Librepensadores

En crisis permanente

Pablo Quirós Cendrero

Vivimos en una sociedad en la que se están perdiendo los vínculos de siempre. Cada vez más aislados, no asumimos compromisos que requieren de un sacrificio mayor que el momentáneo o que necesiten de un poco más de aplicación de nosotros mismos, de paciencia. Cada vez más superficiales, tachamos a los que no lo son de blanditos, espesos o cansinosblanditos y sólo nos relacionamos de una forma somera o efímera. Estamos cada vez más deshumanizados, curioso es lo de tener posiciones comunes y conversaciones puntuales en redes sociales y en persona, casi no mirarse a la cara o saludarse. El otro sólo se ha convertido en un medio para algo, en un posible escalón para llegar o una zancadilla a evitar, no hay término medio o negociación, no hay camino a realizar junto a…

Si lo pensamos bien, los que crecieron y se encontraron con la crisis en 2007 a partir de los 18 o 20 años, o incluso al terminar su carrera cuando las expectativas son más grandes; sólo han conocido tiempos de crisis. De igual forma, los que tenían entonces 10 años o así, ni siquiera han conocido otra cosa. Tenemos una población entre 20 y 35 años, los llamados jóvenes, esos a los que incluso les dan un carnet que lo atestigua y les permite unos pequeños descuentos en algunas pequeñas distracciones; que el feedback recibido por parte de la sociedad en su mayoría, no es el que aparece en los manuales de como crecer, mejorar, merecer y poseer.

Lo que debería haberse sumado de forma positiva a esos manuales, el Internet de las redes sociales, la puesta en común de la información y una gran cantidad de conocimiento; no ha hecho más que ser un refugio para muchos, en los que no sólo protegerse de estos tiempos no muy bien definidos, por parte de la educación familiar y escolar, sino de esconderse porque ni siquiera saben si podría darse algo peor.

Cuando ya creíamos que sólo se podía avanzar, que cada generación viviría mejor que la anterior, no sospechamos que la necesidad no es lo mismo que la carencia. Que puedes tener lo necesario y faltarte lo más estúpido, pero imprescindible al entendimiento de un grupo de edad, que los demás no conocemos bien. Enseñados a consumir, gastar e incluso a reciclar para poder seguir haciéndolo, no somos conscientes de cuanta necesidad hemos creado con el devenir querer estar en todos sitios y disponer de todas las cosas seamos quien seamos y tengamos el estatus que tengamos.

Trivializar, banalizar y al mismo tiempo obviar merecer, esforzarse; forma parte de esa igualación estúpida de premiarlo todo y no informar de valor y precio, de no educar en participar y no tener que obtener recompensa para todo si no nos la merecemos. Se ha cuantificado todo hasta lo absurdo, hasta el voluntariado se ejerce como algo que significa recibir experiencia como salario, no como solidaridad y aprendizaje de la vida.

Protegemos a nuestros cachorros hasta no se sabe qué edad, dotándolos de todos los medios posibles y haciéndolos creer que, si no se tiene todo, no se puede formar un hogar, un plan de vida independiente; y luego le echamos la culpa al sistema, de que no se van nunca de casa. Puestos a discutirlo, siempre aparece el que "yo no tuve no se qué" y "no quiero que a mi hijo/a le falte".

Parece que sólo estamos formando un ejército de acomplejados que no van a tener autonomía propia más que para protestar porque no se les da lo que creen que es suyo por naturaleza propia. Personillas que no son capaces de ir o venir de forma individual a dar la cara y necesitan del grupo, y muchas veces de las capuchas, para ser ellos mismos. Esa es la única interacción común, en la que parece que se han puesto de acuerdo todos, esos mismos deshumanizados que después vuelven a sus guaridas, a aislarse de nuevo y ver desde lejos como cae la tormenta, sin tener nunca que mojarse del todo, porque siempre tuvieron a quien les evitó de aprender a capear el temporal.

Hasta los más guerrilleros, de esos que en grupo y con capucha, son capaces de elevar la voz al cielo; se irán diluyendo poco a poco a partir de los 30, en ese otro proceder de buscar el Estado del Bienestar, Sanidad y Educación para sus hijos y la pensión futura. Son ciclos de vida, que se contaminan por lo que los antecesores ponemos en juego. Hasta ahora, era dar a los hijos cuanto más mejor, ahora ellos no tendrán hijos porque nadie les enseñó, que las cosas se construyen día a día con las personas con las que se comparte la vida y no hay que tenerlas porque sí, sin haberlas ganado.

No educados para saber lo que es digno o no, no pueden entender la lógica de Platón de corresponderles lo merecido, y no sólo tienen el problema de no saber si van a poder dar a esos hijos todo lo que ellos han tenido; es peor al haber estado aislados, el sentido de posesión de las cosas y el no estar dispuestos/as a compartirlas. La igualdad social de los mismos derechos y las mismas oportunidades, no es la igualdad de resultados, la sociedad ofrece igualdad de resultados en niveles básicos, que son aceptados por todos como justicia social.

Pablo Quirós Cendrero es socio de infoLibre

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