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Los talibanes recuperan la práctica de los matrimonios forzosos para mujeres que permanezcan solteras

Varias mujeres se manifiestan en Kabul por mantener sus derechos.

Jean-Pierre Perrin (Mediapart)

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Casada a la fuerza con un taleb. Ese es el miedo que invade a muchas jóvenes afganas solteras y que les lleva a no salir de sus casas o de las de sus padres. El temor suele ser aún mayor en el caso de las mujeres residentes en ciudades, mayores de 20 años y sin marido, lo que, según las normas de los “estudiantes de teología”, se considera altamente inmoral.

La exdiputada Fawzia Koofi, que fue la primera mujer vicepresidenta del Parlamento, sometió a votación una ley pionera contra la violencia cometida contra las mujeres afganas y fue una de las cuatro mujeres de la delegación gubernamental que habló con los insurgentes en Doha; a menudo ha advertido contra estos matrimonios forzosos. “Recibo informes de mujeres y niñas obligadas a casarse con combatientes talibanes que, a diferencia de sus responsables políticos, actúan de la misma manera que cuando estaban en el poder”, señalaba a Mediapart (socio editorial de infoLibre) en noviembre de 2020.

En la actualidad, estos matrimonios forzosos son, al menos en algunas provincias, una obligación religiosa, como demuestra un reciente decreto, fechado el 10 de julio de 2021, de la Comisión Cultural del Emirato Islámico, al que Mediapart ha tenido acceso.

En este texto, titulado Anuncio del Emirato Islámico sobre el derecho de las jóvenes y las viudas a casarse con combatientes del Emirato Islámico, se afirma claramente que “las jóvenes mayores de 15 años y las viudas menores de 45” están obligadas a casarse con combatientes talibanes. En el texto no se habla, por supuesto, de que tengan que dar su consentimiento –el 90% de los matrimonios en Afganistán son arreglados– ni tampoco sus familias.

El decreto concierne a Badajshán, donde Fawzia Koofi era diputada, y a Tajar, dos provincias del noreste de Afganistán que los talibanes acababan entonces de conquistar para, según el texto, “establecer el islam”. Se distribuyó en las mezquitas de estas dos regiones. Como estas dos provincias son de habla persa, el texto está redactado en dari, la lengua persa de Afganistán, y no en pastún, la otra lengua afgana, hablada mayoritariamente por los talibanes. Se desconoce si en la actualidad se han emitido otros decretos que ordenen este tipo de matrimonios forzosos en otras provincias afganas.

El texto ordena incluso a las autoridades administrativas y religiosas que elaboren listados. “Con el fin de erradicar la ignorancia y el ateísmo”, explica el decreto, “así como los problemas sociales que sufren los jóvenes de esta provincia en general, los responsables del Emirato Islámico dan la orden, en colaboración con los habitantes de esta provincia, en particular los jefes tribales, los alcaldes de los pueblos, los mulás e imanes que dirigen la oración en las mezquitas, que proporcionen a la Comisión Cultural de los Combatientes del Emirato Islámico una lista de niñas mayores de 15 años y de viudas menores de 45 años para que, si Dios quiere, estas niñas sean casadas con los combatientes, de acuerdo con la ley de la religión [... ]”.

El decreto se basa en la sura “An-Nisa”, versículos 95-96, que aparece tanto en la traducción árabe como en la persa del texto: “Alá otorga un rango de excelencia a los que se quedan en casa. Y a cada uno de ellos Alá le ha prometido la mejor recompensa; Alá pone a los combatientes por encima de los no combatientes concediéndoles una inmensa recompensa”.

El texto también ordena que las niñas sean trasladadas a Waziristán –el decreto no es más específico– donde “los objetivos y el aprendizaje de las lecciones islámicas [son] puros, así como la aceptación del islam en su conjunto y de las escuelas religiosas”. La importancia de esta región, que forma parte de la zona tribal paquistaní fronteriza con Afganistán, plantea interrogantes; si bien hay muchas escuelas religiosas, no se consideran centros teológicos de primer orden. En cambio, se encuentran entre los más fundamentalistas.

“Esto demuestra la importancia de los paquistaníes de Waziristán dentro del movimiento talibán”, explica Michael Barry, profesor del Departamento de Estudios de Oriente Próximo de la Universidad de Princeton y de la Universidad Americana de Kabul, y autor de Royaume de l'insolence: l'Afghanistan, 1504-2001 (Reino de la insolencia: Afganistán, 1504-2001). También ha traducido el decreto talibán: “No tengo ninguna duda sobre su autenticidad. También estoy en contacto con alguien en Herat que me ha dicho que los talibanes estaban empezando a buscar chicas jóvenes y que muchos de ellos tenían acento de Waziristán”.

Así las cosas, la referencia a Waziristán debería preocupar a quienes creen que el liderazgo talibán se ha vuelto más pragmático. Los talibanes de Waziristán se encuentran, en efecto, entre los más vinculados a Al Qaeda –que había establecido campos de entrenamiento en esta región– y encarnan el radicalismo más fuerte dentro del movimiento.

En el triunvirato que ahora dirige a los talibanes está Sirajuddin Haqqani, jefe de las “redes Haqqani”, conocidas como “las redes del terror” por los numerosos atentados que han llevado a cabo en suelo afgano, y ahora encargado de las operaciones militares de los talibanes en el este y el norte del país. En Kabul, su hermano Anas se encarga de la seguridad desde la toma de la ciudad.

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Traducción: Mariola Moreno

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