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Desde la tramoya

Salir por peteneras tras el Consejo de Ministros: manual breve y contramanual

Como en una vida anterior he preparado cientos de respuestas para la portavoz del Gobierno cuando debía comparecer tras el Consejo de Ministros de los viernes, presento aquí los recursos líricos más habituales, los diseños prêt-à-porter que más se llevan, los trucos retóricos más habilidosos, para salir por peteneras cuando te preguntan cosas que no quieres responder.

Te piden la opinión del Gobierno sobre el borrado de un ordenador que podría ser fundamental como prueba contra tu partido, o cualquier otro asunto comprometido sobre una causa como la de Bárcenas: “No me corresponde a mi valorar actuaciones en el marco de procedimientos judiciales”. Es decir, seamos respetuosos con la justicia, división de poderes, dejemos actuar a los jueces, etc. etc. Fácil y siempre resultón.

Preguntan por las declaraciones del portavoz adjunto de tu partido en el Congreso medio justificando a unos imbéciles de las juventudes levantando el brazo en pose nazi: “No valoro declaraciones de unos y otros en el ámbito parlamentario”. O inquieren si te parece bien que el presidente del Tribunal Constitucional sea militante de un partido político: una vez más, “estamos en la mesa del Gobierno” y “tenemos que ser muy prudentes”. Es decir, por favor, no moleste usted con cosas de otros poderes. ¿O es que no ha leído usted a Montesquieu?

Alguien te pide que digas con qué líderes internacionales ha hablado el presidente sobre la crisis Siria: aquí aplicas el viejo truco de elevarte a la categoría inútil, a la generalidad más tontorrona. “Muchos contactos con socios aliados, tanto a nivel bilateral como en el seno de reuniones que se han venido celebrando”. ¡Ole qué arte!

Un periodista quiere matizar algo que el presidente dijo previamente (por ejemplo el día antes de irse de vacaciones en un pleno del Congreso sobre el asunto de la financiación ilegal del PP): “El presidente ya dio explicaciones muy cumplidas” y “todo el mundo tuvo la oportunidad de preguntar lo que quiso”. Oportunidad de preguntar no significa que te contesten, pero ese es un detalle menor. “Ya hemos dado las explicaciones necesarias”. Asunto concluido.

Aún algún reportero pesadito e insolidario insiste en preguntar por la relación del extesorero con el presidente del Gobierno, por los billetes de 500 euros, por las donaciones ilegales que constan en los extractos de la contabilidad del partido, por los sobresueldos… Pues tú vuelves a constatar que eso son gilipolleces al lado de lo importante, que es salir de la crisis. Como si los seres humanos de ahí abajo no tuviéramos capacidad de pensar en dos cosas el mismo día. “Mire, a nosotros lo que nos preocupa son las reformas que estamos haciendo para salir de la crisis. En eso estamos”. Y vámonos ya que empieza el Telediario.

Y como he sido beneficiario del éxito de ponerse a cantar por peteneras cuando lo que te piden es otra cosa, también me permito sugerir a los redactores que cubren al Gobierno los viernes, o al menos a los que no están dispuestos a pasar por coristas de la vicepresidenta, que se planten ya. Que acuerden no dejar de levantar la mano uno detrás de otro hasta que la portavoz conteste a lo que se pregunta sin trucos ni disimulos. Que insistan si la señora no contesta lo que se le pide. Que se pongan de espaldas todos a la vez si no lo hace. O que no vayan. Que dejen allí solos a aquellos de sus colegas que están dispuestos a aguantar ese cobarde ejercicio de desprecio por la verdad.

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