Aquí me cierro otra puerta

Ir a terapia no debe ser un lujo

Quique Peinado nueva.

El otro día leí que los psicólogos dicen que hay dos tipos de personas: los que necesitan ir a terapia y a los que les vendría bien ir a terapia. Me hubiera parecido el típico chascarrillo de un gremio pagado de sí mismo que se cree el centro del mundo (como el de que sin periodismo no hay democracia) de no ser porque estoy rotundamente de acuerdo.

Este verano empecé a ir a la psicóloga. He pasado por momentos personales muy complicados, todo se me juntó y llegué a una situación en la que simplemente veía que sin ayuda no iba a ser capaz de afrontar lo que se me venía, o que, directamente, iba a llegar un día en el que no me iba a poder levantar de la cama. Lo pensaba literalmente. Tuve que llegar a ese momento para darme cuenta de que necesitaba ayuda profesional. 

Ahora, cuando voy viendo el sol, tengo claro que soy una persona que ha pasado de necesitar terapia como el comer a ser uno de esos a los que les viene muy bien ir. Lo voy a seguir haciendo a menudo y, cuando vaya todavía mejor, lo seguiré atendiendo regularmente. En estos meses he aprendido a tolerarme, a lidiar con el miedo, el dolor y el sufrimiento, a gestionar mis emociones y he dejado de, literalmente, tirarme paladas de mierda cada día. He conseguido en poco tiempo algo que, en retrospectiva, me he dado cuenta de que nunca había hecho del todo: aguantarme. Cuando lo logre definitivamente sé que conseguiré ser mucho mejor para los demás. Sobre todo, para mis hijos. 

Le pregunté a mi psicóloga hace poco si tenía mucho trabajo a raíz de este mundo en pandemia y me sonrió y me dijo: "Sí. Es que estamos mal". Me pareció sorprendente que un servicio tan caro tuviera mucha más demanda cuando las cosas están económicamente tan desastrosas. Y es que, una vez más, podemos acceder a algo que se está demostrando vital quienes tenemos posibilidad de pagarlo. Y, me temo, algunas personas están haciendo esfuerzos económicos extremos para costeárselo porque de verdad que es muy necesario. En mi caso, por ejemplo, no sé qué hubiera sido de mí sin la terapia. 

Vivimos en un mundo que nos vende la autoayuda, el "ser feliz es una elección" y todas esas mierdas porque, mientras estamos en esas, no andamos montando un sindicato que acabaría con gran cantidad de nuestros problemas. 

No quiero que esta columna sea un intento de desestigmatizar la salud mental porque me parece que ya es algo que está clarísimo y que no tiene mucho debate. Pero la mejor manera de desestigmatizar la salud mental, de hacer que esa frase del inicio de esta columna sea realidad, es facilitar un acceso real, efectivo y gratuito a terapias de calidad que permitan que cuidar nuestra salud mental sea algo generalizado. Porque es vital. Porque cualquier persona que crea en la Sanidad Pública convendrá en que es algo que debemos impulsar como país sin mucha demora.

Si yo no ganara pasta para pagarme la psicóloga, es muy posible que mi vida hoy fuera una mierda. Y problemas como los míos, y mucho peores, los tiene cualquiera. No creo que un país que se dice garante de la salud de sus ciudadanos pueda seguir permitiéndose soslayar un debate que se arregla con dinero. Sé lo difícil que es, pero puedo decir de primera mano que también sé lo importante que es.

Más sobre este tema
stats