Qué ven mis ojos

No es una alianza, es un anillo que esconde un veneno

"El falso sólo te ofrece dos cosas: lo que no tiene o algo que no puedas aceptar"

La peor coalición posible es esa en la que ninguna de las partes que la forman sea de fiar, porque entonces no es una alianza sino un anillo que oculta un veneno, como los que se usan para envenenar a los reyes de las obras de Shakespeare. Y en la historia del pacto de Gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos sólo hay dos opciones: que mienta uno de ellos o ambos. Por ejemplo, si es verdad que el PSOE le ofreció hace dos meses a Unidas Podemos una vicepresidencia y tres ministerios, los de Sanidad y Consumo, Vivienda e Igualdad, y Pablo Iglesias no lo aceptó, es que el partido morado, en aquellos instantes, había perdido el norte; y si ahora Pedro Sánchez se niega a repetir la misma oferta, es que era falsa, que en realidad nunca pensaron cumplirla y que el documento filtrado a bombo y platillo no era más que humo para los ojos de los periodistas y un canto de sirena para atraer a los supuestos socios hacia las rocas.

Esa canción sería un bolero, sin duda, titulada Ven conmigo pero sin ti, y ha sonado mucho este verano. Pero ahora llega la hora de la verdad a todos los relojes y la cuenta atrás ya está en marcha, o se entienden o rompen y habrá que celebrar unas nuevas elecciones. Mientras se deciden, por las ventanas de la calle Ferraz empiezan a entrar aviones de papel: los mandan las y los barones del partido, que en esta obra hacen el papel de apuntadores, y lo que parecen sugerir es que como no hay ideas habrá que tener alguna ocurrencia. La suya, por ahora, es que se firme con Unidas Podemos a medio plazo, es decir, que no entren ahora en el Ejecutivo, sino a mitad de la legislatura. La música es otra, pero la letra dice lo mismo: fíate de mí, confía en mi palabra, dámelo todo que ya te lo devolveré. ¿Y si luego cambia el disco y hay un cambio de parejas? Porque en UP siguen pensando que el PSOE baila con ellos, pero mirándolos por encima del hombro, porque son más altos y también para no quitarle ojo a Ciudadanos, que les gusta más cuanto menos caso les hace. Hay amores fatales, donde cada abrazo es una llave de lucha grecorromana, y a alguna gente le gusta, qué le vamos a hacer, es una opción tan respetable como cualquier otra. El problema es que Rivera y los suyos ya tienen dos novias, el PP y Vox.

El caso es que, después de tantos discursos, mítines y ruedas de prensa; tras cruzarse mil y un mensajes como quien cruza sus espadas, a través de los medios de comunicación, y dar a conocer propuestas y contraofertas de una y otra parte, todavía no han explicado ni por qué no se aceptaron la famosa vicepresidencia y los tres ministerios, que quizá no sean de los que se ha dado en llamar “de Estado”, quién sabe por qué, pero que tampoco son las cenicientas de la película; ni por qué, en la otra orilla, no se puede ya repetir el ofrecimiento. ¿Lo que era bueno en julio es malo en septiembre?

Me temo que aquí estamos hablando de una cuestión personal, del famoso factor humano. Porque si las comprensibles dudas que siempre van a existir entre dos que compiten por el mismo título, en este caso el de fuerza dominante de la izquierda, ya se habían salvado hasta donde era posible hacerlo en el territorio político, es difícil entender que ahora todos los saltos sean hacia atrás, porque así es mucho más fácil tropezar con las vallas y caer. Y esto es como todas las carreras: mientras el que va delante y el que le sigue se ponen zancadillas, gana el tercero.

El cronómetro sigue avanzando y el tiempo que mide continúa retrocediendo. Si nadie lo detiene, llegará a cero y volverán a ponerse las urnas. Y a partir de ahí, quién sabe, porque a votar se va o no se va tanto para darle la confianza a un candidato como para castigarlo, y la pregunta en esta ocasión, si llega a producirse, es esa: ¿a quién culpará la ciudadanía de la repetición de los comicios y de no haberlos evitado? Y de cualquier manera, si llegamos a ese punto será un fracaso y ya sabemos que no ganará el mejor, sino sólo el menos malo. Y eso es inquietante, cuando estamos hablando de gente que va a tener en sus manos el destino del país.

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