Aquí me cierro otra puerta
Los que sí hablan

Se escribirá en los libros de historia cómo LeBron James derrotó a Donald Trump. Bueno, no tanto, pero sí cómo él, y tras él una generación de jugadores de la NBA que dijo que ya basta y una organización que, quisiera o no, tuvo que ponerse a su servicio, decidieron que iban a usar su poder para derrotar en las urnas a un presidente de los Estados Unidos. Lo consiguieron, o al menos ayudaron a ello. Obviando el concepto "conciencia de clase", que, con matices, es el que llevó a los jugadores de la NBA a iniciar y sostener la campaña más agresiva y longeva que un grupo de deportistas hizo jamás por una causa concreta, podemos aprender de esto lo útil que es conquistar nuestra cuota de poder (sea en la forma que sea) para ponerlo al servicio de una causa y de los demás, de la misma manera que otros lo detentan en beneficio de sus causas y de ellos mismos. Los jugadores de la NBA detentaban el poder de su fama, su dinero y de ser los que hacen funcionar un chiringuito millonario de señores en pantalón corto para (y es muy ambicioso) hacer descarrilar a Donald Trump. Lo lograron.
La norma en España es que los deportistas no hablen o que, si lo hacen, sea para mostrar su preferencia por el lado más conservador del panorama político. Evidentemente aquí la conciencia de clase brilla por su ausencia: yo mantengo que uno es de donde es, no de donde su cuenta corriente marca, y que en la raya de la vida que te hace situarte del lado de los unos o de los otros, ser quien eres y no lo que conseguiste te debe hacer colocarte en el bando correcto de las cosas. En el deporte español no pasa. O, al menos, no lo suficiente como para que un deportista multimillonario (mayoritariamente de origen humilde) salga a apoyar a la izquierda con la misma contundencia y el mismo poco miedo que lo hacen los que 'tifan' por la derecha. Consecuencias tienen los dos, eh, pero se ve que los progresistas deciden no asumirlas. Están en su derecho y no creo que haya que demonizarlos por ello. Pero los jugadores de la NBA han logrado algo tan grande que quizá alguno debería mirarse en ellos y dar el paso.
No juega en la NBA, tiene 39 años ya y apura su último fútbol en la Primera B de Argentina. Posiblemente ni les suene; yo no había oído hablar de él hasta que leí una entrevista. Pero hablemos de Leonardo Di Lorenzo. Este jugador del Temperley dice: "El fútbol es un ambiente muy machista y conservador. Tenemos que cambiarlo. Hoy te da positivo un control porque te fumaste un porro un fin de semana y no conseguís club, pero cagaste a palos a tu señora y le bajaste tres dientes y te mandan a tu casa un mes, te guardan un poco y podés volver a jugar" (...) Los que tapan situaciones de violencia son, muchas veces, los dirigentes. Y eso tiene un correlato en los periodistas. Nos cuesta salir de nuestro pequeño lugar de comodidad. Por eso pondero la lucha de las jugadoras, por ejemplo. Esos movimientos están haciendo que nos cuestionemos cosas. Que nos preguntemos. Y eso es un montón". Esas palabras ayudarán a cambiar las cosas. Seguro. En menor medida porque él es un jugador modesto, pero lo hará.
Las jugadoras de la WNBA, la versión femenina de la NBA, sacaron camisetas en favor del candidato demócrata al Senado por Georgia Raphael Warnock. Este reverendo apoyó el movimiento Black Lives Matter y las baloncestistas, que han hecho una campaña paralela a la de sus homónimos masculinos (con menor repercusión, eso sí), se manifestaron de manera contundente y en la misma cancha para que Warnock gane un lugar en el Senado. Teniendo en cuenta que la batalla por el control de esa cámara está reñidísima y puede que se decida por uno o dos asientos, como Warnock venza es posible que sea otro grupo de deportistas el que dé la puntilla a los republicanos y ayude a que algunas cosas cambien en los próximos cuatro años.
La clave de esta historia es quién es la rival republicana de Warnock por la nominación. Se trata de Kelly Loeffler, la propietaria de las Atlanta Dream, una de las franquicias de la WNBA y jefa o futura jefa de las jugadoras de la WNBA. Es decir: esas valerosas deportistas están haciendo campaña contra quien les paga.
Para que alguien tome un camino arriesgado y que te va a llevar a perder comodidad por ganar en conciencia, es necesario que alguien dé el primer paso. Vivimos en un momento de la historia en el que muchos deportistas lo están haciendo y están logrando cosas. Ojalá algún/a gran deportista español lea estas líneas y decida dar el paso de expresarse, al menos, con la misma comodidad y tranquilidad que sus compañeros de derechas. Yo no se lo pido ni se lo exijo, y comprendo perfectamente que no lo hagan, pero me gustaría. Y, como a mí, a miles de personas. Harán un bien que quizá no acierten a imaginar.