Dice el filósofo José Antonio Marina que, cuando no hay compasión –uno de los sentimientos exclusivamente de los humanos–, aparece la crueldad. Cuando alguien no tiene compasión, decimos que esa persona es inhumana, porque no te has compadecido, dice Marina. Cuando excluyes la compasión de tu forma de vivir, de pensar, de actuar, abres la puerta a todo tipo de brutalidades.
La reflexión de Marina define lo que está pasando en Gaza. No hay ideología en esto que dice. Es simplemente la descripción de lo que estamos viendo estos días, de lo que llevamos viendo meses.
Resulta complicado encontrar palabras para explicar bien lo que está ocurriendo en estos últimos días. Hay imágenes desoladoras de ese sufrimiento inhumano al que se está sometiendo al pueblo gazatí. Llevan semanas sin apenas comida, no han dejado que entre nada, ni siquiera la harina con la que hacen su pan de pita. La madrugada del jueves dejaron entrar a los primeros camiones desde el 2 de marzo. Y sí, esos camiones distribuyeron algunos sacos de harinas entre todas las panaderías que quedan en pie en la Franja. El Gobierno de Netanyahu lo ha permitido. Dijeron que darían un plato y un pan de pita al día a los que todavía siguen con vida en un lugar que es pura desolación, en el que, mires hacia donde mires, sólo se ve destrucción y gente, cargando con lo que tiene en carros, o a hombros, desplazándose ahora hacia el norte, ahora hacia el sur. Haciendo caso, porque no les queda otra, de las órdenes de evacuación que va ejecutando el ejército israelí. Tratándolos como marionetas, muñecos que ahora colocas aquí y que, ahora, los llevas al otro extremo. Deshumanizándolos por completo. No son personas, son enemigos. Lo ha dicho un miembro del gobierno de Netanyahu: cualquier gazatí, niño o adulto, será considerado como un enemigo.
Fíjense cómo de desesperante debe ser la situación que los palestinos admiten que prefieren morir en un bombardeo antes que de hambre
Decir que el gobierno israelí está siendo inhumano con el pueblo palestino no implica automáticamente ser un antisemita. Es constatar una realidad, cruel, que estamos viendo cada día, cada día.
Hay métodos, ensañamientos, que recuerdan demasiado a lo que vimos en la época nazi. Y resulta tan desconcertante que un pueblo que sufrió la peor violencia humana que vimos en el siglo XX repita lo mismo contra otro pueblo...
Hay colonos ultras que se organizan para bloquear la entrada de comida y ayuda en la Franja. Y mira que llevan dos meses sin demasiado trabajo porque ayuda, lo que se dice ayuda, no ha entrado nada.
Parar esto es casi una obligación moral. No hay mucho debate, es difícil que alguien pueda decir que está bien lo que está pasando estos días en Gaza. Ni siquiera Alemania, fiel aliado europeo desde siempre de Israel, ha mantenido su apoyo tras lo visto en la Franja.
En los últimos DOS días, 29 personas, niños y ancianos, han muerto de hambre en Gaza. De hambre. Fíjense cómo de desesperante debe ser la situación que los palestinos admiten que prefieren morir en un bombardeo antes que de hambre.
Dice el filósofo José Antonio Marina que, cuando no hay compasión –uno de los sentimientos exclusivamente de los humanos–, aparece la crueldad. Cuando alguien no tiene compasión, decimos que esa persona es inhumana, porque no te has compadecido, dice Marina. Cuando excluyes la compasión de tu forma de vivir, de pensar, de actuar, abres la puerta a todo tipo de brutalidades.