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Vox pasa de dar miedo a dar risa

“Es preferible que un niño tenga un padre y una madre”. Con una excepción: “Si hay un niño que no lo quiere adoptar nadie, no tengo problema en que lo adopten los homosexuales”. Estas afirmaciones, crueles y cobardes, se podían escuchar en horario de máxima audiencia de la televisión de este país en octubre de 2019. Y el público de El Hormiguero, en vez de abandonar el plató, hacía como que no había escuchado nada esperando a la próxima ocurrencia de Pablo Motos para aplaudir y soltar una carcajada. Santiago Abascal también dijo en esa entrevista, a propósito del aborto y en plena precampaña del 10N, que “hay muchas mujeres que dicen que su cuerpo es suyo, pero lo que llevan dentro no es su cuerpo". Ninguna mujer abandonó tampoco el plató de Atresmedia.

Tertsch sostuvo meses después que el pin parental es un instrumento para evitar que tu hijo “pretenda penetrar a su hermanito para liberarlo del heteropatriarcado". Y Ortega Smith que, en la dictadura, claro que “se celebraban elecciones, lo que pasa es que siempre las ganaba Franco”. Este motor de titulares repugnantes ha trabajado a destajo y con gran éxito hasta que esta semana, no se sabe por qué, se ha gripado. Ana Rosa Quintana, que hasta ahora extendía la alfombra roja a Santi cada vez que se asomaba por su programa, le puso este lunes las pilas al chico de los recados de Vox en Valladolid. “Las mujeres no somos tontas”, le espetó a un alucinado Juan García-Gallardo a cuenta de la última provocación ultra sobre el aborto. Y Carlos Herrera, en su editorial del miércoles, sentenció: “Cuando cometes ese tipo de cosas [montar una crisis política por la siniestra fantasía del latido del corazón que oyes en los fetos], demuestras que gobernar contigo es una ruleta rusa”.

Vox es ya un juguete roto para la derecha mediática. Pero cuidado. Los juguetes no deben tirarse al contenedor amarillo. Hay que molestarse y llevarlos a un punto limpio. Son muy tóxicos

Pero fue el gran cheerleader mediático de la ultraderecha, Jiménez Losantos, quien, ya avanzado el miércoles, destapó ante su estupefacta audiencia que Vox es un mal chiste. El hijo del honrado zapatero de Orihuela del Tremedal entrevistaba a la santa esposa del hijo del cuarto marqués de Valtierra, a la sazón Rocío Monasterio. Y se rio de ella a cuenta de un asunto sagrado en el hogar de los Espinosa de los Monteros: el nasciturus. “Te lo puedes poner de politono en el móvil, si te hace ilusión”, le dijo sobre el latido fetal. “Estamos hablando de que las mujeres llevamos un niño dentro”, contraatacó ella. “Sí, el niño Jesús”, se mofó él. Iván reprendió el jueves a Ana Rosa y Federico por las afrentas. Y lanzó desde Fitur un recado al segundo. “Hay muchos medios que tienen miedo a que su financiación esté en entredicho”. Losantos desencriptó enseguida el mensaje y amenazó el viernes con sentar a sus excompis de tertulia en el banquillo. Vayamos a lo importante. Vox es ya un juguete roto para la derecha mediática. Pero cuidado. Los juguetes no deben tirarse al contenedor amarillo. Hay que molestarse y llevarlos a un punto limpio. Son muy tóxicos.

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