La rebelión de las mujeres iraníes no se frena ni con torturas como obligarlas a lavar cadáveres

Archivo - Imagen de archivo de protestas en Turquía por la muerte de Mahsa Amini a manos de la 'Policía de la moral' iraní

Jean-Pierre Perrin (Mediapart)

“Espionaje en relación con una potencia extranjera.” Esos fueron los términos de la acusación, a principios de agosto, que usó un tribunal revolucionario de Teherán contra las periodistas Niloufar Hamedi y Elaheh Mohammadi, que el pasado mes de septiembre dieron a conocer la historia de Mahsa Amini, la joven kurda iraní de 22 años asesinada a base de palizas en Teherán por una unidad de las gasht-e ershad (literalmente, patrullas de orientación islámica), es decir, la policía de la moral, por llevar incorrectamente un pañuelo en la cabeza.

Al término de las dos primeras vistas de un juicio celebrado a puerta cerrada, que comenzó a finales de mayo sin que estuvieran presentes ni siquiera sus familiares, los jueces cambiaron los cargos contra las dos jóvenes periodistas. Según los jueces, su inculpación no tenía nada que ver con sus investigaciones sobre el asesinato, que revolucionó Irán durante varios meses y condujo a su detención pocos días después del inicio de la revuelta. Esta vez, según sus abogados, la razón por la que se les procesa es simplemente sorprendente: asistir a un seminario sobre periodismo en Escocia dirigido por "un judío" hace aproximadamente un año y medio. Si se apreciaran circunstancias agravantes, los cargos podrían conllevar la pena de muerte.

Niloufar Hamedi, de 30 años, reportera del diario Shargh (El Oriente), está especializada en todo lo relacionado con los derechos de la mujer en su país. Fue ella quien reveló la paliza a Mahsa Amini, buscó y encontró el hospital donde estaba en coma, se entrevistó con testigos y con la familia y publicó fotos de la víctima en twitter el mismo día de su muerte. Una semana después, la segunda periodista procesada, especialista en temas sociales del diario Ham-Mihan, viajó en taxi a la pequeña ciudad de Saqqez, en el Kurdistán iraní, para informar sobre el funeral de la joven kurda, punto de partida de las manifestaciones que siguieron.

No es la primera vez que se acusa a periodistas iraníes de espiar para una potencia extranjera, generalmente Israel, Estados Unidos o Reino Unido. Desde la creación de la República Islámica, en 1979, la justicia iraní ha investigado unos ciento veinte casos de este tipo, con expedientes vacíos y confesiones arrancadas bajo tortura. Esta vez, el régimen pretende castigar a quienes revelaron la escandalosa muerte de la joven Mahsa, sin querer mostrarlo abiertamente, temiendo que una condena en relación con su asesinato pueda avivar las llamas de la protesta en el primer aniversario de su muerte, el 16 de septiembre. La libertad de informar e investigar en Irán también está en juego.

En los últimos meses se ha producido una intensa represión contra periodistas, en particular mujeres, tres de las cuales han sido condenadas a cuatro años de cárcel.

Línea roja total

Por otra parte, la abogada Narges Mohammadi, figura emblemática de la lucha feminista y portavoz de Defenders of Human Rights Center (DHRC), fue condenada el 4 de agosto a un año de cárcel y 154 latigazos por enviar clandestinamente desde la cárcel una carta en la que denunciaba el acoso sexual a las presas y hacía campaña contra la "tortura blanca", práctica que consiste en un aislamiento total de las presas y que ella misma sufrió durante más de dos meses en el pabellón 2A de la prisión de Evin, una de las más duras por estar dirigida por los Pasdaran (Guardias Revolucionarios). Con esta nueva sentencia, su condena asciende ahora a diez años y seis meses de cárcel y más de 200 latigazos.

Desde el levantamiento, el castigo también se ha convertido en una de las principales armas de represión. Según la web Iran Prison Atlas, desde el último septiembre han sido condenados 117 activistas y opositores políticos, entre ellos 13 mujeres, a un total de 7.404 latigazos.

Otras noticia abrumadora para la sociedad civil iraní es que la abogada Nasrin Sotoudeh, otra figura destacada en la lucha por los derechos de la mujer fue la primera en defender a las mujeres que se negaban a llevar velo, lo que la llevó a su vez a la cárcel, está enferma, lo que explicaría por qué fue puesta en libertad bajo fianza hace unos meses tras ser condenada a 38 años y medio de cárcel y 148 latigazos.

En la cuestión del velo, el poder judicial, el presidente Ebrahim Raissi y su gobierno, así como el líder supremo Alí Jamenei, están adoptando una línea decididamente dura, convirtiendo el asunto en una línea roja total. Siguen practicándose a diario cierres de aquellos comercios que no prohíban la entrada a mujeres sin velo. Tres de los mayores minoristas en línea de Irán también están amenazados tras la difusión de imágenes de empleadas sin velo. Se han impuesto nuevos castigos a las mujeres detenidas, tales como lavar cadáveres o tener que someterse a exámenes en clínicas psiquiátricas. Además de penas de cárcel, esto les ha ocurrido a dos actrices muy conocidas en Irán, Afsaneh Bayegan y Azadeh Samadi.

Pero están apareciendo las primeras grietas en el seno del régimen y cada vez hay signos más evidentes de titubeos. Aunque la policía de la moral ha reanudado su caza de mujeres bi-hijab (sin velo) por las calles de las grandes ciudades, incluso con policías en moto, nadie dentro del régimen se ha atrevido a asumir la responsabilidad de esta decisión. Por tanto, no está claro a qué nivel se ha tomado. La agencia de prensa Tasnim, vinculada al Cuerpo de Guardias Revolucionarios, atribuyó la decisión al presidente Raissi y al jefe del poder judicial, Gholamhossein Mohseni Ejei, pero luego dio marcha atrás suprimiendo esa parte del artículo tras ser contactados, según dijo, por "personas del gobierno".

En el Majlis (la Asamblea Islámica) están pendientes de votar una ley de 70 artículos sobre el hiyab, destinada a castigar a las mujeres iraníes que no lo lleven. Pero aunque esta institución es un bastión de radicales el 6 de noviembre del año pasado, 227 de sus 290 miembros pidieron a la justicia la ejecución de los manifestantes detenidos, varios diputados la consideran inaplicable. El presidente del Majlis, Mohammad Bagher Qalibaf, cercano al Guía Supremo, ha llegado a decir que sería inútil. Curiosamente, Alí Jamenei, conocido por su feroz determinación a no ceder, guarda silencio sobre el tema.

¿El mejor castigo?: "Los latigazos”

Para los reformistas, cuyo silencio sobre la represión de las manifestaciones ha sido abrumador, desacreditándoles aún más a los ojos de los iraníes, es una oportunidad para distanciarse de las facciones conservadoras en vísperas de las elecciones legislativas de marzo. De ahí la vuelta a la escena de su líder, el ex presidente (1997-2005) Mohammad Jatamí, que el 30 de julio reconoció abiertamente que la campaña para imponer el velo obligatorio "no tuvo éxito" y que la mayoría de la sociedad no lo quería.

La reacción de los círculos conservadores ha sido violenta. El diario Kayhan, cuyo director es nombrado por el Guía Supremo, le acusó de "actuar en coordinación con el enemigo en su plan para expulsar la castidad" de la sociedad iraní.

“El uso obligatorio del hiyab por todas las mujeres era un logro absoluto de este régimen, y hay que decir que se ha perdido", señala el politólogo y especialista en derechos humanos Reza Moini. “Está claro que a la policía le cuesta imponerlo, y sobre todo no quiere enfrentamientos. Se retiran cuando oyen gritar a la gente, como hemos visto recientemente en Racht (noroeste de Irán) y en el norte de Teherán. Nunca habíamos visto nada parecido".

Se ha abierto el debate incluso entre los clérigos . Algunos han adoptado posturas extremas. "El castigo para las mujeres sin velo debe ser disuasorio, y una multa no resuelve el problema. El mejor castigo es darles latigazos", declaró a principios de agosto Ali Moalemi, un dignatario religioso cercano al Guía. Pero para otros clérigos, el uso del hiyab, al no estar expresamente prescrito por el Corán, no puede ser obligatorio.

“No sé si podemos hablar de revolución cultural, pero está claro que ha habido un cambio cultural, cuyo alcance no podemos medir debido a la represión", añade Reza Moini. “Este logro cultural se mantendrá, aunque la represión siga ganando terreno. Esto va más allá de la cuestión del velo: si tomo el caso del barrio de Ekhbatan (un famoso distrito de grandes edificios en las afueras de Teherán, construidos para personas del régimen pero que luego los vendieron a la clase media, donde las protestas fueron especialmente intensas, nde), se puede ver a simple vista que las relaciones entre los residentes han cambiado".

A pesar de la represión, los iraníes, a los que no hay nada que les guste más que reírse de los defectos de la República Islámica, tienen un nuevo tema de mofa: una historia sobre vídeos sexuales que golpea tan fuerte al régimen que lo ha hecho llegar a las más altas esferas del Estado, incluido el Consejo Supremo de Seguridad Nacional, que se ha referido a ello. Los vídeos, colgados en Internet los días 18 y 21 de julio por GilanNews, un canal del servicio de mensajería de Telegram conocido por ofrecer noticias sensacionalistas y administrado desde Alemania por un periodista iraní, muestran escenas explícitas entre varios mulás y uno de ellos con hombres jóvenes.

El escándalo ha golpeado sobre todo a las autoridades porque uno de los clérigos, Reza Seghati, es director general de la oficina provincial de Gilan (noroeste de Irán) del Ministerio de Orientación Islámica, y recientemente dirigió una campaña de vigilancia denominada "hiyab de barrio y castidad virtuosa", destinada a hacer cumplir las leyes sobre el velo.

Otro clérigo implicado, Mahdi Haghshenas, fue director de la Oficina para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio, organización estatal muy activa en la represión de los círculos LGTBI+ y de las mujeres sin velo, y partidaria de la aplicación más radical posible de la sharia, que prevé la pena de muerte para las relaciones homosexuales.

En noviembre de 2005, según la web Iran International, dos jóvenes de 24 y 25 años fueron ahorcados en público por mantener relaciones homosexuales en Gorgan, también en el norte de Irán, lo que provocó una oleada de terror entre las personas LGTBI+.

La Hawzeh, institución que supervisa los poderosos seminarios de la ciudad santa de Qom, reaccionó afirmando que no había habido penetración durante las relaciones sexuales. “De repente", dice Reza Moini, "todo Irán está hablando de este asunto en las colas, en las carnicerías por ejemplo, y menciona esta historia de penetración. Lo chocante no son tanto las relaciones sexuales entre mulás, que los iraníes saben que existen, incluso se toleran hasta cierto punto, y el gran poeta Saadi escribió sobre ello, sino la hipocresía del nizem (sistema). Dicho esto, este tipo de escenas sólo pueden haber sido filmadas por agentes del régimen, en el marco de una guerra por el poder, sin duda mafiosa".

Las autoridades están investigando quién pudo filmar las relaciones amorosas de los clérigos, que no deben ser detenidos por ello. Según Mojtaba Zolnouri, uno de los vicepresidentes del Majlis, "el delito de quienes hayan sifundido estos vídeos es más grave que el de los fornicadores".

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La directora de una institución cultural privada de Teherán, que pidió el anonimato, declaró: "Este régimen ha hecho todo lo posible para alejar a la gente de la religión. Las mezquitas están vacías, la gente ya no reza, ya no observa el ayuno del Ramadán. En mi empresa, de unas diez personas, sólo una lo siguió este año. Y tiene más de 70 años. “

 

Traducción de Miguel López

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