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Activistas británicos: "El 'Brexit' es una cortina de humo"

La primera ministra de Reino Unido, Theresa May, en el Parlamento.

Sentado en una cafetería barata de Londres, Liam Geary Baulch, de 25 años, habla con voz queda de cosas terribles: “La sexta gran extinción puede que ya haya comenzado en el planeta, amenaza a la humanidad y a muchas otras formas de vida”. Este artista, también es uno de los pilares de Extinction Rebellion (XR), un movimiento que surgió en octubre de 2018 en Inglaterra, partidario de la desobediencia civil, y que se ha hecho un nombre cortando los puentes de Londres para alertar a la gente de la emergencia climática.

Cuando a Liam se le habla del Brexit, resopla: “No puede haber Brexit en un planeta muertoBrexit. Es una forma de desviar la atención de las emergencias a las que tenemos que dar respuesta como sociedad [...] Los medios de comunicación del Reino Unido hace años que se muestran apasionados con la cuestión del Brexit. ¿Desde hace cuanto tiempo ya? Pero no hablan lo suficiente de las políticas de extracción, de los niveles de contaminación del aire, de la extinción que nos amenaza, de lo que la ciencia dice sobre el clima”, continúa.

“Debemos trabajar juntos para encontrar una solución. Lo mismo da si eres británico o europeo, de derechas o de izquierdas; esta cuestión nos supera”, insiste Liam. La joven organización a la que pertenece está preparando una acción a gran escala para el próximo 15 de abril –en teoría, después del Brexit, previsto para el 29 de marzo– en las calles de Londres y en otras partes del mundo. El grupo, en plena ebullición, asegura sumar no menos de 600 grupos XR en 25 países.

Clara Paillard, una francesa que llegó a Liverpool en 2001, compartió gran parte del análisis de Liam. “El Brexit es una cortina de humo que no necesitábamos en absoluto. Los conservadores en el poder lo usaron para desviar la atención de la austeridad que nos han impuesto en los últimos seis años”, afirma la mujer, empleada en un museo municipal y representante sindical del principal sindicato de servicios públicos, el PCS.

Se unió al Partido Laborista en 2015, después de que Jeremy Corbyn se pusiera al frente de la formación. Al año siguiente, no pudo votar en el referéndum sobre la UE por no tener la nacionalidad británica, a pesar de llevar residiendo en el país 15 años. A día de hoy, se encuentra en una situación de total incertidumbre por su condición de expatriada. Las consecuencias de un no deal –ausencia de acuerdo–, a pocas semanas del plazo establecido, son difíciles de predecir, incluso para los franceses, que, al igual que ella, llevan mucho tiempo residiendo en el país.

“A veces comparo la situación con el no al Tratado Constitucional Europeo (Tratado CE) en Francia en 2005. Pero el período de debate fue mucho más largo en el caso francés. Inicialmente, la derecha y la extrema derecha monopolizaron la oposición a la Constitución, pero gradualmente la izquierda logró encontrar un espacio para oponerse al TCE. En el Reino Unido, en 2016, todo sucedió en tres meses, con campañas a favor del y del no, ambas dirigidas por conservadores”.

Y Clara Paillard añade: “El objetivo de la cortina de humo ha funcionado muy bien. Eso no impide que la izquierda progresista actúe en emergencias como el clima y la lucha contra la pobreza. Nunca hasta ahora hubo tantas personas sin hogar en el Reino Unido. Nos han tendido una trampa”.

La región de Liverpool vive uno de los conflictos sociales más amargos del momento, con escasa repercusión en los medios de comunicación nacionales, pese a las intervenciones de Jeremy Corbyn sobre la cuestión. En noviembre, se paralizaba la actividad en los astilleros Cammell Laird, en la ciudad de Birkenhead, que emplean a unas 700 personas, por la extinción de 291 puestos antes de marzo de 2019.

“Estos recortes de empleo se anuncian en un momento en que la dirección está recurriendo cada vez más a empleos temporales, precarios y más baratos con trabajadores polacos o rumanos”, asegura a Mediapart (socio editorial de infoLibre) Albie McGuigan, delegado sindical de GMB para el astillero. “La dirección se aprovecha de estos trabajadores desplazados y precarios. No es una batalla con connotaciones racistas, es una batalla contra la precariedad laboral. Exigimos condiciones de trabajo decentes para todos”, insiste.

En diciembre, la dirección decidió iniciar negociaciones –todavía abiertas– con las autoridades locales y los sindicatos. ¿Qué pasará con la situación del trabajador desplazado en el Reino Unido después del Brexit? Nadie lo sabe exactamente. Si Theresa May finalmente consigue que su proyecto de acuerdo se apruebe a finales de marzo, el estatus del trabajador desplazado debería mantenerse durante los dos años de transición previstos en el texto.

“Para nosotros, no tiene que ver con Brexit. Estamos ante la precarización de la mano de obra, consecuencias del neoliberalismo que se viene aplicando en los últimos 20 años y contra el que estamos luchando”, continúa Ross Quinn, delegado del sindicato Unite en el astillero. “Los medios de comunicación están obsesionados con el BrexitBrexit. Pero la gente, en la práctica, está tratando fundamentalmente de sobrevivir ante la austeridad. Por eso el Partido Laborista reclama elecciones generales: la verdadera cuestión es poner fin a la austeridad de los conservadores, no un segundo referéndum sobre la UE”.

Y rememora una visita de Theresa May, la jefa de Gobierno, a un hospital de Liverpool de hace unas semanas. Había convocada una  manifestación contra de la degradación del NHS, el sistema de salud pública en el Reino Unido, al borde del colapso. Pero la BBC, la cadena de televisión pública, sólo se interesó, en su opinión, por los dos manifestantes que habían acudido a la protesta con banderas europeas, para hablar del Brexit.

El relator especial de la ONU sobre la Pobreza Extrema dio la voz de alarma en noviembre de 2018, en un informe que condenaba las política conservadoras. Philip Alston se mostró preocupado por el aumento de los bancos de alimentos, la explosión del número de personas sin hogar en las grandes ciudades, la reducción a la mitad de la financiación de los ayuntamientos, la revisión del sistema social para reducir costes... Reino Unido, la quinta economía mundial, tiene 14 millones de pobres, el 20% de la población. Pero estas realidades rara vez ocupan la portada de los periódicos, frente a la tormenta política del Brexit de hace más de dos años.

John Hobson, residente en la región de Lancashire, en el noroeste de Inglaterra, es uno de los líderes de la plataforma de gas de esquisto Frack Free Lancashire formada en 2015. Se trata de uno de los movimientos más combativos del momento en el país. La industria del gas de esquisto reanudó el fracking en el otoño de 2018, por primera vez en siete años, en la zona de Preston, al norte de Liverpool.

Pero los repetidos terremotos, de baja magnitud, ya han obligado a la empresa, Cuadrilla, a interrumpir los trabajos. En la localidad, algunos residentes, incluido el activista John Hobson, se están organizando. A diferencia de otros activistas, no cree que el Brexit sea una “maniobra de distracción”. Teme que el divorcio de la UE, especialmente si no hay acuerdo, conlleve más desregulación en el sector energético.

“No sabemos qué va a pasar con el Brexit. El resultado más probable es que algunas de las protecciones en vigor se pierdan. Pienso, por ejemplo, en el final de la directiva sobre agua potable o en los riesgos en el tratamiento de los materiales radiactivos contenidos en los residuos producidos por durante el proceso de fracking”, explica Hobson.

Según las autoridades de Londres, estos elementos de protección se incorporarán a la legislación inglesa. Pero la presión del sector privado para que se flexibilicen dichas disposiciones, después del Brexit, es fuerte. “En realidad esta es una de las cuestiones más preocupantes del Brexit”, continúa Hobson, que no se muestra contrario a la celebración de un segundo referéndum sobre la pertenencia a la UE.

En su plataforma de detractores al gas de esquisto, sin embargo, los perfiles son muy diversos; algunos están a favor del Brexit y otros, a favor de la permanencia en la UE. Algunos son activistas del clima, otros son más prosaicamente defensores de su calidad de vida y del turismo en la región, inquietos por los peligros que puede suponer el fracking para su bienestar. Como tal, la plataforma no se ha posicionado oficialmente con relación al Brexit. _____________

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Traducción: Mariola Moreno

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