El Europarlamento aprueba con escasa mayoría un polémico pacto migratorio que da alas a la ultraderecha

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Ludovic Lamant (Mediapart)

Bruselas (Bélgica) —

Poco después de las 17.00 horas de este miércoles, el palco de invitados del Parlamento de Bruselas, habitualmente tranquilo y reservado a los turistas perdidos, aparecía inflamado: "Este pacto mata, vota 'No'", gritaban varios activistas, provocando la interrupción de la sesión durante unos segundos. Los diputados de izquierda aplaudían mientras otros se sentían molestos al ver que algunos de sus colegas apoyaban ese alboroto en un momento crucial del mandato. 

Pero no fue escuchada la advertencia de la sociedad civil y fueron aprobados los diez textos sometidos a votación, que conforman el pacto "asilo y migración", algunos de los cuales llevan ocho años tramitándose en Bruselas. El más controvertido de ellos, el que propone "enfrentarse a las situaciones de crisis y casos de fuerza mayor", fue aprobado por un estrechísimo margen de 301 votos (272 en contra, 46 abstenciones). 

Según sus partidarios, esos textos deberían acelerar la devolución a las fronteras de los inmigrantes ilegales, reducir los plazos de tramitación de las solicitudes de asilo y establecer un principio de solidaridad en el reparto de los inmigrantes por el continente. 

La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, lo calificó de "día histórico", al anotarse una importante victoria a pocas semanas de las elecciones en un asunto polarizado donde los compromisos europeos son extremadamente difíciles de llevar a buen puerto. 

Este "paquete" había sido acordado entre la Comisión, el Parlamento y el Consejo (que representa a los gobiernos) a finales de diciembre. Al Parlamento Europeo le correspondía validar este compromiso final. Pero el resultado de las votaciones se había vuelto más inseguro en los últimos días, cuando la inmigración forma parte de los temas clave de la campaña para las elecciones europeas del 9 de junio. 

Como era de esperar, la mayoría de los partidos de extrema derecha criticaron los textos por ser demasiado laxos. Por el contrario, los ecologistas, la izquierda crítica y una minoría de socialdemócratas criticaron el enfoque demasiado punitivo de la gestión de la inmigración, incompatible con el respeto de los derechos humanos. Muchos se hicieron eco de las críticas formuladas por 161 organizaciones de la sociedad civil en un llamamiento publicado el martes, en vísperas de la votación. 

Eso llevó a la eurodiputada liberal belga Hilde Vautmans a afirmar durante el debate del ayer que "extrema derecha y extrema izquierda han hecho un pacto común para socavar este proyecto". Pero este bloque contra natura no fue suficiente para formar una mayoría de rechazo. 

Los macronistas, aislados en la delegación francesa

A primera hora de la tarde, el hemiciclo se enzarzó en un tenso debate, de algo más de dos horas, sobre el contenido de los diez textos. Sorprendentemente, muy pocos diputados, incluso los más implicados desde hace años, expresaron su satisfacción por el resultado de las negociaciones. Lo que también dice mucho de hasta qué punto los partidos tradicionales se sienten incómodos con este asunto, que cada año es más popular entre la extrema derecha. 

"Ningún negociador está plenamente satisfecho, y las críticas son legítimas", trató de suavizar el socialista español Juan Fernando López Aguilar, ponente del texto más criticado por las plataformas civiles. "Tengo preocupaciones y dudas, estoy en medio de un dilema", resumió la liberal holandesa Sophie in 't Veld, ponente de otro de los textos, que al final votó a favor del paquete en su conjunto. 

Para el socialdemócrata esloveno Matjaž Nemec, otro ponente, "lo aceptamos con un nudo en la garganta, pero asumimos nuestras responsabilidades". Incluso uno de los comisarios europeos responsables del texto, el conservador Margarítis Schinás, titular de la controvertida cartera de "protección del estilo de vida europeo", se esforzó en restar importancia a su propio trabajo: "El objetivo no era reconstruir el Partenón, sino encontrar mejoras tangibles para el sistema de gestión de la inmigración.” Para decirlo claramente: siempre será mejor que lo que ahora tenemos. 

Hay horrores en cada uno de los textos del pacto

Entre los eurodiputados franceses, sólo la delegación macronista, a la que pertenece Valérie Hayer, votó sin pestañear a favor de los diez textos. "Le estamos quitando un tema favorito a la extrema derecha, al darnos por fin los medios para controlar la migración, y por eso, claro, la extrema derecha se opone a los textos", dijo Fabienne Keller, miembro del partido Renaissance y ponente de dos textos. 

Rassemblement National (RN, extrema derecha francesa) votó contra la gran mayoría de los diez textos: "La UE elige el camino de la debilidad, el de la vía cómoda. Es la sumersión y la sumisión", declaró su líder Jordan Bardella durante el debate. Para él, el principio de solidaridad, que obligará a todos los Estados miembros a mostrar algún tipo de solidaridad con los países en primera línea (Italia, España y Grecia), es una línea roja. Bardella agita el fantasma de una "invasión" de migrantes en los pueblos franceses. 

Pero esa solidaridad, "obligatoria" según los textos, también es "flexible": también puede adoptar la forma de compensaciones financieras pagadas a los países de primera entrada, o de compensaciones materiales (entrega de embarcaciones, etc.). 

Fabienne Keller (UPM, partido de Sarkozy), por su parte, cargaba especialmente contra los socialdemócratas franceses por adoptar "posturas nacionales" en plena campaña electoral europea: "Raphaël Glucksmann dice abogar por una solución europea basada en la verdadera solidaridad. Pero este paquete propone una solución europea a una cuestión que hasta ahora ha sido gestionada por las políticas nacionales. Hay una parte de instrumentalización en ese discurso.” 

Respuesta de Sylvie Guillaume (PSF), que votó en contra de siete de los diez textos: "Hay horrores en cada uno de los textos del pacto. Oigo decir que votamos como la extrema derecha. Pero deberían mirarse a sí mismos: en Francia, la Ley de Asilo y Migración se aprobó gracias a los votos de RN. Cuando se empieza a ir por ese camino, hay que haber pasado antes la prueba del algodón.” 

Una base de datos biométricos consolidada en las fronteras

Los ecologistas y La France Insoumise (LFI) votaron en contra de la mayoría de los textos. Damien Carême, que se pasó de los ecologistas a LFI en vísperas de la votación, gritó desde la tribuna: "Este pacto es una vergüenza para Europa. Es vuestra vergüenza. [...] De Renaissance, me hubiera gustado ver un poco de humanidad. De los socialistas [la mayoría a favor, a nivel europeo - nota del editor], esperaba ingenuamente un arranque de valentía". 

Entre las disposiciones del texto que indignan a la izquierda, una dispone que todas las personas que crucen la frontera serán sometidas a un "filtro” durante el cual deberán pasar controles de seguridad, de identificación y sanitarios , durante los cuales serán retenidos en centros de acogida, incluidos los niños de seis años o más que acompañen a sus padres, o los menores no acompañados en ciertos casos. 

Pero LFI y ecologistas votaron a favor de uno de los diez textos, sobre "reasentamiento", que sienta las bases de "vías seguras y legales" para acoger a los refugiados reconocidos por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR (452 votos a favor). Se abstuvieron en otro, que establece normas comunes en todos los Estados miembros para la acogida de solicitantes de asilo, en materia de alojamiento y asistencia sanitaria (398 votos a favor). 

Un eurodiputado de Vox fue el ponente del reglamento sobre ficheros biométricos en las fronteras

La delegación de Les Républicains, dirigida por Nadine Morano y François-Xavier Bellamy, votó a favor de tres textos, se abstuvo en otros dos y votó en contra del resto. "Ahora debemos volver a trabajar en ello al inicio del próximo mandato, sobre la base de una estrategia [...] de lucha sin matices contra la inmigración ilegal", declaró la cabeza de lista de LR al término de las votaciones, apostando por un hemiciclo aún más de derechas en el próximo mandato para endurecer un poco más esta normativa. 

En concreto, LR apoyaron la reforma de Eurodac, la base de datos biométricos que registrará las huellas dactilares, la imagen facial y los documentos de identidad de los inmigrantes, incluidos los niños a partir de seis años. 

El ponente de este texto tan sensible no es otro que Jorge Buxadé Villalba, eurodiputado del partido neofranquista Vox. En un artículo publicado la víspera de la votación, las activistas Laurence Meyer y Chloé Berthélémy describían el legado colonial de este tipo de bases de datos y el sesgo racista que conllevaría. Pero ese reglamento fue uno de los aprobados con una cómoda mayoría (404 votos). 

El RN de Bardella también votó a favor. El partido francés de extrema derecha también votó a favor de la creación de un sistema centralizado de información sobre las condenas judiciales (414 votos a favor). 

Las tropas de Meloni en favor del pacto, otros partidos de extrema derecha, en contra

Más allá de la delegación francesa, muchos eurodiputados no dudaron en votar en contra de las instrucciones de su grupo político. Sin duda, es la prueba de un cierto nerviosismo ante las elecciones. Entre los socialdemócratas, el Partido Demócrata italiano se opuso a los textos, en parte porque Giorgia Meloni, jefa del gobierno pos-fascista, había decidido apoyar el pacto. También lo hicieron la delegación del PS-Place publique, los socialistas belgas y algunos socialdemócratas portugueses y holandeses. 

Dentro del grupo de conservadores radicales ECR, mientras que los Fratelli italianos están a favor ("Son pequeños pasos en la buena dirección, pequeños pero importantes", declaró Nicola Procaccini, dando la impresión de no creer demasiado en ello), los polacos de Ley y Justicia (PiS) optaron por votar en contra ("No podemos apagar un fuego añadiéndole aceite", apostilló la ex primera ministra Beata Szydlo). La N-VA flamenca, otro peso pesado del grupo, votó sólo a favor de una pequeña parte de los textos, al igual que los neofranquistas españoles de Vox y Nicolas Bay, único diputado de Reconquête. 

En el bando de los no inscritos, Fidesz, el partido ultraconservador de Viktor Orbán, también se opuso a los textos ("La burocracia de la UE y la izquierda europea no han aprendido de sus errores y quieren imponernos su política migratoria", lamentó Kinga Gál, fingiendo olvidar que Hungría aceptó de hecho el compromiso final en diciembre). El Movimiento Cinco Estrellas italiano (M5S) también se opuso al texto, pero por la razón contraria: en su opinión, el mecanismo propuesto para distribuir a los migrantes no es suficientemente vinculante. 

El debate del día también fue testigo de varias intervenciones acaloradas, que subrayaron la inminencia de unas elecciones europeas. Por ejemplo, hubo un tenso cruce verbal entre la eurodiputada alemana Özlem Demirel (Die Linke, izquierda radical) y su compatriota ecologista Erik Marquardt (Grünen): ambos votaron en contra del paquete, pero Demirel le recordó que el Congreso alemán de los Verdes había defendido los mismos textos, al igual que la ministra alemana de Asuntos Exteriores, la ecologista Annalena Baerbock. 

Del mismo modo, los conservadores holandeses arremetieron contra la "muy oscura coalición que se ha formado entre Geert Wilders [el diputado antimigrantes que salió vencedor en las últimas elecciones parlamentarias - nota del editor] y el socialdemócrata Frans Timmermans contra este pacto en Holanda". 

Por último, varios eurodiputados señalaron en la tribuna que este pacto será muy difícil de aplicar. En primer lugar porque una de las grandes incógnitas es el aspecto financiero de los textos. También porque la transposición tendrá lugar en los próximos meses, cuando Hungría, luego Polonia y, por último, Dinamarca, ocupen la presidencia semestral rotatoria del Consejo. No es seguro que estos tres Estados, mas bien críticos con el pacto, hagan de su aplicación una prioridad en la agenda.

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Traducción de Miguel López

 

Poco después de las 17.00 horas de este miércoles, el palco de invitados del Parlamento de Bruselas, habitualmente tranquilo y reservado a los turistas perdidos, aparecía inflamado: "Este pacto mata, vota 'No'", gritaban varios activistas, provocando la interrupción de la sesión durante unos segundos. Los diputados de izquierda aplaudían mientras otros se sentían molestos al ver que algunos de sus colegas apoyaban ese alboroto en un momento crucial del mandato. 

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