Apps de control menstrual: ¿avance feminista o vulneración de la intimidad?

Dos usuarias usando el móvil

Lucie Ronfaut (La Déferlante)

En el mundo de las empresas emergentes (start-ups) nos encantan las buenas historias. Ida Tin tiene varias en su repertorio. Esta emprendedora danesa co-fundó Clue en 2012, una aplicación que permite seguir el ciclo menstrual desde el móvil. En la prensa, habla de cómo su propio invento la ayudó a quedarse embarazada. 

Suele mencionar su infancia viajando en moto con sus padres y cómo eso le abrió los ojos a la importancia de los derechos reproductivos en todo el mundo. Le gusta mencionar las dificultades que tuvo para recaudar fondos para su negocio, enfrentándose a inversores predominantemente masculinos que no veían el potencial de su proyecto. 

Pero hay otra historia sobre la que Ida Tin se muestra menos comunicativa: cómo Clue, junto con otras aplicaciones de seguimiento del periodo menstrual, fue acusada de poner en peligro a mujeres que tienen la regla en Estados Unidos, tras la derogación de la famosa sentencia "Roe contra Wade" en junio de 2022, que abrió el camino a la derogación del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo. 

¿Qué pasaría si estas herramientas, sumamente prácticas para seguir el inicio de la menstruación y otros parámetros de salud ginecológica, se volvieran en contra de las usuarias? ¿Y si sus datos íntimos acabaran en manos de los tribunales, que podrían condenarlas por aborto ilegal? "Si usas una App de seguimiento de la regla, bórrala enseguida", recomendaba directamente una empresaria en un tuit compartido más de 60.000 veces en 2022. 

¿Psicosis injustificada o despertar saludable? En cualquier caso, esos hechos ha causado un gran malestar en la industria femtech (abreviatura de female technology), que hasta ahora reivindicaba una imagen feminista. Fue Ida Tin quien en 2016 acuñó ese término para designar la actividad de las start-ups vinculadas a la salud ginecológica y al bienestar de las personas que se identifican como mujeres. 

Desarrollan objetos conectados, aplicaciones o plataformas dedicadas a la salud reproductiva o perineal, la maternidad, el posparto, el bienestar sexual, la menopausia, ciertas enfermedades crónicas (endometriosis, síndrome de ovario poliquístico) y, por tanto, el seguimiento de la menstruación para la anticoncepción, el apoyo a la fertilidad o simplemente para una mejor información. Esto último también puede denominarse menstrutech. 

La femtech es un mercado en rápido crecimiento. En 2020, su valor se estimaba en 21.700 millones de dólares, según FemTech Analytics, que prevé que se multiplique al menos por tres de aquí a 2027. Pero también es un sector que lleva mucho tiempo infravalorado en el sector de las nuevas tecnologías, y cuyo desarrollo sigue lastrado por el sexismo imperante.

La industria de las nuevas tecnologías tardó mucho tiempo en interesarse por las reglas.

“En cuanto un tema está relacionado con la mujer o la salud ginecológica, da la impresión de que se trata de un nicho", explica Marion Coville, profesora de Ciencias de la Información y la Comunicación en la Universidad de Poitiers, que lleva varios años investigando las femtech. “Da lo mismo que, desde un punto de vista numérico, pueda afectar a la mitad de la población. Dado que la mayor parte de los ámbitos de toma de decisiones científicas y económicas está dominado por los hombres, las cuestiones que afectan a las mujeres siempre se considerarán de menor interés o que causan división.” 

Hay un hecho que ilustra bien este desdén: la industria de las nuevas tecnologías, siempre a la caza de nuevos mercados en los que invertir, tardó mucho tiempo en interesarse por las reglas. Ya en 2014, Apple recibió críticas de parte de la prensa especializada americana cuando lanzó su primera App de salud, HealthKit: era capaz de contar pasos o medir pulsaciones, pero no de seguir la menstruación, un símbolo de un ecosistema digital dominado por hombres incapaces de tener en cuenta necesidades que no son las suyas. 

Un mundo de empresarias

Esta relativa falta de interés por parte de los gigantes digitales ha dejado el camino libre a las start-ups. Clue cuenta ya con 11 millones de usuarias regulares, que abren la aplicación cada mes. Sus competidoras son Glow (empresa cofundada por Max Lechvin, cofundador también de Paypal), Flo y Natural Cycles (que funciona con un termómetro y es la primera aplicación menstrutech aprobada como método anticonceptivo en Estados Unidos). 

Más allá de las reglas, las empresas también se ocupan de otros temas de salud. Entre ellas están Elvie, que ofrece un sacaleches conectado y un reeducador del perineo, y Bloomlife, que está desarrollando un dispositivo para controlar a las embarazadas y los fetos. También hay webs de comercio electrónico especializados en anticoncepción y salud ginecológica (The Pill Club), plataformas de diagnóstico de enfermedades crónicas (EndoDiag para la endometriosis) y teleconsultas solo para mujeres (Maven Clinic). Una amplia gama de productos que atraen cada vez más inversiones. 

Estas empresas emergentes de femtech se enfrentan a una serie de obstáculos para su desarrollo. En primer lugar, suelen estar dirigidas por mujeres: el 70% de las empresas del sector tienen al menos una cofundadora, según estimaciones del despacho McKinsey, una tasa muy superior a la media de las start-ups digitales. Sin embargo, esas mujeres directivas tienen más difícil el acceso al capital que sus homólogos masculinos. En Francia, el 88 % del importe total recaudado por las start-ups en 2021 habrá sido captado por equipos 100 % masculinos, según el barómetro anual del colectivo de mujeres empresarias Sista. 

La otra barrera es simplemente el hecho de que el sector se centra en temas considerados femeninos, menos valorados. Las empresarias del sector están sometidas a una gran presión para justificar la utilidad de sus proyectos, y a menudo se ven empujadas a utilizar sus propias historias personales como ejemplo. 

“En femtech hay cierta exigencia de contar historias, quizá más que en otros sectores digitales", afirma Jane Douat, directora técnica y cofundadora de Omena, una aplicación francesa dedicada a la menopausia. “La gente espera que se te haya ocurrido la idea de tu producto a raíz de una historia muy íntima, a veces dramática. Nadie le pide al fundador de una aplicación de contabilidad que cuente la historia de un parto difícil.” 

Mejorar el conocimiento de la salud femenina

Muchas empresarias de femtech reivindican algo poco frecuente en el mundo de las start-ups: un cierto compromiso político. No se trata sólo de resolver problemas individuales, sino de denunciar los fallos de un sistema. 

“La particularidad de la femtech es que se encuentra en la encrucijada de varios temas delicados: innovación, medicina y cambio social", afirma Juliette Mauro, fundadora de My S Life, una plataforma de información y debate sobre salud ginecológica y sexual. “A menudo se intenta centrar estas start-ups en los llamados temas de la mujer, de lo cotidiano o de consumo, mientras que nosotras hablamos de proyectos sobre la relación paciente-médico, con un impacto potencial en la sociedad y la salud pública". 

A finales de 2022, esta empresaria cofundó la asociación Femtech France con otras dos colegas, Christel Bony y Delphine Moulu. Su objetivo era reunir a las empresas francesas del sector (había 81 a finales de 2022) para darlas a conocer y facilitar los vínculos con otros actores como los profesionales de la salud (médicos, mutuas), los laboratorios y la industria. 

Para ellas, el principal reto de las femtech es avanzar en el conocimiento de la salud femenina y mejorar así la atención a largo plazo. "Hay que hacer avances en investigación, y estas empresas pueden ayudar con los datos que recogen", explica Delphine Moulu. En la femtech son habituales las asociaciones con universidades y laboratorios de investigación. 

Apple, que por fin ha añadido una opción de seguimiento del periodo a su App de salud, lleva varios años colaborando con la Universidad de Harvard (Estados Unidos), y ya ha contribuido a trabajos universitarios sobre el dolor menstrual, el síndrome de ovario poliquístico y la endometriosis. Pero estas colaboraciones también pueden darse con empresas más inesperadas. En 2021, por ejemplo, L'Oréal anunció una asociación con Clue para "enriquecer los conocimientos científicos sobre los efectos de las hormonas en la salud de la piel". 

Afecta a lo más íntimo

En femtech, como en el resto de la industria digital, la riqueza de las empresas se basa en la acumulación de información sobre los internautas y, muy a menudo, en su explotación con fines publicitarios. Sin embargo, el tema es especialmente sensible para las femtech porque su actividad afecta a lo íntimo. 

En 2019, la organización británica Privacy International criticó las prácticas de seis aplicaciones de seguimiento de la menstruación que compartían datos más o menos sensibles (según los casos) con Facebook a través de una herramienta publicitaria ofrecida por esa red social. 

En 2020, la empresa detrás de la aplicación Glow acordó pagar 250.000 dólares al Estado de California tras el descubrimiento de varios fallos de seguridad. En 2021, la Comisión Federal de Comercio (agencia federal americana que defiende los derechos de los consumidores) obligó a la herramienta Flo a aclarar a su público el tipo de información recopilada y cómo podía ser utilizada por terceras empresas, en particular Google y Facebook. 

Asimismo, en 2022, la web americana Vice reveló que un portal especializado en la reventa de datos ofrecía una base de datos para identificar a las personas que se habían descargado aplicaciones para controlar la menstruación. 

La situación es compleja. Las prácticas de las empresas difieren mucho en función de los servicios que ofrecen, su modelo de negocio, su clientela (profesionales sanitarios o público en general), el método que utilizan para proteger los datos y la forma en que se almacenan. 

Es más, sus obligaciones no son las mismas en Estados Unidos que en Francia, donde desde 2018 rige el Reglamento Europeo de Protección de Datos Personales (RGPD). Esta norma garantiza el consentimiento informado de los internautas, que tienen derecho a solicitar información sobre el uso de sus datos personales, así como su supresión. El RGPD también establece un marco específico para los datos sanitarios, definidos como "los relativos a la salud física o mental, pasada, presente o futura". Estos datos deben almacenarse en una instalación especial segura. 

Sin embargo, sigue habiendo algunas zonas grises. Según la Comisión nacional de informática y libertades (CNIL), la información "de la que no puedan extraerse conclusiones sobre el estado de salud de la persona de que se trate" no son datos sanitarios. Por ejemplo, una aplicación que recoja el número de pasos diarios dados, fuera del contexto de un seguimiento médico, no entra a priori en este marco aún más protector. 

Amenazas a la privacidad

Este debate sobre la protección de datos se reavivó en el verano de 2022 tras la brusca prohibición del derecho al aborto en Estados Unidos. Las personas que estaban utilizando esas aplicaciones de seguimiento del periodo quedaron preocupadas por la vigilancia digital a la que podían verse sometidas. 

Pero el problema va mucho más allá de las empresas femtech: todos nuestros rastros digitales son potencialmente rastreados: búsquedas en Google, emails, chats, publicaciones en redes sociales, etc. Ya hay casos en la justicia estadounidense en los que se ha condenado a mujeres por abortos ilegales debido a estas actividades banales por internet. 

"Creo sinceramente que podemos desarrollar tecnologías más éticas. ¡Incluso ganando dinero con ellas! La clave es la transparencia", explica Marie Kochsiek, socióloga y desarrolladora alemana que, junto a dos amigos, está detrás de Drip, una aplicación bastante inusual para controlar las reglas. Es una App open source (lo que significa que cualquiera puede acceder a su código para comprobar cómo funciona o sugerir cambios) y almacena los datos de los usuarios únicamente en sus móviles. Nadie más tiene acceso a ellos. 

Drip es gratuita, no comercial y se financia exclusivamente con subvenciones del gobierno alemán y la Fundación Mozilla (organización sin ánimo de lucro conocida por desarrollar el navegador web Firefox). Drip afirma que tuvo más de 38.000 descargas en abril de 2023, casi un año después de estar disponible en las tiendas de aplicaciones tradicionales.

A finales de 2022, una larga encuesta reveló la creciente popularidad del movimiento pro natalidad en Silicon Valley.

La mayoría de sus usuarios en iPhone viven en Estados Unidos. "Cuando empezamos nuestro proyecto, a veces era difícil convencer a los demás de su valor. Al final, creo que todo el mundo lo entendió en 2022", recuerda esta desarrolladora. “Es más, después de lo ocurrido en Estados Unidos, varias aplicaciones ofrecen opciones para proteger los datos o almacenarlos de forma más segura. Pero si esas opciones no están activadas por defecto, ¿qué sentido tienen? Es sólo un cambio cosmético para que esas empresas tengan la conciencia tranquila". 

Pero la desprotección de la privacidad no es la única crítica que se hace a las femtech. Se cuestiona la fiabilidad de sus informaciones y predicciones; su discurso y su marketing, que refuerzan las normas de género; su enfoque del cuerpo femenino en torno a sus funciones reproductivas; su uso por mutuas o empresas para controlar los deseos de embarazo de sus empleadas; y su ideología política, a veces dudosa. 

A finales de 2022, una larga investigación de la web americana Business Insider reveló la creciente popularidad del movimiento pro natalidad en Silicon Valley, que quiere "reinventar la reproducción" con empresas que ofrecen ayudas a la fertilidad, úteros artificiales y pruebas genéticas de embriones, accesibles sólo a la gente rica. 

Satisfacer las necesidades

¿Significa esto que debemos condenar todas las femtech? El enfoque de Drip, y el de otros proyectos similares no comerciales (Euki, Periodical), es trabajar para reapropiarse de estas tecnologías. Si las mujeres utilizan aplicaciones u otros servicios relacionados con su salud, debemos ofrecerles mejores herramientas en lugar de reprocharles sus necesidades. 

Detrás del éxito de las femtech se esconden usos muy diversos: mujeres que utilizan estas aplicaciones como red de seguridad además de los anticonceptivos tradicionales, enfermas crónicas que quieren registrar su dolor, adolescentes que no siempre tienen acceso a información sobre menstruación y/o sexualidad en sus familias, personas decepcionadas por la relación con su médico, etc. 

"Nos preocupa este fenómeno porque revela una falta de apoyo público a muchos aspectos de la salud de la mujer. En consecuencia, asistimos a un desvío de sus razonamientos hacia empresas privadas", explica Catherine Vidal, neurobióloga y copresidenta del grupo de trabajo Género e Investigación Sanitaria del comité de ética del Inserm. 

En este contexto, después de trabajar en menstrutech en 2022, Vidal ha dirigido una serie de audiencias sobre femtech a principios de 2023: "Por supuesto, esto plantea muchas cuestiones éticas. Pero también demuestra la necesidad de ofrecer espacios y plataformas de calidad para las mujeres y sus reivindicaciones en materia de salud."

 

 

Caja negra

Lucie Ronfaut es periodista independiente especializada en nuevas tecnologías y cultura web. Es autora del boletín semanal #Règle30, que aborda cuestiones digitales desde una perspectiva inclusiva y feminista. 

Este artículo también puede leerse en la revista trimestral La Déferlante, dedicada a las revoluciones feministas, cuyo nuevo número está disponible en las librerías desde el 31 de agosto. 

Mediapart es uno de los socios (véase nuestro blog aquí): el acuerdo implica un intercambio de contenidos, con la publicación en Mediapart cada tres meses de uno de los artículos de la revista, la sección "Retour sur", que repasa un acontecimiento pasado importante para los derechos de las mujeres y LGTBI+.

 

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Traducción de Miguel López

 

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