CRISIS FINANCIERA

Cuatro (grandes) diferencias entre el rescate de la banca italiana y la española dejan en evidencia al gobierno de Rajoy

El ex primer ministro italiano Matteo Renzi, con Mariano Rajoy en Bruselas.

La banca italiana será rescatada finalmente, tras años de crisis larvada. La inyección de capital ascenderá a 20.000 millones de euros, casi el mismo importe –22.429 millones– que en principio recibió Bankia. Ahí acaban las coincidencias. Pese a que las condiciones del rescate bancario a España en 2012 –que terminó sumando casi 62.000 millones de euros– quedaron consagradas después en la Directiva de Resolución y Reestructuración Bancaria, que entró en vigor hace ahora un año, el Gobierno italiano ha maniobrado con una finezza digna de admiración y Bruselas le ha dado luz verde. Apurando la letra de las normas comunitarias pero saltándose el fin para el que fueron aprobadas, el rescate italiano degrada al Gobierno español a la categoría de primo de Europa.

  FONDOS europeoS, fondos propios

El rescate de la banca española se hizo con fondos europeos, por lo que el Gobierno de Mariano Rajoy se vio forzado a cumplir un memorando de 37 condiciones que incluían obligaciones de política económica general y a someterse a la vigilancia de los hombres de negro. El rescate italiano, por el contrario, se nutrirá de fondos estatales. Será una recapitalización preventiva o cautelar, en la que el Estado se presenta como garantía última y que sólo se permite si se produce una situación económica adversa y cuando las entidades suspenden los test de estrés de la Autoridad Bancaria Europea (EBA). El Ejecutivo de Roma aduce que esa coyuntura dañina la ha provocado el Brexit. Y en los últimos exámenes de la EBA el Monte dei Paschi fue el único banco europeo que no consiguió el aprobado.

  Sin quitas en Italia; en España, hasta el 74%

Aunque la directiva europea establece que el coste de los futuros rescates bancarios debe ser asumido primero por los accionistas y después por los bonistas o tenedores de deuda, para evitar que el pagano sea el Estado, Italia le ha hecho una finta a la norma. En el decreto que aprobó la víspera de Nochebuena, el Gobierno de Paolo Gentiloni recalca que quienes adquirieron bonos subordinados “conservarán el 100% de su valor nominal”. Sólo los tenedores de deuda de mayor calidad, que son inversores institucionales, perderán un 25% de su capital. Una quita muy tímida si se compara con las que sufrieron cuatro años antes los acreedores españoles.

Las quitas para los preferentistas de Bankia ascendieron a un 38% de media –para los clientes del Banco de Valencia, una de las entidades que la integran, alcanzaron el 86%– antes de que sus participaciones fueran canjeadas por acciones. Tras el cambio, el descuento total aplicado alcanzó el 74%. Los accionistas de la entidad que presidió Rodrigo Rato lo perdieron todo.

  300.000 preferentistas en Bankia; 60.000 en el Monte dei Paschi

En Italia se calcula que hasta un 15% de la población posee deuda subordinada. Sólo el Monte dei Paschi, el banco más antiguo del mundo y la tercera entidad del ránking transalpino, colocó el 65% de sus emisiones de deuda subordinada, unos 5.000 millones de euros, en manos de pequeños ahorradores, unos 60.000. Bankia hizo lo mismo con el 73,24% de sus productos híbridos –preferentes y deuda subordinada–, que sumaron 6.911 millones de euros. Unos 300.000 particulares los compraron. En toda España quedaron entrampadas con las preferentes 700.000 personas.

Pero no sólo se han librado los italianos de las quitas que dejaron sin ahorros a los bonistas españoles sino que, además, podrán canjear sus títulos por acciones, que el Estado a continuación cambiará por bonos de nueva emisión y de la máxima calidad.

Eso sí, para que todo este esquema de rescate sin quitas se ajuste a la directiva europea, Italia deberá demostrar ahora que la venta de deuda subordinada fue fraudulenta, que se colocó a pequeños inversores sin informarles de los riesgos, como ocurrió en España.

  25% de mora en Italia; 15% en España

Más diferencias. El agujero de las cajas de ahorro rescatadas en España lo produjo el estallido de la burbuja inmobiliaria. El de Italia, la morosidad de las empresas, maltrechas por una economía que no crece. De hecho, el monto de los créditos morosos italianos asciende a 360.000 millones de euros, con una tasa media del 25% que, en el caso del Monte dei Paschi, se dispara hasta el 35%. En España, la tasa de morosidad no superaba el 15% en 2012 y hoy está por debajo del 10%. La de Bankia en el año del rescate era del 13%.

La mala salud de los bancos italianos no es una sorpresa, los datos no son nuevos, sino el resultado de retrasar el rescate año tras año.

  Enfermedad macroeconómica

Pero también es la consecuencia de una economía que en 2012 se contrajo un 2,8%, dos décimas más que la española, y un 1,7% en 2013, lo mismo que la española. En 2014 sólo creció una décima y siete más en 2015. El último dato, del tercer trimestre de 2016, cifra en un 1% el aumento del PIB. Es decir, todos ellos números muy por debajo del crecimiento de la economía española, que en 2014 experimentó un alza del 1,4% y en 2015 del 3,2%, el mismo que lleva acumulado hasta el tercer trimestre de 2016.

Tampoco puede presumir Italia de su deuda, que en octubre de 2016 alcanzaba el 132,3%, sólo superada por Grecia dentro de la UE. La de España, aun desbocada, está en el 99,8%. En 2012, la deuda española se quedaba en el 85,7%, mientras la italiana ya despuntaba con un 123,3%.

Por el contrario, el desafío macroeconómico español se situaba en el déficit, que en el año del rescate se disparó hasta el 10,47%, por sólo un 2,9% en Italia. En 2015 el desajuste nacional doblaba al transalpino.

Hace cuatro años la prima de riesgo era el monstruo con cuya escalada se asustaba cada mañana al ciudadano, ante la amenaza de que a España se le cerrara el grifo del crédito. En mayo de 2012, cuando se firmó el rescate, la prima se había encaramado hasta los 542 puntos básicos, cuando por encima de 100 empezaban a saltar las alarmas. En julio alcanzó su máximo, con 637 puntos. Pues bien, la italiana no era mucho mejor entonces. En mayo llegó a 482 puntos básicos y en julio, a 532. Hoy, la española es incluso menor que la italiana: 118 por 161.

  Draghi y Enria frente a Restoy

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Pero el paisaje macroeconómico ha pesado mucho menos que los motivos políticos. O que el peso político de Roma en comparación con Madrid. El Gobierno italiano ha sabido utilizar frente a sus socios europeos las bazas que le ofrece la incertidumbre política actual. Los peligros del Brexit, por un lado, y el fantasma del populismo, por otro, le han servido para conseguir un rescate a la carta. Castigar a decenas de miles de italianos con perder sus ahorros puede incendiar la llama del descontento y avivar a los partidos antisistema, esgrimieron, con éxito, los gobernantes italianos ante Bruselas.

También es un factor a tener muy en cuenta que dos italianos se sientan en lo más alto del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, y de la Autoridad Bancaria Europea (EBA), Andrea Enria.

En cambio, España sólo tiene situado a Fernando Restoy, subgobernador del Banco de España, en una alta institución económica europea: desde el pasado día 1 preside el Instituto de Estabilidad Financiera (FSI), un órgano del Banco Internacional de Pagos (BIS). Se quedará solo en octubre, cuando el exgobernador del Banco de España Jaime Caruana deje de dirigir este último organismo. Precisamente cuando se preparaba el rescate a Bankia, en marzo de 2012, abandonó su puesto en el comité ejecutivo del BCE José Manuel González Páramo, el último español en primera línea. Desde entonces, la ausencia española en las altas esferas del poder financiero europeo ha sido reveladora de la pérdida de ascendiente político internacional del Gobierno de Madrid.

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