La asfixia financiera de la agencia de la ONU para Palestina deja a millones de refugiados en riesgo extremo

Vista de la morgue del hospital Ibn e Sina de Yenín este lunes, desbordada ante el creciente número de víctimas que va dejando la operación militar a gran escala del Ejército israelí.

Joseph Confavreux (Mediapart)

El domingo 2 de julio y el lunes 3 de julio, un nuevo asalto del Ejército israelí en el campo de refugiados de Yenín dejó 8 muertos y 27 heridos, según datos aún provisionales. Philippe Lazzarini es comisario general del Organismo de Obras Públicas y Socorro de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA). Durante su estancia en París, advirtió de que  la existencia de la agencia de la ONU que él dirige está amenazada por una crisis financiera y política sin precedentes, que acabará poniendo en peligro la alimentación, la salud y la educación de millones de palestinos, entre ellos cientos de miles de niños.

Los últimos días han sido especialmente violentos en la región. El sábado 24 de junio, las fuerzas de seguridad israelíes mataron a un asaltante palestino en un puesto de control al norte de Jerusalén, con lo que el número de muertos en Cisjordania asciende a veinte en una semana (16 palestinos y 4 israelíes), sin contar lo ocurrido el domingo y el lunes en Yenín.

Desde principios de año, al menos 181 palestinos, 25 israelíes, un ucraniano y un italiano han muerto en actos de violencia relacionados con el conflicto palestino-israelí, según un recuento de AFP basado en fuentes oficiales israelíes y palestinas.

A pesar de esas cifras, prevalece la indiferencia internacional, lamenta Philippe Lazzarini, que teme no poder seguir desempeñando su misión en primera línea a partir del próximo mes de septiembre.

El jueves 29 de junio, el primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, declaró que había renunciado a una disposición clave de su controvertida reforma judicial, que dio lugar a una de las mayores protestas de la historia de Israel, al suprimir la llamada cláusula "derogatoria", que habría permitido al Parlamento anular una decisión del Tribunal Supremo por mayoría simple.

Mediapart: El proceso de Oslo está estancado, por no decir enterrado. La perspectiva de una solución de dos Estados se ha convertido en un deseo diplomático inútil. ¿Sigue teniendo sentido la UNRWA en este contexto?

 Philippe Lazzarini: Suelo describir nuestra situación destacando que la crisis financiera que atravesamos es nuestro principal riesgo existencial. Ahora bien, gran parte de esta crisis está ligada a la ausencia de un proceso de paz, a la creciente indiferencia hacia los palestinos, al cambio de prioridades de los Estados miembros de la ONU y a todos los factores que han llevado el proceso de Oslo a un punto muerto.

No cabe duda de que eso nos ha afectado. Somos una organización que debía ser temporal pero el año que viene cumplirá ¡75 años! Nuestro mandato es renovado cada tres años por la Asamblea General de la ONU, pero esta renovación ya no cuenta con apoyo financiero y no podemos prestar los servicios educativos o sociales que se nos han encomendado.

Durante unos 60 años, hemos tenido un mandato y los medios para llevarlo a cabo. Pero nuestros recursos se han estancado, o incluso han disminuido, mientras que las necesidades no han dejado de crecer. Y no podemos adaptar nuestros costes como lo haría cualquier otra empresa: ¡no vamos a suprimir el 20% de los niños de nuestras escuelas el año que viene! Se nos financia y se nos considera como una mera ONG, cuando en realidad somos una entidad paraestatal que presta servicios esenciales a millones de personas.

Hoy en día, la ausencia de un proceso político está debilitando la existencia de nuestra agencia y afecta a millones de refugiados palestinos, no sólo en términos prácticos, sino también porque el proceso de paz se basa en cuatro puntos destacados: el estatus de Jerusalén, las fronteras de 1967, el acceso al agua y el derecho al retorno.

Se suponía que la UNRWA existiría hasta que se implementaran estos cuatro puntos, aunque el derecho al retorno puede ser tratado como un derecho concreto o como parte de una negociación más amplia. Para los refugiados palestinos, cualquier ataque al funcionamiento de la UNRWA no sólo tiene repercusiones concretas en su vida cotidiana, sino que también afecta a sus horizontes políticos, su psicología y su manera de pensar. Las dificultades de la agencia, relacionadas con la falta de interés por la difícil situación de los refugiados palestinos y las restricciones financieras, son percibidas por los palestinos como un cuestionamiento de sus derechos fundamentales.

¿Cuál es la magnitud de la crisis de financiación que afecta a la UNRWA?

La crisis comenzó hace unos diez años. Al principio, intentamos optimizar nuestros recursos, pero luego nos vimos obligados a introducir medidas de austeridad que han afectado a la calidad de nuestros servicios. Con la retirada de fondos decidida por la administración Trump en 2018, la crisis se profundizó y, por primera vez en la existencia de UNRWA, comenzamos 2020 con un déficit de tesorería. Desde entonces esto ha empeorado cada año, a pesar de que la administración Biden ha anulado la decisión de 2018. Una agencia como la nuestra, que a menudo tiene que hacer frente a emergencias, debería tener reservas para al menos entre tres y seis meses.

Nuestro presupuesto para actividades de desarrollo humano asciende a una media de 850 millones de dólares anuales, a los que hay que añadir 700 millones para emergencias, que van desde el terremoto de Siria hasta lo que pueda ocurrir en los territorios ocupados. De aquí a finales de 2023, nos harán falta unos 300 millones de dólares. 200 para mantener nuestros servicios médicos, de escolaridad y saneamiento en los campos de refugiados y 100 para la ayuda alimentaria que proporcionamos en Gaza.

De momento, no sé si podremos operar a partir de septiembre. Sin embargo, la continuidad de nuestras actividades redunda en interés de todos nuestros socios, tanto en términos de derechos humanos como de seguridad. 

¿Cuál es el ámbito operativo actual del UNRWA?

Contamos con 28.000 empleados y estamos presentes en cinco teatros de operaciones: Líbano, Siria, Jordania, Cisjordania (incluido Jerusalén Este) y la Franja de Gaza. Somos una organización particular en el sentido de que somos la única agencia de la ONU que ofrece servicios públicos y semipúblicos. Podría decirse que somos, de facto, los ministerios de asuntos sociales, sanidad y educación en gran parte de la región.

Oficialmente, hay casi 6 millones de refugiados palestinos registrados en la UNRWA, pero no todos se benefician de nuestros servicios (por decisión propia o por el lugar de residencia). Tenemos escolarizados a cerca de 550.000 niñas y niños en nuestras 700 escuelas; proporcionamos servicios básicos de salud a más de 2 millones de personas. Por término medio, nuestros dispensarios atienden 7 millones de consultas médicas al año. Ofrecemos formación profesional y técnica a miles de jóvenes. Nos ocupamos de la eliminación de residuos y el saneamiento del agua en todos los campos de refugiados de nuestras zonas de operaciones.

Además de estos servicios regulares, llevamos a cabo labores humanitarias para proporcionar ayuda alimentaria y financiera, principalmente en Gaza. Esa es nuestra mayor área de operaciones: ayudamos a alrededor de 1,2 millones de personas de una población total de 2 millones. Nosotros solos representamos casi el 25% del PIB de Gaza y cubrimos la mitad de las necesidades alimentarias de la población.

¿Son similares las actividades de la UNRWA en los distintos países en los que operan?

Los contextos son diferentes y nos adaptamos a las normas nacionales. En nuestras escuelas, seguimos los planes de estudios de cada país, y no son los mismos en Jordania o en los territorios administrados por la Autoridad Palestina.

Pero en el Líbano, por ejemplo, los refugiados palestinos están especialmente discriminados, porque se les prohíbe ejercer determinados oficios o tener propiedades, sobre todo porque el país se ha hundido económica y financieramente, una situación que pesa especialmente sobre esas poblaciones ya marginadas, lo que nos obliga a emprender acciones humanitarias y/o a ofrecer empleos a esos refugiados, para los que la UNRWA se ha convertido, de hecho, en el único empleador posible.

En Siria, debemos tener en cuenta la brutalidad del conflicto. Todos los campos que tenemos a cargo se encuentran en regiones bajo control gubernamental. Varios han sido completamente destruidos por la guerra, sobre todo en Deraa, Ein El-Tal (cerca de Alepo) y Yarmouk.

La seguridad en Cisjordania y Jerusalén Este se ha deteriorado, con enfrentamientos casi diarios. Desde principios de este año han muerto 16 niños, frente a los 13 de 2022, que ya fue un año especialmente violento.

Gaza sigue siendo un caso aparte. Antes nos ocupábamos de los más pobres, pero ahora casi toda la población depende de nuestra ayuda en ese territorio, que cuenta con una especie de Estado del bienestar internacional artificial, del que somos el corazón. 

¿El nuevo gobierno israelí es un obstáculo para el trabajo de UNRWA?

Sobre el terreno, nuestros equipos están en contacto permanente con las autoridades israelíes y estas relaciones no se ven directamente afectadas por el dogma político del gobierno. Pero la situación en los territorios sí, en particular las decisiones de construir nuevos asentamientos. Aunque en el día a día siguen abiertos los canales de comunicación, operamos en un marco político, social y cultural que nos hace aún menos aceptados o aceptables por la opinión pública israelí y parte del gobierno actual. 

El Ejército israelí no duda en entrar en las escuelas de la UNRWA, como hizo el pasado diciembre en Belén.. Se trata de incidentes extremadamente preocupantes, violaciones de los privilegios de los edificios pertenecientes a las Naciones Unidas. Nuestras escuelas deben seguir siendo escuelas. Protestamos enérgicamente ante las autoridades israelíes cada vez que se producen esas situaciones. 

¿Cómo explica que las recientes movilizaciones de activistas palestinos procedan principalmente de campos de refugiados palestinos de Cisjordania: Balata en Nablús, Aqabat Jabr en Jericó y Yenín?

Hay varios factores explicativos. Los campos están cada vez más controlados por distintos grupos debido al debilitamiento de la Autoridad Palestina. Los refugiados y los jóvenes de estos campos se encuentran especialmente discriminados y tienen muchas dificultades para obtener permisos de trabajo en Israel. Esta falta de perspectivas y el hecho de que ya no se sientan representados por sus autoridades están llevando a algunos de ellos a la revuelta. Y, en cierto modo se están difuminando las fronteras entre los campos de refugiados y las ciudades donde se encuentran, a medida que la difícil situación de los campos se extiende al exterior. Pero a todos nos sorprendió la revuelta de un campo como el de Jericó, normalmente tranquilo.

¿El debilitamiento de la Autoridad Palestina complica el trabajo de la UNRWA?

No tenemos elección en los territorios palestinos. Todo esto contribuye a que el entorno de seguridad sea cada vez más precario. Los frecuentes enfrentamientos en los campos de refugiados y sus alrededores nos impiden a menudo acceder a la población.

Lo que percibimos es una creciente ansiedad entre los refugiados palestinos por la falta de solidaridad mundial con la causa palestina, en comparación con hace veinte o treinta años.

Eso se nota sobre todo por las dificultades financieras y existenciales de la UNRWA, que preocupan a los refugiados palestinos del mismo modo que preocuparía a los ciudadanos de un Estado cuyo gobierno tuviera un déficit que no pudiera proporcionar ciertos servicios básicos o empleos de calidad.

Diez palestinos muertos, 100 heridos y 70 detenidos en una operación del Ejército de Israel en Yenín

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Para muchos refugiados palestinos, la UNRWA es el único "Estado" al que pueden recurrir. Siria, Jordania y Líbano ya no quieren hacerse cargo de los refugiados palestinos, tanto por razones políticas como económicas. Quieren poder seguir hablando del derecho al retorno de los palestinos como parte del equilibrio internacional, y prefieren no integrar a los refugiados palestinos en su territorio.

 

Traducción de Miguel López

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