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Un exdirigente del FMI al frente de Italia

Carlo Cottarelli a su llegada al Palacio Quirinale en Roma.

Nuevo giro en la crisis política italiana. La coalición gubernamental en la que trabajaban desde hace casi tres semanas la ultraderecha de la Liga y el movimiento antisistema Cinco Estrellas saltaba en pedazos el domingo a última hora. ¿El motivo? El nombre propuesto para ocupar el cargo de ministro de Finanzas en el hipotético gobierno, Paolo Savona, contrario al euro y figura defendida contra viento y marea por la Liga.

Desde el comienzo de las negociaciones, el presidente italiano Sergio Mattarella, encargado de nombrar al presidente del consejo y de gobierno, pedía a los líderes de las dos formaciones que se comprometiesen a respetar la trayectoria europea de Italia. Pero ante la perspectiva de contar con un ministro crítico con la moneda única –pese a que antaño, en los 90, formó parte de un Gobierno italiano completamente mainstream–, rechazaba el Gobierno propuesto por las dos formaciones.

¿Qué propone el presidente?

Sergio Mattarella quiere ahora un gobierno técnico antes de la celebración de nuevas elecciones. Para ello, propone al economista Carlo Cottarelli para dirigir este ejecutivo, un exdirigente del FMI donde ocupó el cargo de director ejecutivo entre 2014 y 2017 para Malta, Italia y Grecia (en este último país durante la aplicación del programa del FMI).

Se trata por tanto de un gobierno integrado por personalidades no electas, pero que debe ser sometido a votación en la Cámara. Sin embargo, Matteo Salvini, el líder de la Liga, ya ha dicho que no votará a favor del gobierno (puede leerse aquí su entrevista en La Repubblica de este domingo) y todo apunta a que el líder de Cinco Estrellas, Luigi di Maio, hará lo propio. Después de intentar alcanzar un acuerdo de gobierno por todos los medios, ambas formaciones no quieren apoyar a un ejecutivo así, símbolo de todo lo que rechazan desde hace tiempo. Fue precisamente cuando Mattarella ya había esbozado la posibilidad de formar un gobierno técnico, hace un mes, cuando la Liga y el Movimiento Cinco Estrellas iniciaron su proceso de acercamiento, buscando a cualquier precio evitar dicha posibilidad.

¿Qué pasará ahora?

Sergio Mattarella confiaba de forma oficial este lunes a Carlo Cottarelli la tarea de formar gobierno. Éste declaraba que pediría la confianza al Parlamento y que se fijaba como misión la aprobación los presupuestos antes de convocar nuevamente elecciones “a comienzos de 2019”.

Pero dado que este ejecutivo no contará con el respaldo de una mayoría del Parlamento (los partidos dispuestos a darle su voto suman entre 258 y 274 diputados, es decir, un número insuficiente, habida cuenta de que la Cámara tiene 630 escaños), será necesaria la convocatoria de elecciones anticipadas. Por tanto, el gobierno Cottarelli sólo formará un gobierno transitorio para despachar los asuntos corrientes. Y resulta difícil de imaginar cómo podrá someter a votación, aunque sólo sean los presupuestos, dado que se va a ver enfrentado a los mismos problemas conocidos en el momento de formar ejecutivo, a saber, el hecho de que la Cámara baja se encuentra en manos de partidos contrarios a las políticas de austeridad.

Según los medios de comunicación italianos, estas elecciones pueden celebrarse en otoño, incluso en septiembre.

Gobiernos técnicos: una larga tradición italiana

En el curso de su historia política reciente, Italia ya ha tenido gobiernos técnicos (en varias ocasiones, desde los 90), una forma de paliar las debilidades de su sistema político.

El ejemplo más reciente fue el gobierno del economista Mario Monti, entre 2011 y 2013. Siete de los 13 ministros de este Ejecutivo eran profesores universitarios; también había un embajador, un almirante y un juez. A este ejecutivo hay que atribuirle las políticas de austeridad aplicadas en Italia en respuesta a la crisis financiera y ese mismo gobierno aprobó diferentes leyes que supusieron un retroceso en los derechos sociales adquiridos, como la reforma de las pensiones Fornero (en referencia al nombre del ministro profesor de economía que defendió el texto).

Italia 2018: una crisis política sin fin

Desde las elecciones legislativas del 4 de marzo, que no arrojaron ninguna mayoría clara en el Parlamento, los italianos esperaban la formación de gobierno. El M5S fue el partido más votado, al obtener el 33% de los sufragios válidos emitidos. Pero, en un primer momento, no deseaba gobernar con nadie. Por su parte, el Partido Demócrata, roto internamente después de una derrota histórica (con sólo el 18% de apoyo), no quiso alcanzar un acuerdo con la coalición de derechas que había concurrido a las elecciones (integrada por la Forza Italia de Silvio Berlusconi, la Liga de Matteo Salvini y el partido postfascita Fratelli d’Italia de Giorgia Meloni).

Ante la primera amenaza del presidente de nombrar un gobierno técnico, Matteo Salvini logró su primer golpe político: toma distancias con Silvio Berlusconi, y pese al acuerdo preelectoral que había entre ellos, opta por tender la mano a Luigi di Maio. Sobre el papel, le salen las cuentas. No en vano, el M5S cuenta con 222 asientos en la Camera y la Liga 125, lo que daría una mayoría de 347 diputados (de los 630 con que cuenta el Parlamento italiano).

Le siguen casi tres semanas de negociaciones, varios falsos anuncios mediáticos, en el curso de los cuales intervienen varios dirigentes europeos, así como la fuerte presión de los mercados. La prima de riesgo (diferencia de rendimiento entre el tipo de préstamo italiano y el alemán a diez años) termina por subir mucho en la última semana, hasta alcanzar, el viernes, los 217 puntos –es decir, su nivel más alto desde diciembre de 2013–.

¿Qué proponían la Liga y el M5S?

En su “contrato de gobierno” (que Mediapart, socio editorial de infoLibre, analizaba aquí), Liga y M5S renunciaban a cuestionar la pertenencia de Italia a la zona euro. Pero anunciaban la voluntad de reformar el funcionamiento de la UE, de revisar los tratados de librecomercio y proponían, en el plano nacional, un programa económico que pasaba por aumentar el gasto y reducir los ingresos.

Este programa despertó el recelo en Bruselas, ante un eventual gobierno “euroescéptico” que no respetase el pacto de estabilidad presupuestaria. Claro que los socios de Italia no mostraban ni un ápice de preocupación por la llegada al poder de un partido abiertamente xenófobo que abogaba, en este mismo contrato, por la expulsión de “500.000 migrantes irregulares” de Italia y por el hecho de que presentara la cuestión migratoria como un problema exclusivamente de seguridad...

Los ganadores y los perdedores de esta crisis política

El PD y Forza Italia no han mostrado su mejor cara desde el 4 de marzo. Uno y otro veían cómo gran parte de su electorado se decantaba por otros partidos, contestatarios, o directamente por la abstención. Ahora, si apoyan el gobierno técnico de Mattarella, corren el riesgo de retroceder aún más, dado que el rechazo de la clase política tradicional es fuerte en Italia.

En este nuevo viraje, el M5S y la Liga han conseguido demostrar que el sistema que denuncian desde hace años hace todo lo posible por mantenerse en el poder. Están en posición más bien favorable, aunque la Liga parece que saca más provecho que el movimiento Cinco Estrellas. El movimiento de Beppe Grillo se ha dejado algunas plumas “en el contrato de Gobierno”, que se ha escorado muy a la derecha bajo el efecto Salvini y que ha hecho caso omiso de algunos de los compromisos fundadores del movimiento. Luigi di Maio se ha adaptado muy bien a las negociaciones entre bambalinas, olvidando sus compromisos de transparencia y de horizontalidad con los miembros del movimiento. De ahí que su popularidad pueda verse afectada.

En cambio, la Liga tenía todo a su favor para ganar en esta estrategia de alianza que devolvía a la formación al centro del juego político italiano, pese a que el exiguo 17% de los votos obtenido en las elecciones en realidad lo situaba muy por detrás de M5S. Matteo Salvini ha logrado imponerse como socio imprescindible y podrá sacar rédito al hecho de que el presidente haya rechazado a su ministro de Finanzas. Su discurso antiélites y antieuropeo volverá a estar de plena actualidad.

La recomposición política en curso

Estas tres últimas semanas han permitido que la Liga y el M5S pongan de manifiesto que podían llegar a un acuerdo, pese a sus diferencias. Este acercamiento puede derivar en la consolidación de un frente soberanista de cara a las próximas elecciones. “Se han plantado buenas bases” con Cinco Estrellas, declaraba el lunes Matteo Salvini. Una coalición electoral así, de producirse, implicaría una profunda recomposición política del panorama italiano. Y habría que analizarla con mucha calma de cara a las elecciones europeas del próximo año. No hay que olvidar que en el Parlamento Europeo, el M5S está integrado en el Grupo Europa de la Libertad y la Democracia Directa, junto al Ukip británico y a los Patriotas franceses, y que su amistad con los partidos de ultraderecha no es nueva.

Otro escenario posible: Salvini puede decidir volver a la órbita de Berlusconi, pero esta vez como el hombre fuerte de la coalición de derechas. No en vano, a fin de cuentas, Salvini es el hombre que ha estado moviendo ficha durante tres semanas – primero dejando de lado a Berlusconi y después imponiendo a su ministro de Finanzas en el hipotético Gobierno con el M5S–. Si Salvini se apoyó en la cartera clave del ejecutivo quizás fue para hacer fracasar la alianza con Di Maio y así regresar con fuerza como el líder de la derecha italiana.

Las próximas semanas sabremos cuáles fueron las motivaciones reales de Matteo Salvini. Lo que sí parece seguro es que éste va a ser el hombre clave de los próximos meses. _____________

El nuevo Gobierno de M5S y Liga con Conte al frente toma posesión en Italia

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Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

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