REDES SOCIALES

Qué se sabe del plan de Musk para "ayudar a la humanidad" gracias a Twitter (y si hay que preocuparse)

Elon Musk entrando en las oficinas de Twitter en San Francisco con un lavamanos en brazos.

"El pájaro es libre". Con esta simple frase, Elon Musk ha confirmado en su cuenta de Twitter que tras casi siete meses de acusaciones cruzadas, tiras y aflojas y un conato de juicio ya es el dueño de la red social y, como él mismo se autodefinió unas horas antes en la biografía de su perfil, el "tuitero en jefe". El también fundador y consejero delegado de Tesla y Space X pagará finalmente lo que propuso a principios del mes de abril: 54,20 dólares por cada acción.

En total, desembolsará la friolera de 44.000 millones de dólares (una cifra similar en euros). Una cantidad que para el común de los mortales es desorbitada, pero que para el empresario estadounidense sólo representa una parte ínfima de su fortuna, estimada en 219.000 millones de dólares y que lo corona como el hombre más rico del mundo. 

"Al final, después de todos estos meses, Musk ha hecho lo que todos esperábamos que iba a hacer que es comprar Twitter", argumenta Laura Pérez Altable, doctora en Comunicación e investigadora de la Universitat Pompeu Fabra. Para esta experta, estos casi siete meses de vaivenes son el mejor ejemplo de la personalidad de este personaje: se considera "por encima del bien o del mal" y con un claro "enfoque de clase": "Para él, comprar la red social es como para nosotros comprarnos unos pantalones".

Y no es el único ejemplo reciente de una celebrity comprando una red social. Pérez Altable destaca la coincidencia en el tiempo con la decisión del rapero Kanye West de hacerse con Parler, esta plataforma que es una especie de Twitter de derechas que se ha convertido en el nuevo refugio de trumpismo. "Estamos en un momento en que las celebridades están comprando redes sociales para tener una posición de control tanto de las aplicaciones como del discurso", sostiene esta investigadora. 

Musk, por lo de pronto, no ha tardado mucho en hacer notar que ya es el jefe de Twitter. Su primera decisión ha sido despedir a sus máximos directivos. Por ahora, el listado está compuesto por el director ejecutivo, Parag Agrawal, con el que ha tenido un par de encontronazos en la propia red social con intercambios públicos de acusaciones que llegaron a incluir un emoji de una caca; así como el director financiero, Ned Segal, la directora legal, Vijaya Gadde, el asesor general, Sean Edgett, y la directora de atención al cliente, Sarah Personette. Y, según publican varios medios estadounidenses, el reguero de dimisiones ya es importante. 

Según publican Reuters y Bloomberg, tanto Agrawal, que sustituyó al fundador Jack Dorsey hace menos de un año al frente de la compañía, como Segal y Edgett han sido escoltados fuera del edificio por personal de seguridad. Aunque no se van de vacío. Según adelanta Business Insider, Agrawal se llevaría bajo el brazo un cheque de 38,7 millones de dólares, Gadde de 12,5 millones y Personetter de 11,2 millones. 

¿Quién ocupará ahora el trono de Twitter? Según publica Bloomberg, Musk asumirá el cargo de director ejecutivo que hasta ahora ostentaba Agrawal. Sin embargo, es probable que se lo termine cediendo a otra persona. 

Los cambios que quiere Musk

Aunque, según explica Techcrunch, el movimiento "particularmente preocupante" es la destitución de Gadde, la máxima autoridad sobre las políticas de Twitter, ya que podría ser el comienzo de una ruptura de los controles y equilibrios internos y un desmantelamiento del enfoque minuciosamente construido durante los últimos años. Y, además, coincide con uno de los primeros mensajes que ha trasladado ya como propietario: quiere cambiar las políticas de moderación de contenido y apostar así, según él, por "una mayor libertad de expresión"

Este viernes, y después de tuitear el mensaje "deja que los buenos tiempos fluyan", ya ha adelantado detalles de los cambio que llevará a cambio en materia de moderación. En una publicación en la red social, afirma que se "formará un consejo de moderación de contenido con puntos de vista muy diversos" y que "no se tomarán decisiones de contenido importantes ni se restablecerán cuentas antes de que se reúna ese consejo".

Cierra así la puerta a uno de los mayores miedos que reinaban este viernes en el universo tuitero: Musk ha reiterado en numerosas ocasiones que no está de acuerdo con la práctica de prohibir el acceso a aquellos usuarios que violan reiteradamente sus políticas. La supresión de esta medida podría suponer el regreso de, por ejemplo, Donald Trump. Desde su red social Truth, el expresidente de EEUU ha escrito que está "feliz porque Twitter está ahora en manos de una persona cuerda".

Si se hace un repaso por todas las críticas que ha vertido durante los últimos meses a través de su perfil en la red social, otro de los puntos calientes para el Twitter de Musk será el tema de las cuentas falsas. Esta fue la excusa que puso en su momento para retirar la oferta. Alegó que los directivos de la compañía no habían accedido a sus peticiones de información sobre esta cuestión tras solicitar el número exacto de bots y también de cuentas falsas y de spam que había en la plataforma. La red social cifra estas cuentas en menos del 5%. Musk habla del 20%. Según análisis externos, serían el 19,42%. 

Musk también ha trasladado a sus nuevos trabajadores la idea de crear X, una aplicación para todo. Su objetivo sería copiar descaradamente a la china WeChat, que empezó siendo un servicio de mensajería instantánea y ahora abarca desde pagos hasta juegos. 

"Quiero ayudar a la humanidad"

Con todos estos cambios en mente y, sólo un par de horas antes de hacerse efectiva la compra, ya había ejercido de máxima autoridad al enviar una carta a los anunciantes para tranquilizarlos. En esta misiva que, como no, compartió en su cuenta en la red social, explica que no compra la plataforma porque "vaya a ser fácil" o por "hacer más dinero" sino porque quiere "ayudar a la humanidad". "Si quisiera salvar la humanidad lo haría de otra manera", defiende Pérez Altables que señala que "lo que quiere es un enriquecimiento personal, no sé si también monetario y para sentirse poderoso". 

El multimillonario también les traslada a los anunciantes sobre el "gran peligro" de que las redes sociales se dividan "entre extrema derecha y extrema izquierda". "Para el futuro de la civilización es importante tener una plaza del pueblo digital, donde una amplio rango de formas de pensar puedan debatir de forma sana", expone Musk. 

"Sí que es cierto que ha habido un cambio de paradigma en las redes sociales", reconoce Pérez Altables que recuerda que si hace diez años el discurso predominante en las redes sociales era de izquierdas ahora "hay un discurso más de derechas" y también un "discurso de odio". "Hay una sensación generalizada en Twitter de que ya no es un espacio agradable y es hostil", sostiene esta experta. 

Musk, en parte, es consciente del ambiente en el universo tuitero y, por ello, en esta misiva también advierte que "obviamente" su nueva propiedad no puede "convertirse en un paisaje infernal en el que todo vale, donde cualquier cosa puede ser dicha sin consecuencias". También explica que, además de adherirse a las leyes locales, la plataforma debe ser "cálida y acogedora para todos". 

Desde Bruselas, por lo pronto, ya han avisado a Musk que su pájaro, usando sus propias palabras, "volará bajo nuestras reglas". En concreto, el comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, ha advertido al nuevo dueño que la red social se deberá ceñir en Europa a las leyes digitales comunitarias.

Cómo hemos llegado hasta aquí

Concluye así casi siete meses de un culebrón que ha tenido a todo el universo alrededor en Silicon Valley con las palomitas en la mano esperando a ver qué locura se inventaba el hombre más rico del mundo para el siguiente capítulo. Para conocer los inicios, hay que remontarse al pasado mes de abril. Musk, usuario habitual de la plataforma, decidía que la mejor forma de solucionar todo lo que según él no funcionaba era comprar la red social. El 4 de abril, multimillonario anunció que se había convertido en el mayor accionista tras hacerse con el 9,2%, que en números se traducía en 73,5 millones de acciones por 2.400 millones de dólares. Justo un día después, comunicó que se unía a su Consejo de Administración. Y el 10 de abril dio marcha atrás y anunció que renunciaba a entrar. Sin embargo, cuatro días después, dio el paso definitivo y anunció que se haría con la totalidad de Twitter.

Y lo hizo sin dejar de lado su lado más excéntrico. El precio de 54,20 dólares por cada acción recuerda a los 420 dólares con los que quiso recomprar todas las acciones de Tesla en 2018 para sacarla de Bolsa. ¿La importancia del 420? Es un número que está ligado con la marihuana y la obsesión de Musk con esta cifra es más que conocida

Sin embargo, menos de un mes después, dio marcha atrás con la excusa de los bots y las cuentas falsas. En medio del intercambio de acusaciones entre ambas partes, Twitter terminó acudiendo a la justicia para obligar a Musk a que cumpliese con su oferta inicial. Tras un verano lleno de rumores, filtraciones, mensajes cruzados y la fecha del juicio fijada para finales de octubre, el multimillonario decidió evitarse una batalla legal que sería difícil de ganar y volver a poner encima de la mesa la oferta inicial

Y así, apuró plazos para cerrar la operación a escasas dos semanas de las elecciones de medio mandato en EEUU, que se celebran el próximo 8 de noviembre. ¿Coincidencia? "No es casualidad que, después de meses de negociaciones, la compra se produzca justo ahora", reconoce Pérez Altables que le ofrece el beneficio de la duda a Musk y apunta que no sabe si "realmente" podrá hacer alguna modificación sustancial porque "no tiene mucho margen". 

Musk completa la compra de Twitter por 44.000 millones de euros y fulmina a los principales directivos

Musk completa la compra de Twitter por 44.000 millones de euros y fulmina a los principales directivos

Musk, consciente de las pocas horas que quedaban para cerrar la operación, se presentó el miércoles en la sede de Twitter en San Francisco con un lavabo en sus manos para conocer su nueva oficina. Él mismo compartió el vídeo del momento con el juego de palabras: "Let that sink in" que se podría traducir al español como "dejad que penetre la idea". 

El multimillonario aprovechó esta visita para conocer a sus nuevos empleados a los que aseguró que lo que se había filtrado de qué iba a despedir al 75% de la plantilla era falso. O más bien, según Bloomberg, que la cifra no era la correcta. Ahora, a los trabajadores les queda esperar que Musk les informe a golpe de tuit de cómo va a ser la nueva era que se abre en la red social. 

Un nuevo capítulo, quizás el último, del culebrón del año en Silicon Valley en el que el único ganador parece, de primeras, el número de seguidores del millonario. Si a finales de abril, Musk contaba con 88 millones de followers tras sumar más de siete millones durante ese mes, ahora su cuenta tiene más de 110 millones y ya es la tercera persona más seguida en la red social, sólo por detrás de Barack Obama y Justin Bieber. 

Más sobre este tema
stats