Cataluña

Sánchez blinda a Aragonès como interlocutor estratégico para un diálogo "sin plazos"

El president de la Generalitat, Pere Aragonès, recibe al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada al Palau de la Generalitat.

Se acabaron las prisas y, por tanto, los plazos. Pedro Sánchez y Pere Aragonés han pactado que la etapa de diálogo que ahora empieza entre los gobiernos que presiden no tenga límites de tiempo. El acuerdo es sentarse a hablar y no levantarse por mucho que las posturas estén “muy alejadas”. “Nos llevará mucho tiempo, no nos pongan plazos”, pidió el presidente español tras reunirse durante dos horas con el president catalán en el Palau de la Generalitat.

A falta de un orden del día claro y sin que la metodología de trabajo que se seguirá a partir de ahora haya sido definitivamente concretada, el encuentro de este miércoles en Barcelona sirvió para sellar una garantía mutua: ninguna de las dos partes se levantarán de la mesa pase lo que pase. El compromiso es, a partir de ahora, “trabajar sin prisas, sin pausas pero sin plazos”, según explicó el propio Sánchez durante su rueda de prensa. En la práctica eso supone que se elimina el límite temporal de dos años apalabrado entre los socios independentistas y se asume que, tal y como el propio presidente planteó este pasado martes en el Senado, la negociación empieza a dibujar un horizonte incluso más allá de 2023, fecha prevista para las elecciones generales y para la moción de confianza en el Parlament.

Sánchez explicó en el Palau de la Generalitat que “los problemas de Cataluña no empezaron ayer” y que por eso “necesitaremos mucho tiempo”, porque aunque las posiciones están “radicalmente alejadas” aseguró que ambos presidentes están “decididos a recomponer los lazos”. Durante su intervención ante los medios, Pere Aragonès reafirmó la idea de que se “requiere tiempo y perseverancia para ver si podemos conseguir avances”.

Un interlocutor estratégico

Con la mitad del Govern de Catalunya sin representación por el enfrentamiento entre independentistas y sin un orden del día claro, las condiciones para celebrar la primera mesa de diálogo de la era Aragonès entre el Gobierno y la Generalitat no parecían las más propicias. Aún así, la delegación del Ejecutivo central desembarcó en Barcelona con Pedro Sánchez al frente a primera hora de la tarde, aceptando incluso adaptar el tamaño de su equipo de trabajo por la ausencia de los consejeros de Junts (la ministra Raquel Sánchez y el ministro Manuel Castells no han acudido finalmente).

El presidente del Gobierno sabe que, frente a las presiones del independentismo más exaltado, el actual president de la Generalitat es su gran aliado estratégico para llevar a cabo una hoja de ruta de desescalada en Cataluña. El trato que le otorgó este miércoles así lo demuestra. Ante la delicada situación política de Pere Aragonès y lejos de hacer sangre con la inestabilidad del Govern que preside, Pedro Sánchez quiso reforzar sin fisuras el papel de su anfitrión: “Si hoy estoy aquí es porque el Gobierno de España se toma en serio esta crisis”. Preguntado por los avances concretos tras dos horas de reunión, el presidente respondió a los periodistas poniendo el énfasis en el simbolismo de la cita más que en cualquier otro aspecto: “No sé si ustedes están muy acostumbrados a que el presidente del Gobierno venga al Palau de la Generalitat, pero las imágenes también son muy importantes. Esta tiene una enorme potencia como mensaje político”, concluyó.

Amnistía y autodeterminación

El primero en comparecer tras la reunión de dos horas fue el presidente del Gobierno. Pedro Sánchez reconoció ante la prensa que, “como siempre”, el president catalán puso sobre la mesa sus principales reivindicaciones: “Siempre lo lleva en la carpeta y siempre me lo plantea, por supuesto. Él tiene en su agenda la autodeterminación y la amnistía, por eso digo que nuestras posiciones están muy lejanas”. Sánchez recomendó “no empezar a hablar por lo que nos separa” para así poder avanzar en el diálogo. “El referéndum y la amnistía es su propuesta y para nosotros no es posible. La constitución española no lo permite, vivimos juntos y tenemos que decidir juntos, esa es nuestra postura”, expuso antes de repetir que, por eso, “tenemos que empezar a hablar por cuestiones en que estemos más cercanos”.

Por su parte, el president de la Generalitat defendió que “el referéndum es la propuesta más inclusiva” y se refirió a los indultos como “un paso que reconocemos, pero es solo un paso porque la represión continúa y es un obstáculo evidente para la resolución del conflicto”. Aragonès destacó que su prioridad es “el acuerdo político por la amnistía y la autodeterminación. Vamos a trabajar por el consenso, pero tendremos que explicar que estamos ante un proceso de negociación complejo en el que a veces avanzaremos y otras retrocederemos", dijo.

Tras la reunión de los presidentes, las delegaciones de ambos gobiernos se reunieron durante algo más de dos horas. Durante el encuentro se plantearon las primeras directrices sobre el calendario de trabajo, la prioridad de los temas a tratar y las composiciones de equipos de aquí en adelante. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, compartió con la delegación catalana una “versión actualizada” de la conocida como agenda del reencuentro, un documento que en la Moncloa definen como “una invitación al diálogo y al acuerdo incorporando otras materias como las infraestructuras, el crecimiento económico, la sanidad, los servicios sociales y el medio ambiente”.

Tras la mesa de negociación no han trascendido fechas de próximas reuniones y ambas partes explican que algunas de ellas, a partir de ahora, serán discretas. Lo que hay, por el momento, es el compromiso explícito de uno y otro lado por evitar el peor de los escenarios y dejar definitivamente atrás los episodios de 2017. Ni referéndums unilaterales ni declaraciones de independencia. Que no haya plazos y se hayan eliminado las fechas límite también es garantía de todo ello.

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