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Librepensadores

Somos torpes

Eva Villaverde

En los años 90, con el Foro de Punset recién nacido, hablábamos de la necesidad de un cambio de la ley electoral para regenerar la política; todo lo que decíamos que podía pasar si los políticos seguían metiéndose en todos los sitios que no le correspondían –banca, sociedades, clubes...–, que produciría un aumento de la corrupción que inevitablemente llevaría a una crisis.

Todo eso ha pasado y seguimos pensando que haciendo lo mismo algo puede cambiar. Cada vez más gente decide no votar y a los políticos cada vez se la trae más al pairo; ellos siguen cortando el bacalao y a los demás que nos den morcillas. A veces surgen esperanzas como Podemos y vemos que igual que los demás, el nepotismo y la desvergüenza de los demás partidos a los que venían a regenerar enseguida se adoptan.

¿Qué podemos hacer como simples ciudadanos? Hay muchos problemas, de ahí la importancia de priorizar adecuadamente y pelear sin que nos distraigan. Si creemos que una regeneración es más que necesaria, hay dos medidas que poner en marcha ya: el cambio de la ley electoral y la independencia de la Justicia.

Se hace preciso que podamos votar a personas, no a listas, solo así, los partidos enfrentados a la necesidad de elegir a los mejores para competir en lugar de los más sumisos, pueden verse obligados a elegir al menos a los no tan malos. El problema es que les quita poder a las élites y por ellos nunca lo vamos a conseguir.

En Suiza, cuatro veces al año, sus ciudadanos refrendan leyes cuestionadas de su Ejecutivo y también tienen el poder, mediante iniciativas populares, de aprobar leyes que demanda la sociedad. Quizás no cuatro veces, pero al menos una vez al año los ciudadanos debemos tener el derecho de cuestionar lo que hacen sus señorías y no permitir que leyes como la reforma laboral se aprueben. Y quizás echar abajo leyes como las que priman el idioma a cualquier conocimiento y así encontramos a médicos enfrentados al dilema de elegir su especializacion o la lengua que el presidente de la comunidad de turno decida que es lo más importante. O que niños que quieren ser físicos, se atasquen porque no supieron acentuar adecuadamente o la tabla periódica que se les enseña en gallego, vasco o catalán y sus padres tienen la manía de cambiarse de comunidad cada cinco años... ¿¡nos hemos especializado en crear políticos orgullosos de crear problemas donde no los había?! Eso parece.

Otro pilar fundamental es la justicia; tiene que ser mínimamente justa y para ello independiente. En los ultimos años hemos visto sentencias que crujían por todas las costuras. El Grupo de Estados contra la Corrupción (GRECO) del Consejo de Europa lleva años llamando la atención sobre la falta de imparcialidad de nuestros jueces, pero ¿cómo corregirlo? No hay recetas mágicas, pero la historia nos habla desde Solón de muchas opciones. Solo con que en los órganos encargados de juzgar a los jueces estuviera formados para cada caso por ciudadanos elegidos por sorteo, sin conexión con la política ni la judicatura, con una experiencia laboral al menos similar a la persona que se juzga, se lograría un avance importante. Un matemático, arquitecto, carpintero... con más de 20 años de experiencia laboral, puede ser un estupendo representante de la sociedad y con más sensibilidad para defenderla, que cualquier juez que lo primero que va a ver es que es un compañero y que mañana puede ser él...y como la informatica nos lo permite, un tribunal de 30 o 40 personas, sería seguro más justo e imparcial que lo que hoy existe. Con la ventaja de que un tribunal de esas caracteristicas haría también que dichos jueces no consideraran que descienden de la pata del Cid y sus sentencias serían mas acordes con la Justicia con mayúscula que los ciudadanos necesitamos.

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Eva Villaverde es socia de infoLibre

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