Rusia, implicada en operaciones en Francia contras las comunidades judía y musulmana

Matthieu Suc (Mediapart)

Rusia pretende transmitir la imagen de que Francia es antisemita e islamófoba. Para asegurarse de que la sociedad francesa se divida, el Kremlin ha decidido alimentar el odio entre las comunidades judía y musulmana, atacándolas sucesivamente a ambas.

Uno de los servicios de inteligencia franceses ha obtenido recientemente documentos internos del Kremlin en los que, según un resumen al que ha tenido acceso Mediapart, “la Administración presidencial [rusa] se esfuerza en aumentar las tensiones entre esas dos comunidades en el territorio nacional, instrumentalizando debates divisivos para sembrar la discordia en la sociedad francesa y debilitar la cohesión nacional”.

Según nuestra información, este mismo servicio de inteligencia francés ha descubierto, por ejemplo, que el deterioro de los lugares culturales y conmemorativos judíos en mayo de 2025 fue “aprobado directamente por la Administración presidencial rusa”.

En un informe confidencial entregado al Parlamento, los servicios de inteligencia franceses ya señalaban en primavera que “la guerra psicológica e informativa” librada por Rusia tenía como objetivo “dividir a la opinión pública exacerbando las tensiones entre la población”, en particular, según ellos, en relación con el “conflicto entre Israel y Hamás”.

En unas notas presentadas en un procedimiento judicial en 2024, reveladas por Mediapart, la Direction Générale de la Sécurité Intérieure (DGSI) también señalaba que Francia era “un objetivo privilegiado del Kremlin” y que, para desestabilizar a los Estados “percibidos como adversarios”, los servicios secretos rusos identifican “vulnerabilidades existentes, como divisiones políticas o intercomunitarias”, que explotan “para desorientar las mentes”. Y el contraespionaje francés subraya que existen “constantes identificables” en los temas elegidos para sus operaciones de injerencia, “en su mayoría” cuestiones relacionadas con la inmigración, el islam, el antisemitismo, la hegemonía americana, las instituciones (Unión Europea, OTAN), etc.

Pintura verde y cabezas de cerdo

Después del 7 de octubre, la voluntad rusa de apostar por la guerra genocida librada por Israel en Gaza se había manifestado mediante operaciones de desestabilización dirigidas únicamente a la comunidad judía.

Tres semanas después del ataque perpetrado por Hamás en Israel, se pintaron más de 250 estrellas de David en las fachadas de varios edificios de la región parisina. En mayo de 2024, dos semanas después de que los estudiantes de Ciencias Políticas mostraran manos rojas durante las manifestaciones a favor de Palestina (un símbolo que había suscitado polémica, ya que hacía referencia al asesinato de dos soldados israelíes en octubre de 2000, al comienzo de la segunda Intifada), se pintaron treinta y cinco manos rojas en el Memorial del Holocausto, en París, sobre las placas con los nombres de las personas que salvaron a judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

Ahora se trata de atacar a dos comunidades religiosas para multiplicar las posibilidades de conflicto en Francia. Esta nueva estrategia de desestabilización tuvo su primera aplicación concreta entre los meses de mayo y septiembre de 2025.

Primero fueron “las pintadas verdes”. En la noche del 30 al 31 de mayo de 2025, varias sinagogas, un restaurante y (una vez más) el Memorial del Holocausto fueron vandalizados. Unos individuos vestidos con monos mancharon sus fachadas con pintura verde. En Antibes (Alpes Marítimos) fueron detenidos tres ciudadanos serbios cuando intentaban irse del país. Según la fiscalía de París, fueron identificados gracias al análisis de las imágenes de videovigilancia y a las investigaciones sobre sus comunicaciones telefónicas.

Tres meses más tarde tuvo lugar la segunda fase de la operación. En la noche del 8 al 9 de septiembre de 2025, se depositaron cabezas de cerdo —en algunas de las cuales se había escrito “MACRON” con pintura azul— frente a nueve lugares de culto musulmán de la región parisina. Al día siguiente, la fiscalía de París denunció “una voluntad manifiesta de provocar disturbios en la nación”.

Un serbio a sueldo de Moscú

Las primeras investigaciones revelan que dos individuos compraron diez cabezas de cerdo a un ganadero de Normandía unas horas antes de pasar a la acción. Una vez cumplida su siniestra tarea, cruzaron la frontera franco-belga a bordo de un vehículo con matrícula de Serbia. Le Monde reveló después que las dos operaciones fueron dirigidas a distancia por una misma persona.

Según la información de Mediapart, este hombre es un serbio llamado Aleksandar Savic, conocido por los servicios de inteligencia por ser un agente a sueldo de Rusia. Savic encargó por adelantado en un correo electrónico escrito el 27 de agosto las cabezas de cerdo que iban a utilizar sus cómplices dos semanas más tarde.

La DGSI ya tenía a Aleksandar Savic en el punto de mira por haber transmitido, a través de mensajería encriptada (Telegram, Viber y Zangi), a los otros tres ciudadanos serbios detenidos en Antibes las direcciones de los lugares conmemorativos y culturales judíos de París que iban a ser ensuciados con pintura verde. Durante una operación de vigilancia, un servicio de inteligencia europeo también había visto a Aleksandar Savic en contacto con dos de los tres serbios unas semanas antes de que se cometieran esos hechos.

Según nuestra información, la implicación de Savic en esas dos operaciones de desestabilización dirigidas sucesivamente contra las comunidades judía y musulmana indica, son para la DGSI una prueba de que están dirigidas por Rusia. Sobre todo porque el papel desempeñado por el jefe de la célula, que no pisó Francia pero se encargó de la logística de la operación, es similar al del búlgaro Nikolay Ivanov, que acaba de ser condenado a cuatro años de cárcel por financiar los desplazamientos y el alojamiento en París de otros tres búlgaros que pintaron manos rojas en el Memorial del Holocausto.

Tres semanas después de las cabezas de cerdo en las mezquitas, el ministro del Interior serbio publicó un comunicado de prensa para anunciar la detención de once serbios sospechosos de haber participado en varias operaciones en Francia y Alemania con el objetivo de difundir “ideas que promueven e incitan al odio, la discriminación y la violencia basadas en las diferencias”, entre ellas la pintura verde y las cabezas de cerdo. La fiscalía de París, que hemos contactado, asegura que esas personas no han sido detenidas a petición de Francia.

Su líder, Aleksandar Savic, no está entre los detenidos y se encuentra “actualmente en fuga”. Según el ministerio del Interior serbio, que no precisa la nacionalidad del servicio en cuestión, Savic habría actuado “bajo las instrucciones de un servicio de inteligencia extranjero”.

Se desconoce el paradero actual de Savic. Lo que sí se sabe es que su homólogo de las manos rojas, Nikolay Ivanov, huyó de su país, Bulgaria, tras la degradación del Memorial del Holocausto para irse, como reveló Mediapart, a Moscú para luego refugiarse en Croacia, donde finalmente fue detenido.

Un 'modus operandi' característico

En una nota de julio de 2024 incluida en un procedimiento judicial, la DGSI describe un esquema muy jerarquizado de operaciones de desestabilización llevadas a cabo por Rusia y su organización. “En primer lugar, hay un oficial de inteligencia ruso con base en Rusia. Este autor intelectual recurre, en segundo lugar, a un intermediario que suele estar basado en antiguos países satélites de la Unión Soviética o procedentes de la desintegración del bloque del Este”. A continuación, el intermediario se pone en contacto con “individuos rusoparlantes, a menudo en situación precaria”. Luego, el intermediario coordina, “a distancia y de forma desmaterializada”, la organización de esas campañas.

Para cada misión, se crea un canal de Telegram. Los agentes provocadores reciben allí instrucciones muy precisas sobre los objetivos a vandalizar. “Nos dicen en qué tienda comprar lo que necesitamos o incluso dónde aparcar”, cuenta uno de los hombres que colocó ataúdes bajo la Torre Eiffel. Una vez cumplida la misión, se borran los mensajes y la cuenta de Telegram.

“Esta organización compartimentada garantiza un cierto grado de seguridad en las operaciones y hace que sea especialmente complejo establecer el vínculo entre Rusia y los ejecutores”, lamenta la DGSI en una de sus notas.

Una antigua tradición del KGB

Las “medidas activas” son herederas de una larga tradición soviética. Se trata de acciones llevadas a cabo, en un principio por el KGB, para desestabilizar los regímenes y las poblaciones de los países adversarios, de acuerdo con los intereses de la URSS de entonces, y de Rusia ahora.

Las primeras medidas activas conocidas se produjeron en la década de 1950 con una campaña de carteles antisemitas y esvásticas en la RFA y otros países de Europa. Un episodio apodado “la epidemia de las esvásticas”, cuyos verdaderos autores no fueron descubiertos hasta la década de 2000, gracias al análisis de las notas manuscritas redactadas por el desertor soviético Vasili Mitrojin, archivero hasta 1992 en la primera dirección general del KGB.

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El análisis de estos archivos también reveló que el KGB difundió textos racistas, supuestamente elaborados por la Liga de Defensa Judía, en los que se pedía el linchamiento de ciudadanos afroamericanos en Estados Unidos. Esas medidas activas también tomaron la forma de cartas enviadas en nombre del Ku Klux Klan a países de África y Asia antes de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984.

 

Traducción de Miguel López

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