Librepensadores

Fracaso de la política

Pedro Crespo

Una socialdemocracia, y moderada aún, pero socialdemocracia atrevida junto a “esa panda de extremistas de izquierda, populistas, amigos de independentistas y de Venezuela, proetarras, etc.”, no pueden formar parte del Gobierno de España. La CEOE y el Círculo de Empresarios lo han dejado claro; la Banca, la Unión Europea y el capital en general tampoco lo quieren. Pero es que una parte (los que perdieron las primarias, para entendernos) del PSOE tampoco.

Para todos ellos, es preferible volver a votar, pase lo que pase. Y Sánchez acata y cede ante las presiones desde los diferentes ángulos, y yo creo que lo tenía decidido casi desde el principio, lo que ocurre es que antes lo disimulaba pero ya no y busca culpables señalando a PP, Ciudadanos y Unidas Podemos, a todos menos al PSOE.

La gente que podríamos denominar como normal, es decir la mayoría, está harta de votar y enfadada porque los políticos parecen pensar que los ciudadanos nos hemos equivocado en la votación y por eso ellos no llegan a acuerdos, y no que ellos no han sabido hacer su trabajo. Hay también una parte de la sociedad, entre los cuales me cuento, que iremos a votar una y mil veces que hiciera falta porque bastantes años estuvimos ya sin poder hacerlo, pero eso no es lo que importa; lo que importa es que los políticos no han estado al nivel que requería la ocasión.

Al parecer, las encuestas favorecen al PSOE y al PP, pero yo no confiaría demasiado porque lo más probable, de haber unas nuevas elecciones, es que se produzca una alta abstención en el voto a la izquierda y que salpique al PSOE más de lo que ellos esperan. Y además, después de las mismas, la situación sería más/menos la misma, con unos pocos escaños más para unos y otros pocos menos para otros. Y entonces qué, volvemos a repetir lo de ahora.

Soy consciente de que no descubro nada, sólo planteo mi opinión como ciudadano de a pie, votante de Unidas Podemos.

Modestamente, estimo que los dos actores, Sánchez e Iglesias, se han equivocado, aunque uno más que otro. Sánchez, me atrevo a pensar que a él le pedía el cuerpo pactar pero no se fía de Iglesias y además le tiene miedo porque le haría demasiada sombra en el Gobierno; y tengo la impresión de que ha mantenido una cierta lucha interior entre las fuertes presiones, tanto externas como internas, que ha recibido en contra de un acuerdo con Unidas Podemos, y su deber moral para con los militantes que le votaron en las primarias del partido ante los cuales se presentó con un mensaje de izquierda. Sus errores han sido varios; hacer ofertas diversas creyendo que no iban a ser aceptadas, y cuando lo eran no cumplir volviéndose atrás y hacer otra nueva; decir que el obstáculo era Iglesias y cuando éste se autoaparta, no cumplir otra vez, es decir engañar a todos públicamente, creyendo que la gente no se entera sin darse cuenta que todo ello se vuelve contra él y le desprestigia; y, por último, convocar nuevas elecciones culpando a diestro y siniestro y tratando de hacer ver a la sociedad que él no quería pero le han obligado, algo que tampoco cuela.

Sobre Iglesias, haré capítulo aparte. En mi opinión, se ha equivocado más que Sánchez y sus errores parten del principio:

1) Hablar públicamente de Gobierno de coalición y de puestos en el Gobierno antes o aparentemente más que de Programa, sabiendo que la mayoría de los medios de comunicación lo iban a dar un tinte negativo; 2) debería haberse dado cuenta de que el Gobierno de coalición y los Consejos de Ministros iban a ser un verdadero infierno; 3) sus ministros ocuparían un papel totalmente secundario, y les culparían de los posibles errores de todo el Gobierno y no les harían partícipes de los aciertos, y 4) lo peor, que al final resultaría fagocitado su grupo. Pero hay más: ya que propone formar parte del Gobierno, debería haberlo hecho con pleno convencimiento y con criterio firme y no hacer más cesiones que las justas para llegar a acuerdos concretos, y si no es posible, retirarse de las conversaciones por dignidad y dejando claro sus programas de máximos y de mínimos, dándole toda la publicidad que fuese posible, y demostrar que para Unidas Podemos, el entrar en el Gobierno es secundario.

Es obvio que en España no hay cultura de Gobiernos de coalición, pero en cualquier otro país europeo, donde es absolutamente normal, las coaliciones pasan por establecer acuerdos de programa a ejecutar por el Gobierno coaligado, y seguidamente acuerdo sobre el número de ministros y su distribución proporcional al número de escaños de cada partido de la coalición, donde cada uno de esos partidos pone a la persona que estima oportuno, sin intervenir para nada ninguno del resto de partidos ni el propio jefe de Gobierno. Iglesias nunca debió permitir que Sánchez decidiera que el representante de Unidas Podemos no podía estar en el Gobierno, pues ya vimos lo que ocurrió cuando Iglesias se echó a un lado.

Concluyendo, Unidas Podemos debería haber presentado y defendido su programa,  y no pedir nunca la entrada en el Gobierno, renunciando a ello incluso aunque el PSOE se lo hubiera ofrecido.  Si sobre el programa se hubiera llegado a acuerdo, establecer la forma de controlar el cumplimiento del programa común final, apoyando la investidura, y en virtud de ese cumplimiento apoyar o no el desarrollo de la legislatura.

Pero qué ha ocurrido al final. Que el PSOE, a través de las más de trescientas medidas presentadas como “su” programa, le ha “pisado” a Unidas Podemos una buena parte del suyo. Y ahora ya, qué se puede hacer: defenderse para intentar no aparecer como culpable de la necesidad de la convocatoria de nuevas elecciones en Noviembre, y poco más.

Pedro Crespo Rubio es socio de infoLibre

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