Plaza Pública

Gràcies, Joan, per seguir treballant en aquest poema

El poeta Joan Margarit.

Mònica Vidiella Bartual

Albert Camus, en su novela La caída (1956), predijo con su amarga ironía el dictado actual de lo políticamente correcto: «Nuestra vieja Europa filosofa por fin como es debido. Ya no decimos, como en épocas ingenuas: “Yo pienso así, ¿cuáles son sus objeciones?”. Ahora hemos adquirido lucidez; reemplazamos el diálogo por el comunicado. “Nosotros decimos que esta es la verdad. Vosotros siempre podréis discutirla. Eso no nos interesa”. Lo que Camus no pudo predecir es que con las redes sociales los comunicados alcanzarían en el siglo XXI su máximo esplendor, que, inmediatos e irracionales, extenderían sus desprecios y sus insultos en honor de la verdad y de lo que defienden, paradójicamente, como políticamente correcto.

Desde esa perspectiva, de verdad y corrección, la entrega a Joan Margarit del premio Cervantes 2019 de manos de Felipe VI en el palacete Albéniz de Barcelona ha suscitado voces críticas desde multitud de ámbitos del espectro sociocultural y político. Unas condenan la cobardía de la Corona ante una posible represalia de los independentistas catalanes o enjuician un Gobierno que no les representa; otros dictaminan sobre lo secreto del acto y sentencian sobre sus intereses ocultos, y muchos, porque son muchos, juzgan sin piedad, que un poeta de la talla de Joan Margarit aceptara un premio que sin duda merece y esos, esos son los que duelen.

Los españoles y los catalanes, sea cual sea nuestra verdad, deberíamos ser capaces de no dejarnos llevar por los dictados de un nacionalismo provinciano y retrógrado y buscar en la cultura un diálogo con el otro, con el que empezar a edificar de una vez una sociedad alejada de la tiranía del miedo a lo distinto, rica en matices que nos acerquen cada vez más a la verdad de la condición humana.

Y la poesía de Joan Margarit nos ofrece ese diálogo. La autenticidad de su poesía, la intensidad y la inteligencia sentimental que nos regalan sus versos logran lo que el poeta persigue, que su obra poética adquiera una importancia decisiva en la modulación de la intimidad en relación a los valores colectivos. El poeta cree en la intimidad como territorio desde el que construir la identidad del individuo, de ahí el carácter necesario de una poesía capaz de indagar en la realidad de una subjetividad, objetivada, que enlaza la mirada personal individual a la colectiva, convirtiéndose en una común utilidad recíproca entre el individuo y la sociedad.

Una poesía bilingüe aumenta la riqueza de dos literaturas, si es que debemos hablar de dos literaturas, y en esas dos literaturas y en otras a las que ha tenido el interés de acercarse, desde la generosidad, Joan Margarit siempre ha reconocido el magisterio de sus predecesores sin los cuales afirma “yo no existiría como poeta". Y el reconocimiento, en cualquier lengua, es fruto de la sabiduría.

La obra poética de Joan Margarit defiende la belleza, la verdad y la cultura en su lengua materna y en la lengua castellana que en su día le fue impuesta y para la que no dudó en ser hospitalario. Como ha sido hospitalario con un premio, el Cervantes, que le entregue quien le entregue y en las circunstancias en que lo haga, es un merecido reconocimiento a una trayectoria poética que, alejada de posiciones beligerantes y ajenas a la belleza, a la verdad y a la cultura, ha trabajado incansablemente como “respuesta del ser humano al continuo ataque de la intemperie donde se desarrolla la vida". 

Y la intemperie está ahí, en los comunicados en que abanderados en uno y otro nacionalismo creen defender la dignidad. Pero la dignidad no está en el desdén, no está en el agravio, está en la lucidez de una poesía honesta, precisa, entendida “como un acto de generosidad y amor.”

No sé qué pensó Joan Margarit en el acto de entrega del Cervantes, quizá rodeado de sus hijos y sus nietos pensaba lo que le hubiera gustado a Joana estar allí. No sé qué pensará de todo este revuelo mediático, quizá sentado en su silla de trabajo sonreirá y continuará la corrección del último poema que haya escrito y que un día podrá salvar a algún lector de la intemperie.

Un emérito de mérito

Un emérito de mérito

Gràcies, Joan, per seguir treballant en aquest poema.

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Mònica Vidiella Bartual es profesora de bachillerato en Barcelona.

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