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¿Perfección es igual a felicidad?

Itxaso Capetillo Gorriz

Creer en la perfección es un resquicio de nuestra frágil condición humana.

Adquirir las herramientas necesarias para tornar la ilusión en realidad tangible es imposible. Y mantener la esperanza en la posibilidad de contemplar una felicidad plena nos propone retos inalcanzables. De esta forma, el alma vive en una constante decepción. Vivimos en una búsqueda incesante. Crecemos en un mundo que no se corresponde con nuestras expectativas. Sin embargo, es el único escenario conocido.

¿Cómo podemos creer en una hipótesis preferente que dispute lo obtenido hasta el momento, si tan solo es una hipótesis?

Lo anteriormente escrito contiene una trampa. Sin dubitación alguna, he dotado a la perfección de un símil: la felicidad. Por tanto, entendemos que son dos hechos que correlacionan. O quizás, se trata de un acto y su consecuencia. Tal vez, la opción más cercana al pensamiento común sea: herramienta (perfección) y finalidad (felicidad).

La perfección, comprendida como completa felicidad, es el deseo más anhelado y, a la vez, el más indispuesto en nuestras vidas. Nadie ha completado el transecto que finaliza en su alcance. Nadie puede alegar haberla tanteado. Nadie conoce un protocolo a seguir con garantías.

Como vivimos en un mundo de creencias y convicciones viscerales, diré que yo creo en la capacidad de regeneración. No en la perfección.

En la idea de perfección no existen los puntos de inflexión. Es decir, dado que es la consecuencia final que ha seguido un proceso ajeno a fisuras, la posibilidad de avanzar y retroceder en el progreso no se concibe. No se permiten fallos, ya que estos negarían la definición del propio término.

Sin embargo, nuestras vidas experimentan numerosos retrocesos en los avances anteriormente adquiridos. Esto se puede extrapolar a todos los ámbitos.

El mundo está en constante cambio: preocupaciones, necesidades, adaptaciones. Incluso aunque en muchas ocasiones sea un movimiento cíclico, la variación está presente, por lo que la perfección es un concepto que solo entiende el movimiento en una única dirección: la excelencia, no es un reto aplicable a la condición humana.

La posibilidad de que todo propósito sea factible es momentánea, debido a que el viraje por acontecimientos externos de la situación puede ser fatal para el cometido. De esta forma, el retroceso se materializa constantemente. Por ello, la clave del progreso es advertir que es transitorio. No podemos buscar medidas definitivas, porque las necesidades pueden ser prescindibles en un futuro. No existen las estrategias concluyentes. Tan solo solventan una coyuntura determinada. Y su estudio será útil durante un tiempo concreto.

Debemos buscar la mejora, también llamada perfección circunstancial, siendo conscientes de que en un futuro habrá que reformarla para hacerla eficaz.

La felicidad la determina la ausencia de tristeza. Para obtenerla, debemos saber qué es "estar triste". Una vez más, volvemos al planteamiento del punto de inflexión, del avance y el retroceso.La satisfacción es eventual, por esta misma razón, la reconocemos.

Contestando a la pregunta: no, si entendemos las perfección como la herramienta para conseguir la felicidad plena. Ninguno de estos términos es palpable.

Ambos son conceptos estáticos. Mientras que la vida humana es dinámica. Nuestros desafíos se definen por un incesante flujo de altibajos. _______________________

Itxaso Capetillo Gorriz es socia de infoLibre

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