La portada de mañana
Ver
El PSOE se lanza a convencer a Sánchez para que continúe y prepara una gran movilización en Ferraz

Primarias del PSOE

Susana Díaz acusa a Iglesias de "intimidar" a los socialistas con "escraches" antes de la votación

Susana Díaz, candidata a la Secretaría General del PSOE, en un mitin en Sevilla.

El PSOE, el PSOE, el PSOE. Es no sólo la palabra más pronunciada por Susana Díaz, sino su idea central: el "orgullo de ser del PSOE", "un PSOE cien por cien PSOE", "un PSOE que deje de lamentarse y se levante para levantar el España, que no se resigne y sea alternativa". "¡Autoestima, orgullo!", gritaba este viernes durante el mitin de cierre de su campaña, en Sevilla, su ciudad, a apenas un kilómetro de donde cerraba su rival, Pedro Sánchez, al que dedicaba pullazos sin mencionarlo. Aunque Sánchez es su adversario, en su último gran acto eligió a Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, para lanzar la mayor andanada. Díaz acusó a Iglesias de "intimidar a los socialistas" a las puertas de sus primarias, y se presentó como la defensora de los militantes ante el líder del partido morado: "Si soy secretaria general, va a respetar al PSOE. ¡Claro que lo va a respetar!". Fue el momento que más enardeció a varios miles de personas congregadas en el Muelle de las Delicias del Puerto de Sevilla. Votar contra Díaz –vino a subrayar– es votar por un PSOE que se defenderá de Podemos.

Una de las críticas más frecuentes a Pedro Sánchez es su supuesta proximidad a Podemos. Ella censuró este viernes con más vehemencia a Iglesias que a Mariano Rajoy, al que también dedicó críticas. "A Iglesias y Rajoy sé que no les gusto. Si pudieran, votaban en las primarias el domingo", dijo. Obviamente, quería decir "votaban a Sánchez", pero sin decirlo. Y apuntó a Iglesias. "Haga mociones de censura para su ego, haga escraches o manifestaciones mañana, el día de antes de que vayamos a votar, haga lo que haga no va a intimidar al PSOE, porque esto es el PSOE, cien por cien PSOE", proclamó, surfeando sobre los aplausos. También criticó la invitación de Podemos a IU de que rompa sus gobiernos locales con el PSOE. Acusó al partido de Iglesias de pretender presentar una moción de censura contra ella en Andalucía "junto al PP", y enfatizó que no permitirá que Podemos "haga con el PSOE lo que ha hecho con otros", en referencia a Izquierda Unida.

Las apelaciones al orgullo, al patriotismo de siglas, fueron continuas. Es su lema: "cien por cien PSOE". "Somos el PSOE, ¿sabéis la fuerza que tiene eso? 138 años defendiendo a los más vulnerables, a los más débiles", exclamó. Afirmó que estaba orgullosa de ser "mujer andaluza", hija de trabajadores, pero que su principal "orgullo era ser socialista", porque el PSOE es su "familia". Su reivindicación del legado socialista es máxima: "Quiero ser secretaria general del PSOE porque es lo mejor que le ha pasado a este país, por Felipe González, Alfonso Guerra, José Luis Rodríguez Zapatero...", dijo. De los tres, este viernes sólo la acompañaba Guerra, que no intervino, pero que se llevó una cerrada ovación que Díaz había pedido para él por su contribución al "PSOE moderno". De Guerra –dijo Díaz– aprendió una máxima: "Primero el país, después del partido". La presidenta de la Junta de Andalucía sabe que el sanchismo en Andalucía se ha nutrido, entre otros nichos, de los restos del antiguo guerrismo. Así que sentó a su lado al principal guerrista: al propio Guerra. Al otro lado estaba Micaela Navarro, una de las figuras más respetadas del partido. No da puntada sin hilo. No hubo menciones a Manuel Chaves ni a José Antonio Griñán, a pesar de que siguen contando con el aprecio de buena parte de las bases andaluzas, que se suelen alzar espontáneamente al escuchar sus nombres.

Díaz calificó de "tonterías" las críticas a su plan de préstamos para jóvenes, censuradas por sus adversarios como "medidas liberales". Defendió la tarea de su Gobierno en Andalucía, deteniéndose en medidas concretas y sin autocrítica, para la que un mitin no suele ser buena ocasión. Y fue menos insistente que en otras ocasiones en la idea de "ganar", aunque la mencionó en varias ocasiones y cerró el mitin con ella: "¡A ganar, siempre a ganar!". El lunes, cuando –ella espera– sea secretaria general, lo primero que hará será trabajar para que "volvamos a ser gobierno". "A los socialistas nos gusta ganar para cambiar la vida a las personas. Lo hicimos en marzo [de 2015, en Andalucía] y lo vamos a volver a hacer aquí en Andalucía, y en todos los rincones de este país. La gente no nos ha dado la espalda, nos está esperando", proclamó.

Con el partido dividido como no se recuerda, Díaz abogó por "el respeto, la convivencia y la fraternidad", un clásico de los tres candidatos: "No quiero el voto de los que insultan ni el voto del insulto. Sólo el voto del respeto". A lo largo de su campaña, Díaz se ha centrado más en la idea de "ganar" y en el patriotismo de siglas que en aquel famoso "coser". El rol de costurera ha tenido que compartirlo con Patxi López. Este viernes las críticas a Sánchez fueron suaves, casi veladas. Por ejemplo: había que "liderar ya sin titubeos ni bandazos la reforma laboral", aspecto sobre el que Sánchez ha sido acusado de no tener una posición clara.

López confía en que a partir de mañana "juntos" recuperen "el mejor Partido Socialista"

López se ve con "fuerzas" para liderar el PSOE y confía en que mañana "juntos" recuperen "el mejor Partido Socialista"

La organización creó un ambiente de olla a presión. Es difícil saber si había más o menos gente que en el acto de Sánchez –más, según los que estuvieron en ambos–, pero desde luego la visión cuando se alzaban las banderas era espectacular en el abigarrado anfiteatro donde Díaz montó su acto de cierre. Un acto telegénico, como acostumbra la presidenta. Y un acto en clave nacional: sin banderas andaluzas, y con muchas del PSOE federal –rojiblancas; no verdiblancas, del PSOE andaluz–. Detrás de los los oradores, la bandera arcoiris de la diversidad sexual y las de diversas comunidades autónomas. Entre las más vistosas estaba la señera de Cataluña, donde todo apunta a que Díaz tiene un grave problema electoral. Todo medido al milímetro.

Díaz partía como favorita antes de empezar la campaña. Por su influencia en la gestora, por el apoyo del aparato y de los principales referentes históricos, por la poderosa federación andaluza, por su cargo institucional, por su aureola de dirigente ganadora: por todo eso a priori Díaz salía con un cuerpo de ventaja. Pero el apretado resultado de los avales, psicológicamente una especie de primera vuelta de las primarias, ha hecho desaparecer esa impresión. El comentario generalizado era de absoluta incertidumbre: "A ver el domingo". Si hubo una favorita clara, ya no la hay.

La tarde tenía un punto surrealista. Un calor más propio de agosto caía a plomo sobre la solana en que se había convertido el Muelle de las Delicias del Puerto de Sevilla. Pasaban las 19.35 y todavía era imposible tener abiertos los dos ojos a la vez. Hubo que pedir desde el escenario a los jóvenes que fueran buenos socialistas y cedieran sombreros de paja y asientos a los mayores, que se abanicaban con la lengua fuera. Pero lo verdaderamente surrealista no era lo climatológico, sino el último síntoma político de la brutal división que atraviesa al PSOE de cabo rabo: dos candidatos a la secretaría general de un mismo partido cerraban sendas campañas de ámbito nacional con mítines a apenas un kilómetro el uno del otro, los dos a las orillas del Guadalquivir. "Cuando venía pensé 'cuidao, a ver si me voy a equivocar de acto'", bromeó desde el estrado Nino Torre, secretario general de Juventudes Socialistas. Estas primarias han ido de eso: Díaz y Sánchez se han estado buscando el uno al otro y el domingo termina la búsqueda. Uno encontrará y otro será encontrado.

Más sobre este tema
stats