Miro hacia Buenos Aires y veo Valencia. Veo las noticias sobre la victoria incontestable de Milei en Argentina y leo que el aún presidente Mazón no descarta concurrir a las próximas elecciones y me pregunto si las dos cosas acabarán igual en los dos sitios: con la gente votando a quienes los perjudican, a veces de un modo que tiene consecuencias trágicas, como ocurrió con la maldita dana. El máximo responsable de la inactividad que causó un vacío de poder que, a todas luces, contribuyó a la catástrofe, es evidente que no cae porque le sujetan: su partido le recibe como a un héroe en los actos públicos en los que participa, Feijóo y los suyos le dan palmadas en la espalda y se hacen los suecos para no ver las manifestaciones, una por mes hasta llegar por ahora a doce, en las que se le exige que se marche. La Justicia también va a por él, pero no parece que pueda alcanzarle: será difícil establecer relaciones causa-efecto que demuestren con pruebas irrefutables que lo que les pasó a las víctimas fue consecuencia de lo que él no hizo. Puede que ni siquiera se siente en el banquillo del Tribunal Superior de Justicia de Valencia (TSJV), que es el único que le puede juzgar. Unos aforados y otros ahogados.
En el PP están todos a una con Mazón, Santiago y cierra España, tratan de vadear el río avanzando contra corriente de las continuas pruebas que señalan que su comportamiento fue irresponsable a todos los niveles, que se ausentó de sus obligaciones y se desinteresó del riesgo que corrían las personas a las que dejó solas, usan para justificarle argumentos falsos pero repetidos una y otra vez en discursos y tertulias: el apagón informativo que nunca se produjo, la responsabilidad del Gobierno central que les exima a ellos de la suya… Todo el barro de la riada utilizado para arrojarlo, una vez más, sobre nuestra política.
Da igual si Mazón estaba en brazos del dios Baco o del dios Cupido, si actuaba como presidente de la Generalitat o del PP, que hasta en eso ha tratado de desdoblarse, hacer que es dos y que cada uno le eche la culpa al otro: lo único que importa es el resultado, los doscientos veintinueve muertos que, en la mayoría de los casos, se habrían salvado si no se les hubiese abandonado a su suerte. ¿Estamos de broma? ¿Esa cifra de damnificados por una dana se corresponde con el nivel de nuestro país? No, pero con el nivel de Mazón y su gobierno está claro que sí.
Cada nación tiene los líderes que se merece, dice la frase hecha. Y miras lo que está pasando en medio mundo y te tienes que callar
¿Si Mazón se presenta a las próximas elecciones en su autonomía las ganará? Es una pregunta, en mi opinión, de calado moral, más que ideológico. Cada nación tiene los líderes que se merece, dice la frase hecha. Y miras lo que está pasando en medio mundo y te tienes que callar.
Miro hacia Buenos Aires y veo Valencia. Veo las noticias sobre la victoria incontestable de Milei en Argentina y leo que el aún presidente Mazón no descarta concurrir a las próximas elecciones y me pregunto si las dos cosas acabarán igual en los dos sitios: con la gente votando a quienes los perjudican, a veces de un modo que tiene consecuencias trágicas, como ocurrió con la maldita dana. El máximo responsable de la inactividad que causó un vacío de poder que, a todas luces, contribuyó a la catástrofe, es evidente que no cae porque le sujetan: su partido le recibe como a un héroe en los actos públicos en los que participa, Feijóo y los suyos le dan palmadas en la espalda y se hacen los suecos para no ver las manifestaciones, una por mes hasta llegar por ahora a doce, en las que se le exige que se marche. La Justicia también va a por él, pero no parece que pueda alcanzarle: será difícil establecer relaciones causa-efecto que demuestren con pruebas irrefutables que lo que les pasó a las víctimas fue consecuencia de lo que él no hizo. Puede que ni siquiera se siente en el banquillo del Tribunal Superior de Justicia de Valencia (TSJV), que es el único que le puede juzgar. Unos aforados y otros ahogados.