'Joe el genocida': los demócratas temen que el apoyo de Biden a Israel les pase factura en las urnas

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Mathieu Magnaudeix (Mediapart)

Con su cabeza calva y la mandíbula cuadrada, Josh Paul tiene pinta de funcionario del FBI o del Pentágono de película americana. Durante once años ha sido uno de los directores de la Oficina de Asuntos Políticos y Militares del Departamento de Estado. Es decir, "uno de los responsables" de las entregas de armas americanas a numerosos aliados extranjeros, desde Ucrania a Arabia Saudí. 

El 18 de octubre de 2023, once días después de los atentados de Hamás en Israel, Josh Paul tiró la toalla. Su carta de dimisión dio la vuelta al mundo. “En once años", escribió, "me he enfrentado a tantos compromisos morales que no puedo recordarlos todos. Me voy hoy porque he llegado al límite, mientras seguimos entregando –ahora más, y más rápido– armas letales a Israel." 

Cuando Josh Paul hacía las maletas, Joe Biden ya había anunciado un apoyo "sólido como una roca" a Israel en su respuesta militar a Hamás, en línea con décadas de inquebrantable apoyo político y militar de todas las administraciones.  

“Habíamos visto los precedentes de 2009, 2014 y 2021: sabíamos cuál sería la respuesta de Israel ante la magnitud de los horrores de Hamás", explica Josh Paul a Mediapart. “Dos días después de los atentados, escribí a algunos colegas. Les dije que habría muchas víctimas civiles y que sería conveniente reflexionar sobre nuestra ayuda militar. No recibí ninguna respuesta formal. Lo único que me pidieron fue que entregara lo que Israel pedía lo antes posible. No había lugar para el debate dentro de la administración ni en el Congreso. Para llegar a la opinión pública, tuve que dimitir". 

En su carta, Josh Paul denuncia el "apoyo ciego" de Estados Unidos a Israel, "una reacción visceral basada en una confirmación sesgada, razones políticas prácticas, naufragio intelectual e inercia burocrática". 

Según él, "Estados Unidos tiene medios de presión: si dejara de suministrar armas, prohibiera el uso de su arsenal militar y suspendiera licencias, Israel tendría que empezar a tomar decisiones. Pero todas las decisiones que se toman van en sentido contrario". 

Múltiples protestas

Cuatro meses después, el ex director del Departamento de Estado puede ver la magnitud de la protesta. "No recuerdo un momento en el que, en una cuestión de política exterior, haya habido tantas críticas dentro de la administración". 

Ya en noviembre, docenas de sus antiguos colegas enviaron notas de protesta al Secretario de Estado, Antony Blinken, a través de los canales utilizados en el pasado por los diplomáticos opuestos a la guerra de Vietnam. Un millar de empleados de USAID, la agencia americana para el desarrollo y la ayuda internacional, así como varios centenares de colaboradores políticos de la administración, pidieron un alto el fuego inmediato. 

Más de 500 ex miembros de la campaña de Joe Biden exigieron un "alto el fuego inmediato" y el fin del "apoyo militar incondicional a Israel". "Durante los últimos tres meses, nuestro gobierno ha contribuido a la violencia indiscriminada contra los palestinos en Gaza", denunció Tariq Habash, funcionario del Departamento de Educación nombrado por Joe Biden, que anunció su dimisión a principios de enero. 

Josh Paul habla con los funcionarios que siguen en sus puestos, que le cuentan sus manipulaciones, pero temen hacerlas públicas. "Existe un miedo real a hablar. Una campaña muy eficaz para presentar las críticas a Israel como antisemitismo. Y todo un movimiento de censura contra quienes expresan sus preocupaciones". 

 "Joe el genocida”

Mientras el resucitado Donald Trump parece ser el favorito en las primarias republicanas, Joe Biden se enfrenta al peligro de un desafío sin precedentes por parte de una parte de su base electoral, en particular los jóvenes y los más izquierdistas. 

Desde hace meses, gigantescas manifestaciones, encabezadas en particular por el movimiento Jewish Voice for Peace, piden en vano un alto el fuego en Gaza. En estas protestas, en las que participan muchos de los votantes que decidieron el triunfo de Biden en las urnas en 2020 frente a Donald Trump, se ha generado un apodo poco envidiable: "Joe el genocida".  

El 8 de enero, unos activistas perturbaron uno de sus viajes a Carolina del Sur. En este Estado marcado por la historia de la esclavitud, donde es muy popular, Biden había acudido para denunciar el racismo y la violencia política de Donald Trump. Los manifestantes corearon "¡Alto el fuego!" en la iglesia donde hablaba. "Comprendo su pasión y trabajo en silencio con el Gobierno israelí [...]. Hago todo lo que puedo", respondió el presidente

Esta frase suena como una admisión de impotencia. Desde el 7 de octubre, Joe Biden ha optado por apoyar incondicionalmente a Israel, intentando conseguir que "Bibi", su "colega desde hace más de 30 años", detenga los ataques y apoye una solución de dos Estados. 

Desde el 7 de octubre, Joe Biden ha advertido a Israel de que no entre en un ciclo militar de venganza, refiriéndose a los "errores" americanos tras el 11 de septiembre. Ha denunciado igualmente el número de víctimas civiles, los "bombardeos indiscriminados" en Gaza y el riesgo de una guerra regional. 

Israel manda sobre Biden, no al revés

Pero al mismo tiempo ha autorizado a Israel a tirar libremente de los arsenales de armas americanos, sin que el Congreso pueda opinar sobre las entregas de armas, como es habitual. Para disgusto del senador socialista Bernie Sanders, que propuso sin éxito que el Congreso examinara las violaciones de los derechos humanos cometidas con material americano. 

Como es costumbre, Estados Unidos también ha vetado casi todas las resoluciones propuestas al Consejo de Seguridad de la ONU, lo que demuestra tanto su obstinación como su aislamiento. 

Pero la estrategia de Biden de no pedir nunca cuentas a Israel en público, mientras apuesta por tácticas de presión entre bastidores, es un auténtico fracaso. Tanto es así que Benyamin Netanyahu se permite ahora humillarle públicamente: el jueves 18 de enero declaró que se oponía a cualquier soberanía palestina "al oeste del Jordán", es decir, sobre Gaza y Cisjordania. Justo después de dar a entender lo contrario al presidente americano durante una conversación telefónica, su primera conversación desde hacía un mes. 

"Biden es el Neville Chamberlain de Netanyahu", afirma la escritora y activista Sarah Schulman, profesora de la City University de Nueva York (Cuni) y miembro de Jewish Voice for Peace. Una alusión feroz al primer ministro británico (1937-1940) que creía poder negociar con Hitler. “Se hace ilusiones sobre su propio poder y no capta la lógica de las mentes criminales que están detrás de este genocidio", declaró a Mediapart. “Israel manda sobre Biden. No al revés.”  

Según el periodista de The Intercept Jeremy Scahill, la actitud de la administración en los últimos meses es, en cualquier caso, una narrativa hipócrita "inculcada por la administración de que Biden está perdiendo la paciencia con Netanyahu [...] y que delata una cínica falta de moralidad", escribe. 

De hecho, la realidad de la guerra israelí en Gaza es implacable: como han señalado los abogados sudafricanos que demandan a Israel por "genocidio" ante el Tribunal Internacional de Justicia de las Naciones Unidas, ha muerto por ataques israelíes el 1% de los gazatíes. Según las agencias de la ONU, el 70% mujeres y niños. 

La magnitud de la masacre la ha causado las bombas y los equipos americanos, hasta el punto de que Sudáfrica notificó al presidente de Estados Unidos su intención de iniciar un procedimiento contra este país por "complicidad" en los crímenes israelíes en Gaza. Setenta y siete grupos y ONG han presentado también una denuncia ante los tribunales estadounidenses contra su administración por "incumplimiento del deber de prevenir el genocidio" y por "complicidad en el genocidio".  

Una gran mayoría del armamento [utilizado en Gaza] es americano

Varios medios de comunicación han levantado parte del velo sobre la magnitud y la naturaleza de las entregas, que no son públicas. Según el Washington Post, que se basa en cifras confidenciales del Congreso, Israel "ha lanzado sobre Gaza, en el primer mes y medio de guerra, más de 22.000 bombas guiadas y no guiadas suministradas por Washington". 

Al mismo tiempo, según el Wall Street Journal, Estados Unidos entregó cantidades impresionantes de municiones, 57.000 proyectiles de artillería y 15.000 bombas, incluidas al menos 5.000 "bombas no guiadas" (dumb bombs) de 900 kilos que pueden arrasar barrios enteros y fueron mencionadas insistentemente por los abogados sudafricanos en la vista ante el TIJ. 

Josh Paul, el alto funcionario dimisionario del Departamento de Estado, afirma que Israel "no produce esas bombas". "Salvo algunas excepciones, la gran mayoría del armamento" utilizado en Gaza "es americano", declaró a Mediapart.  

"Estamos proporcionando a Israel asistencia de seguridad a la velocidad de la guerra", explicó el secretario de Defensa americano, Lloyd Austin, ante el Senado tres semanas después de los ataques de Hamás. Como señala el medio Vox, Lloyd Austin fue director de Raytheon, subcontratista militar que coproduce con una empresa local elementos de la "Cúpula de Hierro", el vasto sistema tecnológico israelí anticohetes. 

El mismo medio recuerda también los antecedentes del secretario de Estado Antony Blinken, jefe de la diplomacia de Biden: cofundador de WestExec Advisors, una empresa de suministros militares que ha trabajado con firmas israelíes, asesoró al gigante aeronáutico Boeing, que entregó con urgencia a Israel un millar de bombas y kits de guiado de bombas. 

Biden, el senador más financiado por organizaciones pro-israelíes

El apoyo de Biden a Israel forma parte de la larga historia del vínculo indefectible entre ambos países desde la creación del Estado de Israel en 1948, y más concretamente desde las guerras árabe-israelíes. Según el Congreso, este apoyo se ha traducido en el pago a lo largo de las décadas de 158.000 millones de dólares en ayuda bilateral, gran parte de ella militar, destinada a la "seguridad" de Israel, que actualmente recibe 3.800 millones de dólares en ayuda militar cada año

La BBC resumía las razones de este alineamiento: el recuerdo de la Shoah en un país que tenía "la mayor población judía del mundo" al final de la Segunda Guerra Mundial; el apoyo americano a la guerra contra el "terrorismo" tras el 11-S; la certeza de que Israel es una base estratégica en Oriente Medio, más aún hoy frente a Irán, aliado histórico y partidario de Hamás. 

Por todas esas razones, la clase política americana comparte en gran medida la línea de apoyo incondicional a Israel. Sin embargo, muchos medios de comunicación americanos han destacado el apoyo muy personal de Biden, elegido senador en 1972, a Israel durante su larguísima carrera

A Biden, que siempre ha dicho que es "sionista" y ha defendido durante mucho tiempo la solución de los dos Estados, le gusta contar a los representantes de las organizaciones judías americanas una conversación que mantuvo con la ex primera ministra israelí Golda Meir (1969-1974). Ella le dijo que "nuestra arma secreta es que no tenemos a dónde ir". 

Desde entonces, afirma Jeremy Scahill en un vídeo publicado por The Intercept en 2021, "Joe Biden ha hecho de la defensa y promoción de Israel un componente central de sus opiniones y posiciones en política exterior [...]. Tiene un largo historial de defensa de algunas de las peores atrocidades de Israel": la guerra israelí en Líbano en 1982, los asesinatos selectivos, el bombardeo de Gaza en 2006, etc. 

En las últimas semanas, muchos partidarios del alto el fuego han redescubierto una frase pronunciada por Joe Biden en 1986: "Si no existiera Israel, tendríamos que crear uno para asegurarnos de que nuestros intereses estuvieran protegidos". 

Biden, explica Scahill, ha criticado a menudo la colonización israelí de Cisjordania, pero sus posiciones "nunca han sido seguidas por la acción", ni siquiera cuando fue vicepresidente de Estados Unidos (2009-2017). 

Así que no es de extrañar que, según Reuters, Biden sea el senador americano que más financiación ha recibido de organizaciones proisraelíes en su larga carrera. Y aunque en el Partido Republicano abundan los ricos donantes proisraelíes, algunos donantes del Partido Demócrata son también fervientes defensores del Estado judío, opuestos a cualquier crítica de sus acciones. Entre ellos, como señala la web americana Sludge, se encuentra Seth Klarman, CEO del fondo The Baupost Group y cofundador del periódico Times of Israel

¿Un "Vietnam" político?

Adam Shatz, escritor y editor en Estados Unidos de la London Review of Books, que publicó un notable texto después del 7 de octubre, afirma que "la influencia de los donantes –en este caso los demócratas pro-israelíes"– no es "la razón central de la posición de Biden". 

"¿Por qué Biden no parece dispuesto a enfrentarse a Israel por su guerra asesina o por el afianzamiento de un sistema de apartheid en todo el territorio desde el río hasta el mar? Sospecho", dijo a Mediapart, "que sigue siendo un sionista sentimental, que realmente ve a Israel como una 'democracia judía'. Aunque sólo sea una democracia para los judíos –cada vez menos, de hecho– y un Estado judío para sus ciudadanos palestinos, en palabras de Ahmed Tibi, miembro palestino de la Knesset." 

"Biden", añade, "dijo recientemente algo sobre Israel que debería preocupar: que sin Israel, ningún judío estaría seguro en el mundo. ¿Significa esto que sólo gracias a Israel los judíos americanos gozan de seguridad? Eso es exactamente lo que los israelíes quieren hacernos creer. Espero que él no lo crea.” 

Para Shatz, la obstinación americana también se explica por el apego de la administración al "sueño", según él “quimérico”, de una "solución de dos Estados". Biden", afirma, "espera evidentemente que una vez aplastado Hamás, la Autoridad Palestina pueda extenderse a Gaza, si es que queda algo del territorio". Una "esperanza equivocada", según el ensayista. "Los israelíes no quieren a la Autoridad Palestina y parecen decididos a reubicar o reducir la población de Gaza, que ahora se enfrenta a la hambruna".

La intransigencia de Biden es una mancha en su historial de la que nunca se recuperará"

Seguimos hablando de una solución de dos Estados como si fuera realista, mientras continúa la expansión de los asentamientos", añade Josh Paul, el disidente del Departamento de Estado. “Pero dada la situación en Cisjordania, no veo cómo podría suceder. Es una visión caduca del mundo.” 

Mientras el ala izquierda del Partido Demócrata, que exige un alto el fuego, sigue marginada, combatida financieramente por la poderosa organización proisraelí AIPAC, e incluso censurada, como fue el caso de Rashida Tlaib, la única congresista de origen palestino, la inminencia de las elecciones americanas del 5 de noviembre nos hace temer lo peor. ¿Podría Biden perder el apoyo masivo de su coalición electoral por lo de Gaza, sobre todo entre los más jóvenes? ¿Sería derrotado por Donald Trump, a quien venció en 2020 por 7 millones de votos? 

Sí, yo creo que Biden podría perder las próximas elecciones, en parte porque ha convertido la guerra de Israel contra Gaza en su propia guerra: la guerra de Estados Unidos", afirma Adam Shatz. “Es probable que un buen número de jóvenes progresistas no le voten como rechazo a su política sobre Israel-Palestina. La intransigencia de Biden es una mancha en su historial de la que nunca se recuperará.” 

"Gaza”, cree, “podría resultar para Biden lo que Vietnam fue para Lyndon Johnson, que consiguió grandes logros en materia de derechos civiles y acabó destruyendo su presidencia con su cruzada contra el comunismo en el sudeste asiático". 

"Por supuesto que Biden puede perder por Gaza", afirma Sarah Schulman. “No porque quienes deserten del Partido Demócrata vayan a votar necesariamente a Trump. Sino porque puede que simplemente no voten. ¿Cómo podría un árabe-americano votar a Biden? En Michigan, un Estado clave del Medio Oeste, pero también en Pensilvania y Ohio, otros Estados decisivos en las elecciones, representan una proporción significativa del electorado. Algunos se han movilizado por los demócratas en el pasado. Con ellos, es toda una generación, más joven o más a la izquierda, que ahora rechaza al actual Presidente. 

Biden, nunca más

Ghada Elnajjar, de 49 años, es una de esas votantes que abandonan al presidente. Directora de Operaciones en una empresa financiera de Atlanta (Georgia), hizo campaña en 2020 por Joe Biden y por la vicepresidenta Kamala Harris. 

Que no cuenten con ella: "Biden”, declaró a Mediapart, “es cómplice del genocidio. Nunca más debe ser reelegido. Nos sentimos traicionados". 

Ghada Elnajjar es hija de refugiados palestinos y tiene familia en Gaza por todas partes. Cada día, se obliga a hacer un macabro recuento. "Ya he perdido al menos a 68 miembros de mi familia", dice. “Mi tía y su marido, sus hijos, hijas y parientes han perdido sus casas en el norte de Gaza", dice. “Ahora se refugian en el centro y el sur. Todos tienen falta de alimentos y agua potable, electricidad y comunicaciones. Sus vidas se han vuelto insoportables. Todos los días rezamos por su seguridad, esperando que la próxima bomba no sea para ellos". 

Hace diez días, dos de sus jóvenes primos, Tariq y Muhammed Mesha'al, murieron en su casa de Deir El-Balah, en el centro de Gaza. Muhammed", dice, "soñaba con tener un estudio y exponer sus obras en una galería". 

En 2020, al final de los años de Trump, Ghada Elnajjar estaba entusiasmada pidiendo el voto para Biden. "Habíamos creado un grupo de activistas de todo el país. Se convirtió en un movimiento de base, Arab Americans for Biden". El grupo se asoció entonces a la campaña, que prometía "promover la democracia y los derechos humanos en todo el mundo", incluir a miembros de la comunidad árabe-americana en la administración y oponerse a la expansión de los asentamientos israelíes. 

Desde la guerra de Gaza, el grupo ha cambiado de nombre. Rebautizado como Arab Americans 4Ward, el grupo hace ahora campaña por el alto el fuego, la solidaridad humanitaria con Gaza y el apoyo a candidatos que compartan estos objetivos. 

Gheda Elnajjar aún no sabe a quién votará en noviembre. Ante la probable reedición Biden-Trump, un duelo que desespera de antemano a muchos americanos, espera la aparición de otro candidato demócrata, o de un independiente. En el fondo, está convencida: "Biden perderá por describir a las víctimas civiles de la guerra de Gaza simplemente como un precio a pagar".  

Primarias republicanas: DeSantis se retira de la carrera antes de la etapa de New Hampshire

Un caucus pequeño, una gran derrota y luego fuera... El domingo, dos días antes de las primarias republicanas en New Hampshire, Ron DeSantis anunció su retirada de la carrera y su apoyo al ex presidente Donald Trump. El gobernador de Florida, de 45 años, había quedado muy por detrás de Trump en los caucus de Iowa, la primera etapa del proceso de nominación del futuro candidato del Grand Old Party para las elecciones presidenciales de este año. "Para mí está claro que la mayoría de los votantes de las primarias republicanas quieren dar otra oportunidad a Donald Trump", ha dicho Ron DeSantis en un vídeo difundido en la red social X. 

El martes 23 de enero, Donald Trump se enfrentó en las primarias republicanas de New Hampshire a Nikki Haley, embajadora ante la ONU en 2017 bajo su presidencia.  

Ese Estado representa solo 22 delegados de un total de 1.215 que nominarán oficialmente al candidato republicano en Milwaukee en julio. Pero comparado con otros estados más conservadores, New Hampshire da una mejor indicación del posible éxito a nivel nacional, y marca la pauta para los próximos comicios, en particular el "Supermartes", previsto para el 5 de marzo. Allí estarán en juego 874 delegados y podrían permitir a un candidato obtener las tres cuartas partes de los escaños necesarios para hacerse con la nominación.

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Traducción de Miguel López

Con su cabeza calva y la mandíbula cuadrada, Josh Paul tiene pinta de funcionario del FBI o del Pentágono de película americana. Durante once años ha sido uno de los directores de la Oficina de Asuntos Políticos y Militares del Departamento de Estado. Es decir, "uno de los responsables" de las entregas de armas americanas a numerosos aliados extranjeros, desde Ucrania a Arabia Saudí. 

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