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Que todos sean varones no es casual

Jesús Pichel Martín

Esta semana están previstos dos debates electorales en televisión con los cuatro líderes de PSOE, PP, Unidas Podemos y Ciudadanos. Van a debatir Pedro, Pablo, otro Pablo y Albert, candidatos todos ellos a la Presidencia del Gobierno. Podía haber dicho que el debate será entre Sánchez, Casado, Iglesias y Rivera, que parece que es lo mismo, pero no lo es.

Sin duda, todos ellos están donde están por sus propios méritos, pero es llamativo que esos méritos no los tengan las Petras, Paulas, Paolas o Albertas que militan en sus respectivos partidos. Ni una sola. Parece que se hayan tomado al pie de la letra el tergiversado gag de Groucho —detrás de un gran hombre hay una gran mujer—y reservan para ellas, en el mejor de los casos, la segunda posición, detrás del cabeza de familia —del partido, quiero decir.

Es cierto que algunas mujeres ocupan los primeros puestos en algunas listas de provincias —así, entrecomillado— y que la mayoría de las listas están en cremallera o casi, pero las listas fetén, las que encabezan quienes aspiran a presidir el gobierno se abren en masculino —salvo en tres pequeños partidos (PACMA, Partido Humanista y Recortes Cero), aspirantes a conseguir algún escaño, pero no más.

Recordemos: han sido presidentes de Gobierno un Adolfo, un Leopoldo, un Felipe, un José María, un José Luis, un Mariano y un Pedro. Una Teresa, una Soraya y una Carmen han sido vicepresidentas, y una Elena vicepresidenta segunda. El próximo gobierno está aún por ver, pero todo apunta a que su nombre termine en "o".

Todo esto no es casual, sino causal; no es resultado del azar, sino de la ancestral forma patriarcal y androcéntrica de entender el poder y las estructuras que lo sostienen.

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Jesús Pichel Martín es socio de infoLibre

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