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Bélgica, en vías de implosión

El primer ministro belga, Charles Michel.

Jules Gheude (Mediapart)

Las autoridades escocesas e irlandesas han advertido al primer ministro británico Boris Johnson de que un Brexit duro podría conllevar la disolución del Reino UnidoBrexit. Pero hay otro tema que debería preocupar a las instancias europeas: la evolución de la situación política belga.

Entre 2010 y 2011, cuando Bélgica atravesaba la crisis más larga de su historia —541 días con un Gobierno en funciones— la comisión de Asuntos Exteriores de la Asamblea Nacional francesa encargó a dos de sus miembros una misión de información sobre este asunto. El informe destacaba especialmente el hecho de que Bélgica presenta dos sociedades diferentes:

“Es tal vez la imagen más fuerte que han dejado las primeras horas pasadas en compañía de los interlocutores de la misión (…). Algunos han puesto en valor temas precisos en los que se expresa esta diferencia. Por ejemplo, el senador Rik Torfs estimaba que es muy importante la diferencia entre la cultura económica de los flamencos y los valones, los primeros más proclives al espíritu empresarial y a la innovación y los segundos inclinados más bien hacia el empleo por cuenta ajena, preferentemente en el sector público (…). El hecho es que, efectivamente, se distienden los lazos entre las dos partes del país. Si se trata de los medios de comunicación, la barrera lingüística conduce a que solo una parte muy pequeña de la población consulte los medios de la otra comunidad (…). Esta distancia es tan evidente que la misión fue informada de que, cuando la cadena pública francófona RTBF difundió en diciembre de 2006 un pseudoreportaje anunciando la independencia de Flandes y el fin de Bélgica, a casi ningún espectador francófono se le ocurrió acudir a la cadena pública flamenca, la VRT, para verificar la información y ver cómo reaccionaba la parte flamenca del país”.

Dos sociedades diferentes. El líder de la N-VA (formación nacionalista flamenca) Bart De Wever, menciona dos democracias distintas. Y los resultados de las elecciones legislativas y regionales del pasado 26 de mayo no pueden desmentirlo: Flandes y Valonia han emprendido caminos radicalmente opuestos. La primera hacia la derecha y la extrema derecha, la segunda hacia la izquierda y la extrema izquierda. En Flandes, a los separatistas (N-VA y Vlaams Belang) sólo les faltan 5 escaños para llegar a la mayoría absoluta en el Parlamento Flamenco.

La “Carta de Flandes”, aprobada en 2012, precisa en su preámbulo que Flandes constituye una nación. Ahí es precisamente donde se sitúa el problema belga, porque esta nación flamenca tiene la vocación natural de convertirse en un Estado soberano.

Esta evolución hace más actuales que nunca las preguntas planteadas por los dos diputados franceses en su informe: “Bélgica estaría entonces condenada, un Estado tan débil que cualquier crisis política sería una ocasión para plantearse la cuestión de su supervivencia, un Estado tan artificial que podría resquebrajarse por la inevitable partida de la nación flamenca. ¿No habrá sido sólo un hechizo la divisa nacional de “La Unión hace la Fuerza”?"

A nivel federal, la misión de información que el rey encargó a Didier Reynders (reformador liberal francófono) y a Johan Vande Lanotte (socialista flamenco) continúa desde hace más de dos meses, pero los puntos de vista son tan divergentes que no se ve cómo podría desembocar en una vía positiva. Esa misión es como hallar la cuadratura del círculo.

El informe francés citado hacía alusión al documental de ficción Bye bye Belgium, realizado por la RTBF en 2006. ¿Y si la realidad estuviera a punto de sustituir a la ficción?

Esto nos lleva a una cuestión que preocupaba mucho al general De Gaulle. En conversación con su ministro Alain Peyrefitte, el 29 de julio de 1967, el presidente De Gaulle se había explayado ampliamente sobre el futuro de Valonia: “Hay un malestar belga (…). No hay que excluir que desemboque en una crisis, sobre todo en el caso de que la ecuación entre las dos fracciones llegue a romperse (…). Los valones encontrarían en Francia el orgullo de pertenecer a una gran nación, el orgullo de su lengua y de su cultura. El gusto de participar en los grandes asuntos del mundo y de luchar por grandes causas humanas. Todo eso lo perdieron por su asociación contra natura, impuesta por los ingleses, con los flamencos que no les quieren y que ellos tampoco quieren (…). Yo les he dicho (a una delegación de valones que fue a verle) que el día en que Valonia, por vía de sus representantes legítimos o preferentemente por referéndum, decida unirse a Francia, les recibiremos de verdad con los brazos abiertos”. 

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De hecho, la solución para la supervivencia de los valones ante la incurable enfermedad belga se encuentra al alcance de su mano. Solo basta quererla coger. ____________

Traducción de Miguel López

Puedes leer el texto completo en francés aquí.

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