Literatura

La ‘ciudad’ de Fonollosa coloca su último ladrillo

José María Fonollosa, en Londres.

José María Fonollosa (Barcelona, 1922-1991) comenzó a escribir allá por 1948 unos versos que pensaba agrupar bajo el título de Los pies sobre la tierra. Durante cuatro décadas, hasta 1985, su autor, una de las figuras más relevantes (y curiosas) de la poesía contemporánea española, estuvo labrando los versos que acabaron tomando el nombre de Ciudad del hombre por oposición a La ciudad de Dios, de San Agustín. Ahora, por primera vez desde que comenzó su escritura hace 68 años, la editorial Edhasa publica de manera íntegra los 235 poemas que componen el mapa espiritual y fragmentario del hombre urbano que Fonollosa convirtió en la piedra angular de su literatura. Al menos la cuarta parte de ellos seguía inédita hasta hoy. 

Los entresijos de la tardía publicación de este volumen con vocación de obra total —a la manera de Hojas de hierba, de Walt Whitman—, sumados al carácter huidizo del escritor, aderezan la relevancia de sus propios versos. La primera publicación de los poemas fue en 1990, de la mano del sello Sirmio (fundado por Jaume Vallcorba) y con el título de Ciudad del hombre: New York, a donde viajó en varias ocasiones en los sesenta. Era, en realidad, una antología de la obra completa de Fonollosa —los editores consideraron más provechoso hacer una selección de los poemas "más radicales" del conjunto—, que retrataba la fauna de la Gran Manzana transmutando el yo poético en una hidra de infinitas cabezas. El poeta daba voz a decenas de personajes, clasificados con el nombre de una calle que, en el orden correcto, establecía un itinerario neoyorquino concreto entre las nueve y media de la noche y las tres de la mañana. En una suerte de prólogo a esta edición, el autor lo resume así: "Más de doscientas historias, más de doscientas personas con inquietudes y obsesiones, comunes muchas de ellas (amor, sexo, muerte, soledad...) diferenciándose únicamente por el peculiar matiz de cada expresión individual". 

La mala suerte o el destino, según quien hable, quiso que, apenas un año más tarde, después de conquistar a la crítica y al público, y cuando parecía que había ocupado al fin el lugar que le correspondía en el panorama literario, Fonollosa falleciera en su estudio de un ataque al corazón. En su escritorio dejó un poema que contribuyó a construir su leyenda, sumado a su timidez ante los medios, a los que no había concedido más que una rueda de prensa, y a su resistencia a posar para las fotografías. Los últimos versos de aquella probable última obra era: "Rechaza otro existir, tras consumida / mi ración de este guiso indigerible. / Otra vez, no. Una vez ya es demasiado". 

En 1996, el sello DVD publicó otra versión de su obra cumbre a partir de un manuscrito finalizado por el autor en 1985 que resituaba aquellos poemas en su ciudad natal, bajo el título de Ciudad del hombre, Barcelona. Era, de nuevo, una antología, y esta vez situaba su mapa de almas en los barrios de la capital catalana, de la que escribía. "También es mi ciudad y yo la quiero. / Como me quiero a mí: sin que me guste". La atención de los medios fue mayor aún que la que captó su anterior volumen, sin duda ayudada por la escurridiza figura de un autor maldito y fallecido. El editor de aquel volumen, José Ángel Cilleruelo, a cargo también de la de Edhasa, asegura que el dossier de prensa que acumuló aquel año es "impresionante": "Hubo muchos lectores que lo descubrieron, que se identificaron con él, con esa crudeza y esa sinceridad de la que nadie había hablado. Entendieron perfectamente los principios literarios de Fonollosa, esa escritura espartana que tan bien se entendía con la época".

Podría parecer que Fonollosa había deshecho su lejanía de los lectores y del mundo literario, motivada primero por su marcha a Cuba, donde vivió entre 1951 y 1961, y después por una falta de comprensión de sus pares, que no supieron ver, ni desde las editoriales ni desde los premios literarios, la originalidad de unos versos que luego se considerarían magistrales. Sin embargo, aquella edición de New York, que pasó a manos del sello El Acantilado (ahora Acantilado), acabó descatalogada. DVD, el sello responsable de Barcelona, desapareció. Hubo que esperar 20 años a que se extinguiera el contrato con Sirmio para llevar a las librerías una nueva versión. Durante años, fue difícil encontrar Ciudad del hombre. Retomando aquel manuscrito terminado en 1985, y manteniendo su localización barcelonesa, Cilleruelo reagrupa los 235 poemas, 235 personajes, de su ambiciosa obra. 

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Esto supone, también, que los itinerarios conformados por Fonollosa en su manuscrito definitivo —Plaça d'Espanya, Avinguda del Paral·lel, Carrer de la Font Honrada...— están por primera vez íntegros y en el orden confeccionado por el autor. "Están adscritos a una parte de la ciudad [Poble Sec, Raval, Aglomeració urbana, Casc Antic, Eixample]. Y esas zonas son emblemáticas de una forma de vivir la ciudad. Están los barrios bajos, degradados, y los altos, burgueses. Aunque es verdad que hay poemas de todo tipo a lo largo del libro, en cada una de las partes hay una manera distinta de asumirlos que se corresponde con la zona geográfica", señala Cilleruelo. Los recorridos no eran en absoluto baladíes: los sucesivos manuscritos de los últimos años reflejan un cambio paulatino del orden de los poemas, cambiándolos aquí y allá para adecuarlos a una calle en concreto. 

Quedará oculto para siempre las razones que llevaron a Fonollosa a asociar a una ruta a unos versos concretos. En Carrer de la Font Honrada 1, un despecho amoroso: "Dijiste que sabría lo aburrida / que es la noche sin ti, cuando te fuiste". Lucha de clases en Carrer Nou de la Rambla 3 bis: "Puedes ser premio Nobel, millonario / o campeón de boxeo. O de otras élites. / Mas no alardees mucho y no exasperes. Da las gracias porque lo permitimos". Un escritor (¿Fonollosa?) que prepara su triunfo en Carrer de Pelai 3: "Tengo ya preparadas las respuestas / para las entrevistas periodísticas / que me harán en la prensa, radio y tele. / Querrán saber qué opino y cómo soy. Me mostraré ingenioso y espontáneo". Otras sí se conocen. El barrio de Can Tunis —"de una degradación tal que hoy no se puede pisar", advierte el editor— era el de su adolescencia. El Zeleste, un bar de jazz que frecuentaba. 

Cilleruelo señala en el prólogo que quizás haya tres tipos de generaciones en literatura. Está la "central", la de la historia literaria "de relieve". Está la marginal, ya sea por un carácter "estético" o "sociológico". Y está, aventura, una generación artística "oculta', inédita, invisible en su momento, que solo es descubierta y valorada a posteriori"a posteriori. Ahí está Fonollosa y su ciudad.  

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