Lo mejor de Mediapart

Netanyahu pospone la ley del Gran Jerusalén

Asentamientos judíos en Cisjordania.

La Comisión de legislación del Gobierno israelí debía votar el pasado domingo 29 de octubre, coincidiendo con la reunión semanal del Consejo de Ministros, un proyecto de ley relativo a la anexión a Jerusalén de cinco bloques de colonias de Cisjordania. Este proyecto de ley del Gran Jerusalén, defendido por el primer ministro, Benjamin Netanyahu, y por el ministro de Transportes y de Inteligencia, Yisrael Katz, de haber sido aprobado por los ministros y después ratificado por la Knesset, habría convertido a casi de 120.000 colonos de los Territorios ocupados en ciudadanos de Jerusalén y ampliado los límites de la Ciudad Santa mucho más allá de su trazado actual.

Este proyecto de ley supone una nueva y flagrante violación del derecho por parte de Israel, una verdadera provocación para los palestinos y una deplorable manifestación de arrogancia frente a los países que siguen buscando una solución negociada al conflicto más antiguo de Oriente Próximo. Sin embargo, en la madrugada del sábado al domingo, el primer ministro de israelí decidió posponer la votación. Según un responsable israelí citado por la agencia AFP, el proyecto de ley necesitaba una “preparación diplomática”.

Sin embargo, sus promotores y sus ponentes se movilizaron antes de hacer público el documento enviado a los ministros; toda una muestra de ingenio para disimular su verdadero alcance. Oficialmente, según el texto de la ley, tal y como lo presentó el miércoles Yoav Kish, jefe de filas de los seis diputados que respaldan el proyecto, se trata sólo de un cambio de estatus administrativo y electoral en las colonias concernidas. Si la ley sale adelante, sus habitantes seguirán siendo residentes de localidades dotadas de “cierta autonomía” y que disponen de representantes elegidos bajo la jurisdicción del gobierno municipal del Gran Jerusalén. Las competencias de estos órganos de gobierno electos, menores que las que recaen en una corporación municipal, no se han precisado. Sí se ha señalado que el ministro del Interior será el encargado de definirlas y que la Comisión de Interior y de Medio Ambiente de la Knesset se encargará de su control. Evidentemente, la palabra anexión no figura en el texto.

Este ejercicio de prestidigitación jurídica es sólo un artificio de comunicación destinado a escamotear la realidad del proyecto: la anexión pura y dura, a largo plazo, de estas colonias periféricas. Un movimiento que no ha engañado ni a los observadores de la colonización en el seno de las ONG locales, ni por supuesto a los dirigentes palestinos. Tampoco ha engañado a los diplomáticos que han tenido acceso al texto y cuyas reacciones llevaron a Netanyahu a posponer la votación. Eso sí, no se retrasa para enmendar el texto, como admitió claramente el responsable israelí consultado por AFP, sino para conseguir el tiempo necesario para venderlo mejor.

Se trata de un proyecto de ley “irresponsable” de un “Gobierno que parece decidido a acabar con cualquier posibilidad que pase por la solución de los dos Estados”, opinan desde el movimiento La Paz Ahora. “Si se supera esta etapa, será la última antes de la anexión de derecho. No podemos dejar que este proyecto se convierta en ley”, señala la exministra palestina para la Enseñanza Superior, Hanane Achraoui. “Se trata de completar la ruptura total entre Jerusalén Oriental y Cisjordania. No es un paso más que conduzca a la solución de los dos Estados”, añade.

“Estamos ante el primer paso hacia la anexión unilateral de estas colonias en Israel. Si se toma una decisión así, acabaría con las perspectivas de solución que supone la creación de dos Estados, pondría de manifiesto la mala fe de Israel para con los palestinos y sembraría la duda sobre el compromiso de Israel a favor de un acuerdo negociado”, constata la organización Israel Policy Forum.

De hecho, basta con seguir el trazado sinuoso del muro y de la barrera de separación erigidos en torno a Jerusalén, para tomar conciencia de la verdadera naturaleza del proyecto. Cada uno de los cinco bloques de colonias afectadas – Giv’at Ze’evm al norte; Ma’aleh Adumim, al este; Betar Illit, Efrat y Goush Etzion al sur– está separado de Cisjordania por un meandro del muro. Cada uno está comunicado, desde hace años, por una red viaria unida a la red israelí y a la que los palestinos sólo tienen acceso limitado o al que, incluso, carecen de acceso. El muro y la barrera –en principio, destinados a garantizar la seguridad de los israelíes, impidiendo el paso de los terroristas procedentes de los territorios palestinos– tenían en realidad otra utilidad, tal y como ponían de relieve el trazados en torno a Jerusalén, menos confesable: servir de nueva frontera oriental en Jerusalén después de la anexión de los bloques de colonias de la periferia.

“Este proyecto de anexión es aún más inaceptable y provocador porque no sólo afecta a las partes habitadas”, dice Khalil Toufakji, antiguo cartógrafo de la delegación palestina para las negociaciones de paz y observador de la colonización. “El bloque de Giv’at Ze’ev fue anexionado junto con sus cinco colonias satélites y sus reservas de suelo. Lo mismo ocurre con Goush Etzion y sus 14 satélites dispersos en el extenso espacio de desarrollo que le ofrece el meandro sur del muro, rodeando Bethléem. En cuanto a la anexión de Ma’aleh Adumim, sus ocho satélites y sus reservas, que se extienden a lo largo de 10 km, lleva hacia el este el límite municipal de Jerusalén, hasta el valle del Jordán. De hecho, hay una treintena de colonias, donde reside el 25% de los colonos de Cisjordania, a punto de ser anexadas, mientras que los territorios palestinos están apunto de perder alrededor del 10% de la superficie de Cisjordania”.

“Además del muro y de la barrera, una cadena de colonia, convertidas en suburbios de Jerusalén, separará Jerusalén Oriental, la que debe ser capital del Estado de Palestina, de Cisjordania. No hay mejor manera de demostrar que los dirigentes israelíes han descartado ya la idea de un Estado palestino. A eso hay que añadirle que tres localidades palestinas, Anata, Kafr Aqab y el campo de refugiados de Shufat, donde viven cerca de 100.000 personas y que ya habían sido separadas de Jerusalén por el muro, ahora se verán atrapadas entre colonias y separadas también del tejido urbano de Jerusalén Este y de Cisjordania. Con este proyecto, no sólo existe la voluntad de liquidar la solución de los dos Estados. También existe la voluntad de cambiar el equilibrio demográfico de Jerusalén”.

Los promotores del proyecto legislativo no lo niegan. En las explicaciones que acompañan al texto, recuerdan que “Jerusalén ha sido la capital de Israel y del pueblo judío durante más de 3.000 años” y lamentan que la ciudad haya sufrido estos últimos años el exilio de una parte de su población judía, “los más fuertes, los más influyentes”, hacia las ciudades costeras, lo que ha favorecido a la “determinación palestina a la hora de controlar la ciudad y sus Lugares Santos”. “La ley va a permitir cambiar esta tendencia y restaurar el estatus de Jerusalén como centro del pueblo judío. Va a permitirnos también reclutar a los mejores en Israel y en el pueblo judío para reforzar Jerusalén”.

Más directo, Yisrael Katz repite desde hace meses que esta decisión va a sumar a miles de ciudadanos judíos a Jerusalén y a “debilitar la huella árabe en la ciudad”. Los asesores de Netanyahu y el propio primer ministro esperan que esta maniobra acerque al jefe del Likud a su electorado de ultraderecha, buena parte del cual procede del movimiento de las colonias, que lo encuentran aún demasiado timorato frente a los palestinos y que siguen con atención la demagogia política del ministro de Educación y de la Diáspora, el millonario Naftali Bennett.

Primer ministro acorralado

Bennett, enriquecido a raíz de la venta de su start-up especializada en la lucha contra el fraude en internet, se metió en política al ponerse al frente de un partido nacionalista y de extrema derecha, Hogar Judío, muy popular entre los colonos. Después de conseguir, en las legislativas de 2015, ocho diputados y tres carteras, cada vez esconde menos su ambición por suceder a Netanyahu, de quien denuncia sus debilidades cada vez que se le presenta la ocasión.

Hostil a la solución de los dos Estados y partidario de la intensificación de la colonización, cuya necesidad y legalidad son indiscutibles, en su opinión porque “todo está en la Biblia”, Bennet no duda a la hora de afirmar que “ha matado a muchos árabes en su vida” y que no tiene “ningún problema con ello”, discurso que mantiene su popularidad entre los colonos más extremistas y que hace de él un rival amenazante para Netanyahu.

Sobre todo, también, porque el primer ministro se encuentra permanentemente desestabilizado por otras amenazas, las que suponen los cuatro procesos judiciales en los que está inmerso. El Dossier 1000, sobre su enriquecimiento personal, su llamativo tren de vida y los regalos, a menudo muy generosos, que recibe, podrían hacer que fuese acusado de corrupción. La sombra de la corrupción también está en el centro del Dossier 2000, según el cual el primer ministro se beneficio de artículos amables en el diario Yedioth Aharonot al prometerle a su máximo responsable, Arnon Mozes, que debilitaría a su principal competidor, el diario gratuito Israel Hayon, propiedad del millonario americano Sheldon Adelson, rey de los casinos y amigo personal de Netanyahu.

También en el epicentro del Dossier 3000 se sitúa la corrupción, que examina las sospechosas condiciones en las que la empresa alemana ThyssenKrupp conseguía el encargo, por parte de Israel, de dos submarinos y seis corbetas. También en el Dossier 4000 se habla de corrupción, ya que se investiga si el primer ministro, entonces responsable de Telecomunicaciones, no actuó de “forma inapropiada” en 2015, en sus negociaciones con Bezeq, el gigante israelí de las telecomunicaciones, cuyo jefe, Shaul Elovitz, era uno de sus mejores amigos.

El primer ministro movilizó a su guardia especial y a sus ponentes para tratar de desacreditar al aparato judicial israelí, acusado de estar a sueldo de la oposición y de traicionar los intereses de Israel. Tzipi Hotovely, ministro delegado de Asuntos Exteriores y figura destacada de la joven generación del Likud, afirma que “el sistema judicial israelí ha abandonado los valores del Estado judío en beneficio de los valores del Estado democrático”. En cuanto a la joven ministra de Justicia Ayelet Shaked, miembro de Hogar Judío y firme defensora de las políticas colonizadoras, aunque vive en Tel Aviv, considera que el Tribunal Supremo “degrada el carácter judío de Israel”.

Ante la posible celebración de elecciones legislativas anticipadas, de cara al primer semestre de 2018, Benjamin Netanyahu ya había multiplicado los gestos destinados a recuperar a sus electores de las colonias y a sus defensores, que suponen el núcleo central de su coalición de ultraderecha. En las dos últimas semanas, anunció un conjunto de decisiones destinadas sobre todo a los colonos: la próxima expulsión de la comunidad de beduinos de Khan al-Ahmar, al este de Jerusalén, para ampliar la zona E1 que une la colonia de Ma’aleh Adumim con Jerusalén Este; la construcción de 176 alojamientos en la colonia de Nof Zion, en el centro de Jerusalén; la aprobación de 2.646 alojamientos en diversas colonias de Cisjordania; la movilización de 230 millones de dólares, conforme a las exigencias de las organizaciones de colones, para desarrollar las infraestructuras, sobre todo viarias, de las colonias.

Pero quedaba por asestar un duro golpe al anunciar una medida reclamada por los ideólogos de la colonización: la anexión a Jerusalén de los bloques de colonias de la periferia. Prevista desde comienzos de este siglo por parte de los constructores del muro, se preconiza actualmente dicha anexión con la creación de un aeropuerto internacional gigante en el valle del Jordán, cerca de Jericó, en el marco del plan Jerusalén 5800 (según el calendario hebreo), propuesto por el filántropo judío australiano Kevin Bermeister, que prevé para el año 2040 un Jerusalén de cinco millones de habitantes, donde la proporción de palestinos no superaría el 40%.

Oficialmente, se trata de una iniciativa estrictamente privada, que no tiene vocación de ser utilizada por las Administraciones del Estado de Israel, pero el folleto que presenta el proyecto comienza con una introducción del ministro para la Cuestiones de Jerusalén, Ze’ev Elkin, y un mensaje del ministro de Turismo, Yariv Levin. Funcionarios del Ministerio para la Cuestiones de Jerusalén indican que algunas partes del plan corresponden a los proyectos del Gobierno para el desarrollo de la ciudad.

¿Hasta dónde llegará el proyecto que debían debatir los ministros el pasado 29 de octubre, si finalmente se adopta una vez obtenida la “preparación diplomática requerida”? A priori, se trata de una medida en total contradicción con una multitud de resoluciones de la ONU, con las posiciones defendidas por la UE y sobre todo con el derecho internacional. Pero la impunidad de la que goza Israel desde hace muchas décadas incita, en este punto, a la prudencia.

De hecho, la respuesta a esta cuestión depende en buena medida de la acogida que se reserve a esta iniciativa de Washington. Hace un mes, el embajador de Estados Unidos en Tel Aviv, David Friedman, y el enviado especial de Donald Trump para la región, Jason Greenblatt, recomendaron al primer ministro israelí “no ir demasiado lejos” con la colonización. “Quien lo quiere abarcar todo, corre el riesgo de perderlo todo”, llegó incluso a resumir uno de los interlocutores de Netanyahu. Trump, se dice, sigue soñando con conseguir “el acuerdo de los acuerdos” entre israelíes y palestinos; algunas fuentes apuntan también que, influido por su yerno y asesor Jared Kushner, que no es precisamente enemigo de Israel, que la intransigencia de Netanyahu pone en peligro este proyecto.

Heather Nauert, portavoz de la Casa Blanca, preguntada el jueves en la rueda de prensa del Departamento de Estado, rechazó condenar o aprobar la iniciativa israelí. “A mi entender, este documento legislativo sólo se encuentra en estado embrionario”, dijo. La “preparación diplomática” será la próxima de esas etapas. ¿Permitirá ésta el aval de Trump?

Iglesias acusa a los "partidos monárquicos" de "tibieza cómplice" con Trump

Iglesias acusa a los "partidos monárquicos" de "tibieza cómplice" con Trump

Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

Más sobre este tema
stats