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Humor al cubo

Arturo Valls y el humor primario

El presentador, actor y cómico Arturo Valls lleva casi 10 años presentando ¡Ahora caigo! en Antena 3.

PREGUNTA. ¿Cómo pasa la pandemia alguien que vive de la comedia?

RESPUESTA. Curiosamente, he tenido un montón de trabajo. No he parado de currar. Supongo que en estos tiempos de miedos y preocupaciones, la gente necesita más que nunca tener un poco de esparcimiento y dejar de pensar en problemas. Así que los que nos dedicamos al entretenimiento no hemos parado estos meses. Lo curioso es que hemos tenido que cambiar algunos métodos de producción tradicionales. Lo más chocante ha sido lo de grabar sin público. Es muy complicado intentar hacer comedia sin tener lo que llamamos el calor del público. En los platós hacía auténtico frío. Eso de soltar un chiste y que se oiga el vacío del silbido del viento de las películas del Oeste se hacía duro.

P. ¿Además de lo que vemos en la tele, trabajas en otros proyectos?

R. Cada vez más, intento buscar otros campos donde moverme. Me encanta el cine y las series y trato de involucrarme en nuevas aventuras. Lo último que acabo de hacer es el rodaje de una película junto a Julián López y Ernesto Sevilla. Es una comedia muy divertida que se titula Interraíl. Cuenta la historia de tres amigos que deciden repetir su viaje universitario veinticinco años después en recuerdo de lo bien que lo pasaron. Lo que ocurre es que el tiempo no pasa en balde y, claro está, las cosas ya no funcionan igual. La hemos rodado en Bilbao.

P. ¿Y cómo es que habéis rodado sólo en Bilbao una película de viajes?

R: Pues otro efecto del coronavirus. La idea original era muy chula. Se trataba de rodar por toda Europa recorriendo las capitales más importantes. Con lo del coronavirus, era imposible. Así que finalmente la hemos tenido que hacer en Bilbao y echar mano del croma y de los efectos especiales para movernos de un sitio a otro. A cambio, el auténtico viaje lo hemos hecho por la ruta del chuletón. Espero que no se note en la película, pero hemos debido engordar unos kilos desde el inicio del rodaje al final. En Euskadi se come de escándalo y cada día nos pegábamos un buen homenaje. Un día le pedimos al conserje del hotel que nos recomendara un sitio para comer una buena tortilla. Nos preguntó: “¿Cuajada o sin cuajar?” ¡Eso es nivel!

P. ¿Y cómo se presenta el 2021?

R. Además del trabajo en la tele, tengo dos proyectos que hacen especial ilusión. Por un lado, vamos a hacer Camera Café, la película. Nos reunimos prácticamente todo el casting original de la serie. La historia tiene muy buena pinta. El guion lo ha escrito Raúl Cimas y la va a dirigir Ernesto Sevilla. Si todo sigue como esperamos, empezaremos a rodar en junio. Llevamos bastante tiempo con el proyecto y tenemos muchas ganas de que por fin vea la luz. Luego, estoy metido en otra producción que promete. Se trata de una serie de televisión de la que soy coproductor y en que también protagonizo. Es una historia carcelaria. Para meterme en el personaje tendré que conocer alguna prisión por dentro. Espero que sea sólo como visita para hacer el método Stanislavski ¡ja,ja,ja!

P. ¿Está inspirada en alguna serie que hayas visto?

R. No. Es un guion original. Aunque sí que veo habitualmente series en televisión. Recientemente, he estado viendo Barry, en HBO, protagonizada por el cómico Bill Hader, una de las estrellas del Saturday Night Live. Trata de un asesino a sueldo que quiere ser actor. También sigo viendo siempre que puedo episodios de The Office, con Steve Carell, del que soy fan total. Me gusta todo lo que hace. También lo vi en The Morning Show, con Jennifer Aniston y Rise Witherspoon, haciendo un papel dramático y estaba increíble.

P. ¿Qué referentes tuviste en tu vida antes de dedicarte a la comedia?

R. He tenido unos referentes como muy eclécticos. Vengo de un humor muy de cabaret, muy folklórico, muy de disfraz y la peluca, pero como espectador me apasionaban Faemino y Cansado, Pedro Reyes y el humor absurdo. Y luego, de repente, me flipaba Antonio Ozores en el Un, dos, tres; o Ángel Garó y esa cosa tan sofisticada que hacía. Y luego, veo el humor manchego como una cosa muy generacional, pues he sido muy fan de La Hora Chanante y luego he acabado siendo muy amigo de Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla o Julián López; y también he conectado muy bien con el humor de José Luis Cuerda. Seguramente, como gran referente citaría a Faemino y Cansado, que fue lo que más me descolocó, me sorprendió y me fascinó.

P. ¿Recuerdas cuál fue tu primera experiencia intentando hacer reír desde un escenario?

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R. Con público real, aunque no hubiera pagado entrada, de espectáculo, de tablas fue en las actuaciones en la urbanización en los veranos. Ahí ya ves que tu humor produce la carcajada. Allí, es verdad que mi público era más mainstream y yo tiraba de recursos más primarios como mi imitación de Rocío Jurado, donde cuando veía que aquello decaía entonces me sacaba una teta… humor muy sutil, muy inteligente. No vengo de los monólogos, de los bares, de un público más underground, más reducido… yo me lancé directamente al público comercial y ahí noté que aquello funcionaba, sobre todo ese tipo de humor.

P: ¿Hay alguna tradición relacionada con el humor en tu familia?

R: Nosotros veraneábamos en el típico pueblecito del interior de montaña con los chalés cerca del pueblo y allí se montaban las fiestas de verano muy familiares, con los cuatro vecinos con cuatro disfraces. El que subía la apuesta y daba la nota era mi padre, que se ponía una falda que se levantaba y se ataba un pepino… Yo es que he mamado un humor de trazo gordo. ¡Ese es el humor con el que yo he crecido!

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