Has llegado. Contra todo pronóstico. En contra de
poderes establecidos y con toda la plana mayor del aparato dejándose la piel para favorecer a tu contrincante.
Quienes se pensaron superiores a ti en “izquierdismo” y en eso que invocan a conveniencia y que denominan “responsabilidad de Estado”, no contaron, por enésima vez en la historia, con el poder de un
pueblo hastiado.
Has llegado Pedro y, sin embargo -no creas a quien te diga lo contrario-
aún no has ganado nada.
No quisiera ni asomarme a pensar que no seas quien prometes ser, pero, y al igual que ocurre cuando en una pareja se instala el fantasma de la
deslealtad, algo instintivo e irracional puede llevar a sospechar al votante que quizá no seas tú el amor de nuestra “izquierdista” vida.
Es posible que sea cierto que cada uno de tus interlocutores recibe de ti exactamente las palabras que quiere oír, ganando de ese modo una
confianza que con alta probabilidad traiciones más tarde. Es posible.
Es posible que solo escuches y hables a tus militantes y simpatizantes en momentos en los cuales sólo ellos son los pilares que te sostienen en pie, y que una vez conseguido el objetivo, olvides la palabra dada. Es posible.
Sin embargo, quiero desoír todas esas
vocecillas y quiero seguir
confiando en que vas a cumplir con tu parte del acuerdo.
Y es que tú, y solo tú, Pedro Sánchez, nos has prometido sacar al Partido Popular del Gobierno de España, a cambio de auparte a lo más alto de tu partido, y demostrar con ello a barones y sultana, que
el PSOE son sus gentes y no exclusivamente sus dirigentes.
El poder mal apuntalado es muy efímero, demasiado. Lo has comprobado en primera persona y has saboreado el
amargor de la derrota. Pero aún es más exiguo el mandato si quienes te ampararon para volver, te llegaran a dar la espalda.
Vanessa Fernández es socia de infoLibre
De momento lo está haciendo bien, habla poco y parece que hace mucho. Se merece un margen de confianza. Está claro que hay mucha gente esperando su fracaso, de un lado y de otro, pero eso es lo que más debe motivarlo. Ánimo y a no bajar la guardia.
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