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... Que quiere ver la tele

Yo he venido a hablar de mi programa. Puede parecer un alarde de ego descarado. No lo descarto, hay casi siempre una pizca de ego en el aire cuando quienes desempeñamos el oficio de la comunicación hablamos de lo que hacemos. En ocasiones, hay kilos y hasta toneladas… Pero esto mío de hoy es, sobre todo, un alarde de orgullo. Y, además, el peso voy a ponerlo en el otro lado, en el de los espectadores.  

Verán, ese programa de divulgación histórica del que hoy escribo es El Condensador de Fluzo y se ha emitido durante tres temporadas en La 2. Comenzó presentándolo el escritor Juan Gómez-Jurado, después tuve la inmensa fortuna de tomar el relevo y me he encargado de hacerlo en las dos últimas. 

En su primera temporada, me hice fan como espectadora desde mi sofá y, ahora que lo conozco desde dentro y formo parte de la aventura, lo soy más, porque veo la cantidad de trabajo y esmero que hay detrás. Es un esfuerzo coral, un empeño colectivo. Desde el director, Aitor Gutiérrez, que tiene clarísimo el programa en la cabeza y en el corazón, hasta guionistas, documentación, asesoría histórica, realización, ilustración, técnicos de imagen y sonido, estilistas, maquillaje y peluquería, regiduría y, por supuesto, los colaboradores.  

Nuestro espacio divulgativo es un viaje a través de la Historia con rigor y con humor. Sí, ambas miradas son compatibles. Eso de que la cultura ha de transmitirse desde una atalaya y que elevar el nivel cultural consiste en dar chapas soporíferas desde la superioridad intelectual, es un bulo histórico, como los que desmentimos en el programa.

Lo que nosotros hacemos desde la televisión pública es divulgar y su origen etimológico del latín “divulgare”, “decir al vulgo”, es tan claro como la definición que hoy pervive en el diccionario de la santa RAE: “Publicar, extender, poner al alcance del público algo”.  

'El Condensador de Fluzo' es un viaje a través de la Historia con rigor y con humor. Sí, ambas miradas son compatibles. Eso de que la cultura ha de transmitirse desde una atalaya es un bulo histórico

Y eso hemos tratado de hacer cada semana, extender el conocimiento y poner al alcance del público “algo”. Algo tan valioso como el conocimiento acumulado por los historiadores, historiadores del arte, arqueólogos, filólogos  y expertos en otras disciplinas, que colaboran en pantalla o detrás de ella, habitualmente o como invitados.

Y es el profuso saber, en el que ellos y ellas invierten una parte importante de su vida, el que han decidido compartir con el público que quiere aprender, con ese colectivo de mentes curiosas que creen en la cultura como un derecho y un placer

Nunca habría imaginado que un programa de divulgación, en una cadena de audiencias minoritarias, pudiera provocar el efecto del que recibimos señales cada día. Mensajes de complicidad en redes sociales, en reuniones con amigos, en la calle con personas desconocidas, en conversaciones con otros profesionales de otros medios…

Nos cuentan padres y madres que lo ven con sus hijos, a veces son tan pequeños que yo alucino, a veces son adolescentes o veinteañeros y ahí los que flipan son los padres. Personas mayores, o no tan mayores, nos piden que hablemos un poquito más despacio para no perderse ni un detalle.  

Nos cuentan algunos profesores que comparten fragmentos de los programas con sus alumnos y los utilizan como herramientas educativas; nos siguen profanos pero también aficionados muy cafeteros; nos siguen especialistas en la materia que abordamos, ¡cuántos historiadores nos ven!

Y a mí esto me produce un enorme orgullo. Pero del que les hablaba al inicio, orgullo por compartir aventura con quienes están al otro lado, el del sofá frente a la pantalla. Mentes curiosas que se acercan a los lugares que les pueden aportar conocimiento, las librerías, las bibliotecas, los museos, los conciertos, los teatros… y por qué no, la tele. Y con más razón la pública. Los que eligen El Condensador de Fluzo y otros espacios divulgativos que pueden encontrar en una parrilla televisiva que no quema: El señor de los bosques, Órbita Laika, Los pilares del tiempo, Escala Humana, Arqueomanía… y tantos otros.

Este texto es mi aplauso a esos miles de personas que disfrutan de la cultura y quieren transmitírsela a los que vienen detrás. Que eligen y exigen el derecho a llenar su vida de conocimiento. Que quieren aprender.

GRACIAS, ha sido un enorme placer hacer un nuevo viaje televisivo por la Historia en tan valiosa compañía.

Nota de la autora: Todos los programas de las tres temporadas se pueden recuperar en RTVEPlay.

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