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Los compromisos olvidados de la COP: en 2021 se pactó reducir el carbón y en 2023 se quemará una cifra récord

Activistas climáticos en una protesta durante la COP28.

El 21 de noviembre de 2021 terminó –con tres días de retraso– la COP21 de Glasgow, donde por primera vez se cerró un pacto global para la "reducción" del consumo de carbón. India logró en el último minuto que esa palabra sustituyese a "abandono" y descafeinó un acuerdo clave para la lucha contra el cambio climático, ya que ese combustible es el principal responsable histórico del calentamiento global. Dos años después, los datos demuestran que poco importaba el verbo, porque en 2023 el mundo quemará más carbón que nunca antes en su historia. 

La Agencia Internacional de la Energía (IEA), dependiente de la OCDE, ha publicado este viernes que la demanda de carbón de este año será de 8.540 millones de toneladas, 850.000 veces el peso de la Torre Eiffel y un 1,4% más que en 2022, cuando se alcanzó otro récord. La agencia también pronostica que en 2023 la demanda de petróleo será la más alta del histórico, con 101,7 millones de barriles diarios. En cuanto al gas natural –el tercer gran contaminante fósil–, se usarán este año 4.071 millardos de metros cúbicos, la segunda cifra más alta tras 2021. En el caso del petróleo y el gas, se espera que el año que vienen vuelvan a marcar otro récord de consumo. 

La noticia llega solo dos días después de que termine la COP28, donde casi 200 naciones han pactado acabar con los combustibles fósiles de aquí a 2050, pero los pronósticos de la IEA demuestran que hace falta más que tratados políticos para acabar con ellos. La demanda de carbón no ha parado de crecer, por mucho que en las últimas tres conferencias del clima de la ONU se haya adoptado el compromiso de "acelerar los esfuerzos para reducir el uso de carbón". 

"¿Qué podemos esperar de un acuerdo voluntario y sin medidas coercitivas? Pues poco", opina Francisco del Pozo, responsable de Greenpeace de la campaña contra los combustibles fósiles. "Pero es la consecuencia de tener un sistema de votación por unanimidad, que hace que no se puedan aprobar medidas coercitivas", sigue el ingeniero industrial. 

El informe de la IEA recoge que tanto Europa como Estados Unidos han reducido drásticamente su consumo de carbón hasta un 20% respecto a 2022, cuando se quemó masivamente por el encarecimiento del gas natural. También reducen este año la demanda de carbón otras grandes economías como Japón, Canadá o Australia. Pero el crecimiento de su quema en China (un 5%) y en India (8%), así como en Indonesia, Vietnam y Filipinas, es suficiente para compensar la balanza y volver a alcanzar otro récord, ya que estos cinco países representan el 75% del consumo del carbón en el mundo (en 1995 apenas sumaban el 28%). 

La COP28 termina con un acuerdo para acabar con los combustibles fósiles en 2050

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Este grupo de países asiáticos son los grandes responsables del uso de carbón, pero no son los únicos culpables. En la Unión Europea, el 16% de la electricidad se sigue generando con este mineral. En Polonia supone todavía el 70% del mix eléctrico y en Alemania el 30%. Al comparar estos datos con lo comprometido este miércoles durante la cumbre del clima de Emiratos, Francisco del Pozo ve una clara incongruencia: "Hay una disonancia cognitiva entre la política climática y lo que realmente estamos quemando". En España, el carbón apenas representa el 1,5% del mix eléctrico y en 2024 se cerrará la última central térmica del país. 

La buena noticia, destacan los técnicos de la IEA, es que en 2023 se alcanzará un pico en el consumo de carbón y que a partir de entonces el interés en este mineral caerá por la instalación masiva de energías renovables, ya que su uso más común es para generar electricidad. Francisco del Pozo lo pone en duda y recuerda que "el pico de carbón es el debate eterno" porque cada año se anuncia su declive, pero nunca llega. 

"En el pasado hemos vivido tres grandes caídas, pero esta vez es diferente", garantiza Keisuke Sadamori, director del departamento de Energía de la IEA. "Ahora vemos que la instalación sostenida de energías limpias hace que la caída del carbón sea estructural", añade durante una rueda de prensa ofrecida este jueves. Sus cálculos solo llegan hasta 2026, "y a partir de entonces, lo que ocurra con el carbón dependerá de si las grandes economías asiáticas siguen construyendo renovables". En cuanto al gas y el petróleo, el esperado pico de su consumo está bastante más alejado. La Agencia Internacional de la Energía cree que para estos dos combustibles llegará alrededor de 2030, al que seguirá una planicie —no una caída– si no se acuerdan medidas más ambiciosas en el futuro.

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