Elon Musk, mimado por Pekín y el Pentágono, en el punto de mira de Bruselas

El dirigente de Space X, Elon Musk.

François Bougon (Mediapart)

Desde finales de los años 70, los capitalistas americanos siempre han disfrutado de buenas relaciones con los autócratas chinos, bajo la mirada benevolente de Washington. El Partido Comunista Chino les ofrecía una enorme mano de obra a la que se podía explotar. Aprovecharon para deslocalizar sus fábricas y preservar sus beneficios.

Luego, a medida que la economía del país crecía, también lo hacía la necesidad de estar presentes en el enorme mercado chino. En los años 2000 llegó Silicon Valley, aunque Pekín no ha permitido a las Gafam (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft, ndt)  desarrollar sus servicios (Twitter o Facebook), en beneficio de los gigantes nacionales como Alibaba o Sina. 

La política de confrontación lanzada por Donald Trump en 2018 y retomada por Joe Biden apenas ha alterado estos vínculos privilegiados, aunque, desde la epidemia del Covid, las empresas occidentales se muestran prudentes y procuran diversificar sus fuentes de aprovisionamiento para depender menos de China. Pero, a pesar de las incertidumbres geopolíticas, es conveniente mantener buenos contactos con China. Tras el paréntesis de la pandemia, varios altos ejecutivos regresan a Pekín. Tras Mary Barra, CEO de General Motors, y Tim Cook, de Apple, esta semana han acudido Laxman Narasimhan, patrón de Starbucks, y Jamie Dimon, de JPMorgan. Pero quien más ha llamado la atención ha sido Elon Musk, el dueño de Tesla, SpaceX y Twitter, que está prohibido en China.

El hombre que ha abierto una fábrica para sus coches eléctricos en Shanghai en 2019 recibió el trato especial reservado a los "amigos" de la República Popular: fue recibido por varios ministros, entre ellos el de Asuntos Exteriores, Qin Gang. Según un comunicado del ministerio, el ex embajador en Estados Unidos utilizó la metáfora "con Tesla como analogía": "Para desarrollar adecuadamente las relaciones sino-estadounidenses, debemos mantener el volante en la dirección correcta de respeto mutuo, coexistencia pacífica y cooperación win-win propuesta por el presidente Xi Jinping", "frenar a tiempo para evitar una conducción peligrosa" y saber "pisar el pedal del acelerador para promover una cooperación mutuamente beneficiosa". 

Los intereses de Estados Unidos y China están entrelazados, como si fueran gemelos siameses, inseparables el uno del otro.

Elon Musk, citado por el Ministerio de Asuntos Exteriores chino

Para Pekín, esta visita de 44 horas llega en el momento justo. Es una oportunidad para que el régimen critique los ataques americanos y el deseo de Washington de "desacoplar" las economías de los dos países e impedir que China desarrolle tecnologías punteras. Como señala el Washington Post, "el viaje ha sido un éxito para la propaganda de Pekín, que se esfuerza por mostrar su apertura a la inversión extranjera tras meses de medidas represivas imprevisibles y políticamente motivadas que han alimentado el temor a un deterioro del mundo de los negocios".

El libertario Musk, defensor de la libertad de expresión desde que se hizo con el control de Twitter, se cuidó mucho de no criticar a la dictadura china. Según el comunicado oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, elogió al "trabajador e inteligente" pueblo chino. “Los intereses de Estados Unidos y China están unidos, como si fueran gemelos siameses, inseparables el uno del otro", dijo, según la misma fuente. “Tesla se opone al 'desacoplamiento y la interrupción de las cadenas de suministro', y está dispuesta a seguir expandiendo su negocio en China y a compartir las oportunidades de desarrollo del país."

Música para los oídos de los jerarcas de Pekín. Elon Musk, que es de nuevo el hombre más rico del mundo según Bloomberg, por delante de Bernard Arnault (a quien también se espera en China a finales de mes), gracias a la subida del valor bursátil de Tesla, está llamado a ser aún más odiado: en un editorial, Le Monde criticaba el "doble lenguaje" de Musk y "la irresponsabilidad de este demiurgo autoproclamado".

En Twitter, el periodista chino Hu Xijin, ex redactor jefe del periódico nacionalista Global Times, señaló que, al mismo tiempo, SpaceX había conseguido un "gran contrato del Pentágono". Según informa Reuters, el Departamento de Defensa de Estados Unidos había firmado un contrato con la empresa de Elon Musk para suministrar servicios a Ucrania. “No es habitual que sea tan popular en Estados Unidos y China hoy en día", afirmó Hu Xijin. “Musk ha logrado una entrada particular en la geopolítica, y vamos a ver hasta dónde puede llegar".

Rechazo de las imposiciones europeas

Para Musk, el continente europeo será sin duda menos fácil de negociar. La vicepresidenta de la Comisión Europea, Věra Jourová, ya dijo a finales de abril que se sentía "cada vez más incómoda en Twitter" ante lo que calificó de "propaganda agresiva rusa no regulada". Desde que compró Twitter el pasado octubre, Elon Musk ha relajado las normas de moderación y ha permitido el regreso de varias cuentas vetadas, lo que ha permitido que florezcan los mensajes de odio.

La semana pasada, fue Twitter quien, por iniciativa propia, decidió abandonar el "código de buenas prácticas" de la UE sobre desinformación en redes. Este programa, puesto en marcha en 2018, pretende combatir el odio en redes y la desinformación en las principales plataformas digitales, desde Instagram a Facebook. La vicepresidenta de la Comisión y comisaria Jourová, y el comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, se reunirán con los firmantes del código de buenas prácticas reforzado contra la desinformación, que se darán cita el lunes 5 de junio en la reunión plenaria del grupo de trabajo del código, presidido por la Comisión.

La retirada de Twitter inspiró esta reacción de Thierry Breton: "Puede usted correr, pero no huir".

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Aunque el código de conducta en cuestión es voluntario, el reglamento europeo sobre servicios digitales, conocido como DSA (Digital Services Act), entrará pronto en vigor: el 25 de agosto para las mayores plataformas. Con este reglamento, Twitter no tendrá más remedio que "reducir el riesgo de desinformación". Se prevén multas de hasta el 6% de la facturación global. Y en caso de infracciones graves y reiteradas, las plataformas podrían incluso ver prohibidas sus actividades en suelo europeo. El jueves, Ella Irwin, jefa del equipo de confianza y seguridad de Twitter, que supervisa las políticas de moderación de la red social, anunció su dimisión. No se dio ninguna explicación. 

 

Traducción de Miguel López

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