España se prepara para despedirse del carbón y acumula dos semanas con las centrales apagadas
España vislumbra estos días lo que podría llegar a ser el fin definitivo del carbón tras más de un siglo alumbrando el país. Las centrales térmicas de carbón llevan dos semanas apagadas y la planta de Aboño II, la principal central de carbón española, acaba de ser reconvertida a gas natural. Solo una de las cuatro centrales de carbón que quedan operativas podría encenderse puntualmente en los próximos meses, un hito que demuestra que el fin del carbón para generar electricidad es inminente.
El pasado 3 de julio se apagó la central de Los Barrios (570 MW, Cádiz) y días antes lo hicieron Aboño I (366 MW, Asturias) y Soto III (361 MW, Asturias). Las tres son propiedad de la portuguesa EDP y son las últimas centrales de carbón de la península. También hay una cuarta planta propiedad de Endesa, Es Murterar (240 MW, Mallorca), que lleva sin funcionar desde abril.
Al igual que las centrales de gas, las de carbón son muy versátiles y es común que se enciendan intermitentemente en las horas que elijan sus dueños o las que reclame Red Eléctrica (REE), pero no es normal que permanezcan apagadas tantos días. Hasta ahora, había registros de hasta 54 horas libres de carbón en el sistema en enero de 2021, pero en esta ocasión se han superado las dos semanas.
Paco Ramos, experto en Energía de Ecologistas en Acción, lleva años monitorizando el cierre del carbón en España, y explica que el gran cambio que ha provocado este cierre —al menos temporal— de las térmicas es la reconversión de Aboño II, la central gemela de Aboño I. Este grupo térmico tenía 556 MW, pero cerró en febrero para reconvertirse en una planta de gas y reducir así sus emisiones de dióxido de carbono. El 1 de julio la planta reabrió y ahora quema gas natural y gases industriales de la compañía ArcelorMittal.
"Lo que ha cambiado en el sector es la reconversión de Aboño II, que mientras estuvo abierta funcionaba prácticamente cada día para garantizar el abastecimiento eléctrico de la industria asturiana", explica Ramos. Mientras estuvo cerrada, el Gobierno concedió 2.000 horas de trabajo a Aboño I como sustituta, pero ya las ha agotado y ahora que ha reabierto la segunda planta, Aboño I no podrá volver a encenderse este año.
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Cada jueves, una mirada rigurosa y comprometida sobre lo que le está pasando al planeta.La central gaditana de Los Barrios apenas tendría combustible para seguir funcionando, según señala el experto de Ecologistas en Acción. De hecho, se ha mantenido apagada desde febrero, salvo por una breve operación durante los tres primeros días de julio. Por su parte, Soto de Ribera podría trabajar sin límite de horas este año porque en 2017 instaló una planta de desnitrificación para reducir las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) y poder trabajar sin tope de horas.
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Sin embargo, las elevadas emisiones de CO₂ hacen que estas plantas sean mucho menos rentables que las de gas natural, salvo que se enciendan por orden del operador del sistema (REE) y reciban una retribución extraordinaria del mercado de restricciones. Esta es la práctica habitual de las térmicas de carbón en España para poder funcionar en un mercado eléctrico en el que cada vez hay más renovables y precios bajos.
Por último, la central mallorquina de Es Murterar lleva sin generar luz con carbón desde mediados de abril, según el periódico local Última Hora. En esa fecha agotó las 500 horas que tiene permitido funcionar cada año, aunque podría ponerse en marcha en caso de emergencia si el suministro eléctrico del archipiélago estuviese en riesgo. No está previsto el cierre de Es Murterar hasta 2026, cuando en teoría entrará en funcionamiento un segundo cable entre las islas y la península.
EDP también tiene su propio plan para cerrar Aboño y Soto de Ribera convirtiendo las dos instalaciones en fábricas de hidrógeno verde para la industria de los alrededores, aunque en una entrevista reciente con el diario asturiano El Comercio el consejero delegado de la energética ha rebajado las expectativas originales. "Nunca tuvimos grandes ilusiones con el ritmo del hidrógeno, se ha pasado de la euforia al otro extremo, la depresión", dijo a este periódico, en referencia a la falta de demanda de hidrógeno verde que observan en estas zonas.