Teatro

Julia Gutiérrez Caba: “Nunca te acabas de creer que los años han pasado”

Julia Gutiérrez Caba lee 'Escrito por Teresa de Ávila'.

Julia Gutiérrez Caba (Madrid, 1932), mira con preocupación al patio del antiguo molino de harina en el que se hospeda. "¿Qué hora es?", pregunta, tratando de adivinar si al día siguiente hará ese mismo frío húmedo que ya se cuela al salón de la casa. 24 horas más tarde, la actriz dará una lección de interpretación, 64 años después de su debut, con la lectura dramatizada de Escrito por Teresa de Ávila. Una etapa más de su tranquilo viaje con esta pieza que forma parte de Cómicos de la Lengua, una iniciativa de la Real Academia que recupera textos de distintos autores españoles y la llevó el pasado 4 de septiembre a Trigueros (Huelva). Gutiérrez Caba se ajusta el pañuelo, temerosa de que su garganta sufra el relente de la noche. Ahora la nota más débil, se lamenta. Es su único signo de fragilidad. 

La voz, sin embargo, se mantiene limpia y bien templada, como apreciarían las 200 personas que llenaban el Centro de Arte Harina de Otro Costal en el pueblo onubense para verla pronunciar las palabras escritas por Santa Teresa en Las moradas del castillo interior, el Libro de la vida o su poesía. La actriz conserva también la elegancia (el característico gesto para apartarse el pelo de la cara, colocándolo con ambas manos sobre las orejas), la lucidez y la humildad. "Ni de este oficio, ni de casi ninguno, sabes nunca lo suficiente", insiste la descendiente de una familia de cómicos y que tiene en su haber el Premio Nacional de Teatro, la Medalla De oro al Mérito en las Bellas Artes y un Max de Honor, entre otros muchos. 

"La palabra oficio me parece bonita para aplicarla a nuestra profesiónoficio ", cuenta esta defensora del trabajo duro que condecoró a su hermana Irene, a su muerte, con el mejor de los halagos: "Tenía el secreto de su honestidad en el trabajo". Esta visión de obrera de la interpretación le viene, defiende, de sus padres, los actores Emilio Gutiérrez Esteban e Irene Caba Alba. "Hay cosas de la profesión que no son las más brillantes quizás, pero que conoces. La ausencia de tus padres a unas horas a las que los niños generalmente les necesitan más: se hacían funciones de tarde y de noche", recuerda. Utiliza el plural para referirse tanto a su familia como a sus colegas actores, como si fueran la misma cosa: "Hemos conocido desde pequeños en qué consistía esta profesión sin que nos deslumbrase, porque tiene una dureza".

Esa dureza es la que le ha obligado a renunciar al teatro. O intentarlo. Antes de ofrecerle encarnar a Teresa de Ávila (con sus dudas y sus forcejeos con el lenguaje para expresar lo inefable), José Luis Gómez, impulsor de Cómicos de la Lengua, le propuso interpretar Savannah Bay, de Marguerite Duras, junto a su sobrina-nieta Irene Escolar. "Ya en eso no me apetece entrar, ni físicamente creo yo que la dureza de los ensayos lo hubiera podido soportar con facilidad", cuenta. Hace años que el público no la ve sobre escena: cuando su marido, el director Manuel Collado, enfermó, volvió a la televisión (Los Serrano hasta 2008) para poder estar junto a él. Luego dejó de verse con fuerzas para ponerse bajo los focos cada día.

"Estoy aquí pero, de la misma manera que cuando empiezas, o por lo menos cuando yo empecé, vas apareciendo poco a poco, también llega el momento en que uno debe ir desapareciendo", asegura. Pausa. Continúa: "Cuando tienes la inmensa suerte de que has vivido tantos años, que hay quien no la tiene". Su hermana Irene, uno de los grandes pilares de su vida, murió a los 65 años hace ya 20. Es una retirada tranquila, suave, dedicada a algún proyecto (como este, que inició en marzo de 2014 pensando que iban a ser "una o dos representaciones" y que ya suma una más de una docena) y a recibir los inexcusables premios a su carrera. Nada de enseñar o dar consejos, cosa que rechaza una vez y otra: "No vale solo tu experiencia, ni lo que puedas aportar. Lo que tienes que saber es poderlo transmitir, eso es de lo que yo no me siento capaz".

En 2012, durante el homenaje que le brindó el Festival de Almagro, pronunció una frase que dejó helados a los presentes: "Se acerca el fin, no solo de mi carrera como actriz, sino sobre todo de mi vida en el mundo". Qué tranquilidad. "¿Tú crees?", interrumpe la actriz, "No sé si es tranquilidad… Es muy difícil". Toma aire para contar, también ella, lo inexplicable. "No te llegas a creer que los años han pasado. En muchos aspectos, sigues siendo igual que hace 30 años. Y, sin embargo, ves, sabes y compruebas que no es lo mismo, que no tienes las mismas facultades y que los demás te tratan de otra manera. 'Señora, siéntese', o 'Tenga cuidado', y tú no entiendes por qué te lo dicen. Esa tranquilidad no es tal. Es que no llegas a creértelo. Por eso tenemos esa sensación de inmortalidad". Cuando se sube al escenario, el público parece compartirla. 

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