… Que saca a otra gente del infierno

Imagínese que está de vacaciones en agosto, tomando el sol en la tumbona y recibe este mensaje en su móvil: “Ayúdame a salir, me van a matar”.

Quien lo recibe es Antonio Pampliega, corresponsal de guerra con amplia experiencia en zonas de conflicto, cuya historia seguro que usted conoce. En 2015 permaneció 299 días secuestrado por un grupo vinculado a Al Qaeda.

Quien envía el mensaje es Nilofar Bayat, capitana del equipo de baloncesto en silla de ruedas en Afganistán. Los talibán acaban de entrar en Kabul y han tomado el control del país. Nilo –así la llaman sus amigos– conoció a Pampliega cuando este escribía su libro Las trincheras de la esperanza, en el que ella colaboró. En su desesperación, le pide auxilio a través del teléfono.

Pampliega se comunica inmediatamente con Carolina Pecharromán, periodista de RTVE, y, al tratarse de una deportista, ella le recomienda que se ponga en contacto con Paloma del Río. Del Río es esa periodista deportiva cuya voz es la banda sonora de varias generaciones que hemos visto la gimnasia rítmica, el patinaje y tantos otros deportes, a través de sus ojos. Y si la voz y la mirada informativa de Paloma molan, lo mejor de ella es su corazón. Así que, cuando recibe la llamada de Antonio, no lo duda, hay que hacer algo.

Antonio y Paloma, que no se conocían, empiezan a llamar a todas las puertas institucionales posibles para intentar sacar a Nilofar del infierno talibán. Y lo consiguen. Después de 48 horas de angustia, sin noticias de la deportista, reciben la foto de ella y su marido dentro de un avión, rumbo a la libertad. Misión cumplida.

Claro, las otras niñas de la selección también quieren huir y piden ayuda a su capitana. Nilo abre un grupo de whatsapp con Antonio para estar en comunicación permanente con ellas.

Antonio y Paloma no desfallecen. Continúan intentándolo hasta el día de hoy. En todo este tiempo, han conseguido sacar a diez jugadoras más y siguen pendientes de las que allí están

26 de agosto de 2021. Cuando las deportistas que han conseguido el salvoconducto están cerca del aeropuerto de Kabul, a punto de partir, tiene lugar el atentado suicida. La posibilidad de volar desaparece y ellas vuelven a sus casas heridas y desmoralizadas.

Pero Antonio y Paloma no desfallecen. Continúan intentándolo hasta el día de hoy. En todo este tiempo, han conseguido sacar a diez jugadoras más y siguen pendientes de las que allí están. Su tarea se resume fácilmente en un texto, pero el camino es largo, difícil y costoso.

La acción de estos dos periodistas comprometidos no abre informativos, pero abre una puerta a la vida para estas mujeres. Mujeres que añaden a su género –un peligro en el país en el que viven– la dificultad de su discapacidad. Mujeres que, si no contaran con ayuda, no tendrían posibilidad de escapar del horror.

Once personas no parecen muchas, si las comparamos con los aproximadamente 40 millones que habitan Afganistán, pero cada vida salvada es un triunfo. La de Latifa, por ejemplo, que resume su sensación con una frase: “Ahora soy libre”.

Latifa flipa con los helados, pero lo que realmente le parece fascinante de vivir en España es que la gente pueda ir sola por la calle. Que ella pueda caminar sola. Nunca la soledad tuvo una carga tan fuerte de libertad. 

NOTA DE LA AUTORA: Gracias, Paloma del Río y Antonio Pampliega por vuestro compromiso.

I’m free de Rolling Stones

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