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Los 'bots', el agujero negro de Twitter que explora Musk antes de firmar el cheque de compra

Elon Musk, en una imagen de archivo de mayo de 2020.

El futuro de Twitter se está decidiendo a golpe de tuit. O, por lo menos, así lo ha decidido Elon Musk, que ha convertido su perfil en la red social en una especie de diario en el que va dejando sus ideas sobre los problemas de la plataforma y también la visión de futuro que tiene sobre ella. Así, siguiendo esta filosofía, el también fundador de Tesla y SpaceX anunció el pasado viernes 13 de mayo que paraliza la operación de compra de la tecnológica californiana. Y ofrecía en bandeja de plata al culpable: el porcentaje de bots y también de cuentas falsas y de spam en Twitter

En concreto, y enlazando una información de Reuters publicada once días antes de esta polémica paralización, Musk aseguró en 20 palabras y 137 caracteres (en su versión en inglés) que quería "detalles" que respaldasen "el cálculo de que las cuentas falsas/spam representan menos del 5% de los usuarios". Cabe destacar que estos datos proceden de una presentación regulatoria de la propia compañía ante la Comisión del Mercado de Valores de EEUU (SEC por sus siglas en inglés) en este proceso de compra. 

En esta información, la red social calculó que las cuentas falsas o de spam representaban menos del 5% de sus usuarios activos diarios monetizables durante el primer trimestre tras una revisión interna. Es decir, que el 95% de sus 229 millones de usuarios son reales y, por tanto, tienen una persona detrás y consumen los anuncios con los que la plataforma gana dinero. No obstante, estas cifras no convencen a Musk que considera que este porcentaje es más elevado. Es más, en un tuit del pasado 17 de mayo incrementó esta cifra hasta el 20%: "Esto es cuatro veces lo que afirma Twitter y podría ser mucho más alta". 

Más allá de las motivaciones detrás de este movimiento de Musk, la polémica está servida y los bots han saltado al circo mediático. Pero, ¿de qué se habla cuándo hablan de bots, cuentas spam y cuentas falsas? "La diferencia entre ellas es la intencionalidad", reconoce Laura Pérez Altable, doctora en comunicación e investigadora de la Universitat Pompeu Fabra. 

Los bots son, según explica el propio Twitter, "cuentas automatizadas". Eso sí, no todos son iguales ni todos son malos: "La automatización también puede ser una herramienta poderosa en interacciones de servicio al cliente, donde un bot conversacional puede ayudar a encontrar información sobre pedidos o reservas de viaje automáticamente". Alguno, por ejemplo, controla los movimientos del avión privado de Musk. El hombre más rico del mundo ha intentado hacerse con esta cuenta y ofreció a su dueño, un joven estadounidense de 19 años llamado Jack Sweeney, 5.000 dólares. Sin éxito, por ahora.

La propia red social ha dejado claro en numerosas ocasiones qué comportamientos dentro de estos perfiles están prohibidos: desde el uso malicioso, pasando por la amplificación artificial de conversaciones hasta la generación o compra de interacciones falsas. "Algunos son perfiles dirigidos", apunta Pérez Altable que matiza que estas cuentas tienen "una intencionalidad muy marcada": "Intentan crear corrientes de opinión artificiales y también cambiar la opinión pública a través de repetir mensajes". Para esta experta, este problema, a pesar de lo que dice Musk, no es "cuantitativo": "Son comprados y manejados por instituciones o partidos políticos que tienen influencia en la vida pública".

Dejando a un lado los bots, las cuentas spam son aquellas que publican información con una finalidad comercial que, en algunas ocasiones, puede contener elementos fraudulentos como noticias falsas, phishing o malware. "Están relacionadas con promociones", explica Pérez Altable. 

Y, por último, las cuentas falsas las puede abrir cualquiera para "mantener su anonimato, para pasar el rato o para poder decir lo que no puede decir desde un perfil con su nombre", reconoce esta experta. Acabar con este tipo de cuentas también es uno de los anhelos confesados de Musk ya que quiere verificar a todos los usuarios. ¿Supondría esto el fin del anonimato en esta red social? Sí. Y esto, tal y como apuntan desde las organizaciones de derechos humanos, podría ser un problema, y grave, para muchos usuarios desde disidentes políticos, pasando por víctimas de violencia de género hasta el colectivo LGTBI. 

Entre el 5% y el 20%

Una vez aclarados los conceptos, viene otra de las dudas que se ha abierto con toda esta polémica: ¿es tan complicado para una red social saber cuántos bots o usuarios falsos tiene? "Twitter como cualquier usuario sabe identificar a un bot con una foto de huevo, pero es verdad que a veces pueden ser difíciles de detectar", argumenta Pérez Altable. No obstante, esta doctora en comunicación recuerda que muchos de estos perfiles han evolucionado para dar la apariencia de un usuario real. Eso sí, para esta experta, "si hay voluntad, se pueden identificar". 

Por el momento, Twitter lo cifra en menos del 5%. Musk habla del 20%, aunque ha bromeado con algunos seguidores que podría ser incluso del 50%. Según un análisis de SparkToro y Followerwonk publicado esta misma semana lo cifra en el 19,42%. También determinan que el 23,42% de los seguidores del multimillonario no son usuarios reales. Eso sí, matizan que este porcentaje es sobre cuentas públicas que enviaron un tuit en los últimos 90 días. Además, ambos grupos han explicado que sus definiciones de bot, cuenta falsa o de spam podrían no ser las mismas que las que usa la propia red social. 

Lo cierto es que las dudas sobre el recuento de seguidores que hace Twitter vienen provocado por la propia red social, ya que el dato del 5% presentado ante la SEC era una corrección de la tecnológica. Y esta no ha sido la primera vez que la compañía se equivoca contando usuarios. En la presentación de sus resultados del primer trimestre, reconoció un error por el que llevaba desde 2019 sobreestimando el cálculo de sus usuarios diarios activos monetizables en casi dos millones de cuentas. En concreto, la empresa había calculado un exceso de 1,5 millones a nivel internacional, con 178,8 millones en vez de los 177,3 millones reales.

Además, el problema de las cuentas falsas no es un problema nuevo para los de San Francisco. La red social no cuenta prácticamente con restricciones a la hora de crear una cuenta en la plataforma. Y aunque ha intentado ponerle freno, aún no lo ha conseguido. Es más, a principios de mayo actualizó su política de contenido duplicado: "Para ayudar a las personas a encontrar información auténtica y creíble, así como para promover un discurso público saludable en Twitter, limitamos la visibilidad de los tuits duplicados (también conocidos como copiapega)". 

El propio Musk aseguró el 21 de abril que "derrotaría a los bots" o "moriría en el intento". Esa fue la primera vez desde que se conoció su oferta de más de 43.000 millones de dólares por la totalidad de la compañía que hizo mención a este problema. Hasta ese momento había centrado su discurso tuitero en cómo quería convertir la plataforma en una "plaza del pueblo digital" ahora que se ha autoproclamado como un "absolutista de la libertad de expresión".

Twitter explica cómo calcula este 5%

Desde ese día, Musk ha tuiteado ocho veces mensajes que incluyen las palabras bot, spam o fake (falso, en inglés), incluida la publicación en la que pausó la operación de compra. Aunque el episodio más rocambolesco se ha vivido esta última semana. Ante sus 94 millones de seguidores, se enzarzó en directo con el actual CEO de Twitter, Parag Agrawal. "Hablemos del spam. Y hagámoslo con el beneficio de los datos, los hechos y el contexto", aseguró este lunes en un extenso hilo en el que, entre otros detalles, explicó que "las campañas de spam más avanzadas utilizan combinaciones de humanos coordinados y automatización", que "los adversarios, sus objetivos y tácticas evolucionan constantemente, ¡a menudo en respuesta a nuestro trabajo!" o que "el desafío difícil es que muchas cuentas que parecen falsas superficialmente, en realidad son personas reales". 

Agrawal también ofreció cifras: "Suspendemos más de medio millón de cuentas de spam todos los días, generalmente antes de que cualquiera las vea en Twitter. También bloqueamos millones de cuentas cada semana que sospechamos que pueden ser spam, si no pueden pasar los desafíos de verificación humana (captchas, verificación telefónica, etc.)". El actual CEO admite que no son "perfectos para detectar spam" y que esta es la razón por la que, a pesar de toda esta eliminación de cuentas saben que "algunos todavía se escapan", y este porcentaje es del 5%. "Nuestras estimaciones internas reales para los últimos cuatro trimestres estuvieron muy por debajo del 5%". 

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¿La respuesta de Musk? Se limitó a tuitear una caca sonriente en respuesta a una de estas publicaciones. Eso sí, 24 horas después, volvió al ataque para asegurar en respuesta a otro usuario que su cálculo era del 20%.

Cálculos arriba o abajo, lo cierto es que esta preocupación de Musk por los bots no ha convencido a prácticamente ningún analista. Es más, muchos apuntan que o bien se esté acobardando ante la operación e intente buscar con esta excusa una salida, o bien que quiere intentar renegociar el precio de compra, ya que ofreció 54,20 euros por acción, un precio muy por encima del actual precio por título de la compañía (por debajo de los 40 euros durante las últimas semanas). "Mi oferta se basó en que las presentaciones de la SEC de Twitter eran precisas", escribió en un tuit el pasado miércoles. 

Por ahora, Musk se ríe, tal y como mostró en la reciente conferencia de tecnología All-In en Miami en la que participó de forma telemática. Pero el juego con Twitter podría salirle caro. Si se echa atrás, tendría que pagar mil millones de dólares, según establece el acuerdo de compra. Para el que es el hombre más rico del mundo con una fortuna estimada en 219.000 millones de dólares, probablemente no le parezca mucho cuando ofreció 43.000 millones por la plataforma. Para el resto de los mortales que no forman parte de la lista Forbes, estas cifras son ininteligibles. 

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