¿Es que nadie va a pensar en los niños?

Hay un meme recurrente en Internet que consiste en un breve clip de Los Simpson en el que Helen Lovejoy, la esposa del reverendo, grita con exagerada aflicción: “¿Pero es que nadie va a pensar en los niños?” 

El personaje vocifera esta frase en varias ocasiones a lo largo de la serie, a menudo sin tener mucho sentido con el resto de los diálogos. Esto le da un extra de comicidad a lo que parece un mantra repetido para hacer parodia de esas personas que, sencillamente, fingen preocuparse mucho por algo por el mero hecho de quedar bien, pero sin mayor interés en profundizar en el problema de que se trata. 

Cada vez que veo una de estas escenas pienso automáticamente en la derecha de nuestro país. 

Y pensé también en esta escena cuando, hace solo unos días, apareció la noticia de la detención de un hombre de 29 años por agredir sexualmente a su sobrina de nueve. 

La detención se realizó después de que la niña desvelase a sus profesores que había sufrido estos abusos. Lo hizo a raíz de la celebración de un acto del 25N, Día Internacional contra la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. 

No ha sido el único caso reciente. En los últimos meses (y años) hemos sido testigo de cómo los actos contra la violencia machista y los talleres de educación sexual servían para que niños y, sobre todo, niñas, entendiesen y pudiesen identificar que habían sido víctimas de una agresión. Gracias a esto, esa violencia se pudo no solo denunciar; se pudo parar. Se pudo proteger la integridad de quienes más necesitan que se les proteja. Queda claro un hecho: la importancia de los actos contra la violencia machista y los talleres de educación sexual para la infancia es mayúscula. 

Queda claro un hecho: la importancia de los actos contra la violencia machista y los talleres de educación sexual para la infancia es mayúscula

Por desgracia, estos actos y estos talleres encuentran, muy habitualmente, un fuerte impedimento a la hora de ser celebrados. La derecha de este país, especialmente en su rama más extrema, se niega con rotundidad a que se pueda hablar de estos temas a los más pequeños. “Adoctrinamiento sexual”, lo llamó Vox en la Asamblea de Extremadura este mismo año, de hecho. La guerra contra la educación feminista, inclusiva y/o sexual a las infancias ocupa uno de los principales puntos del ideario del partido verde, que en los últimos años han vetado su celebración en decenas de municipios de nuestro país. A los 10 años, un niño no necesita “hablar de sexualidad, necesita jugar, aprender y crecer en paz”, decía el portavoz de Vox en Reus.

Suena otra vez esta frase en mi cabeza: “¿Pero es que nadie va a pensar en los niños?” Un resumen simplificado de toda la estrategia de la extrema derecha, tanto la internacional como la patria: hacernos creer que son los únicos que se preocupan por las infancias cuando son, de hecho, quienes más las desprotegen. Cuando son los que les niegan la oportunidad de entender el mundo que les rodea, los peligros a los que son vulnerables. Cuando son ellos quienes evitan que puedan identificar y denunciar a agresores sexuales que, por desgracia, suelen estar escondidos en los entornos más íntimos y familiares de las víctimas. Aunque todo esto ya nos quedó bastante claro cuando, en 2022, se convirtieron en el único partido que votó en contra de investigar los casos de abusos sexuales en el seno de la Iglesia. 

Durante este mes de diciembre participaré en unas jornadas sobre diversidad afectivo-sexual en un municipio de la Comunitat Valenciana. Pese a que no serán unas jornadas dirigidas a menores de edad, los representantes de Vox de la localidad han exigido que tanto yo como el resto de ponentes presentemos el llamado Certificado de Delitos de Naturaleza Sexual, para asegurarse de que no somos violadores y pederastas. Repito: para hablar en una mesa redonda que ni siquiera estará dirigida a público infantil. Sencillamente, somos personas LGTBIQ+ y vamos a estar en su municipio. Saben perfectamente que podremos presentar estos certificados sin problema. Pero el mensaje está lanzado. La asociación que crean entre diversidad y pederastia entre quienes los siguen queda ahí. 

Irónico, ¿verdad? Se posicionan en contra de investigar y dar justicia y reparación a cientos de víctimas de agresiones sexuales. Evitan que se enseñe a niños pequeños a identificar si son víctima de agresiones sexuales, condenando a muchos de ellos a seguir sufriéndolas. Y tienen la cara de señalar a otros y gritar muy fuerte que son un peligro para los más pequeños. Sin evidencias, sin pruebas, sin lógica. Con mucho odio, eso siempre. Y con un Partido Popular comprando su discurso, riendo sus gracias. Siendo cómplice de cientos de vidas destruidas entre quienes más ayuda necesitan. 

Yo, desde mi posición, lo que voy a hacer es dar las gracias a tantísimas compañeras que se dejan la piel para sacar adelante estas jornadas, estos actos, estos talleres. A quienes pelean contra viento y marea para sortear los vetos, las censuras, el dichoso PIN parental. A quienes no se rinden, porque saben que salvar a los más pequeños de ser víctimas de algo que puede perseguirte toda tu vida es mucho más importante que la estrategia política de quienes no tienen reparos en entregar la seguridad y la integridad de la infancia a cambio del puñado de votos que sacan del señalamiento ajeno. 

En definitiva, a quienes de verdad piensan en los niños.

Hay un meme recurrente en Internet que consiste en un breve clip de Los Simpson en el que Helen Lovejoy, la esposa del reverendo, grita con exagerada aflicción: “¿Pero es que nadie va a pensar en los niños?” 

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