ha puesto en su contra a varios gobiernos europeos antes de llegar a la Casa Blanca, según Simón. "Fue a Escocia el mismo día que ganó el Brexit y declaro su apoyo a la separación de Reino Unido respecto a la UE", explica el experto, que señala que también ha mostrado sus simpatías por líderes como el holandés Geert Wilders, eurófobo y xenófobo. "En marzo hay elecciones, y Trump puede ser su aliado", señala Simón, que igualmente plantea que "en mayo hay elecciones en Francia y no es fácil que gane Marine Le Pen, pero también podría apoyarla", al igual que al ultraderechista partido Alternativa por Alemania en los comicios en ese país en septiembre.

Quedan escasas horas para que se abran las urnas para elegir al nuevo presidente de los EEUU, y las encuestas no permiten hacer pronósticos claros. Los candidatos demócrata y republicano, Hillary Clinton y Donald Trump, están separados por un escaso margen en los sondeos, y es complicado hacer apuestas sobre quién ocupará el Despacho Oval a partir del próximo mes de enero, cuando Barack Obama dé el relevo a su sucesor.

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