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Desde la tramoya

Tres nuevas narrativas ante las próximas elecciones

¿Alguien tiene duda aún de que estamos abocados a ir de nuevo al colegio electoral? ¿Alguien realmente ha creído una sola palabra de las que ha pronunciado Podemos en las últimas semanas a propósito de su voluntad de acordar con el PSOE para no tener que volver a votar? ¿Alguien espera aún que el próximo día 2 Pablo Iglesias permita por acción u omisión que Pedro Sánchez sea presidente del Gobierno? ¿Queda por ahí alguien con alguna esperanza de que Pedro y Pablo co-gobiernen nuestro país?

Nunca tuve la menor duda, y así lo expresé aquí, de que Pablo Iglesias tiene como objetivo que Podemos sustituya al PSOE. No hay espacio suficiente para dos grandes partidos de izquierda en España. Sencillamente no lo hay. El que ocupe uno de los dos lo tendrá que desalojar el otro. Por lo demás, siendo cierto que hay diferencias importantes entre los programas y las posiciones de Podemos y los socialistas, lo grave no es eso, sino que de forma pornográfica, Iglesias las ha enfatizado para impedir un acuerdo que no quiere. El otro día, alguien muy señalado del PSOE me decía que "es muy extraña esta estrategia de negociación de Podemos". Claro que es rara, contesté. No se trata de una estrategia de negociación, sino de una pura estrategia electoral para ir comiendo ya la moral y los votos del adversario.

Con Rivera, Pedro Sánchez se entiende mejor. El PSOE y Ciudadanos se entienden mejor. En primer lugar porque sus electorados no compiten entre sí. Eso ayuda mucho a generar confianza mutua. En segundo lugar, porque nada une más que un enemigo común. Y el PSOE y Ciudadanos tienen dos, y bien grandes: el PP y Podemos. Y tercero, porque, en el fondo, el PSOE comparte muchos principios con Podemos, y se siente cómodo compartiendo manifestaciones con su gente....; pero cuando llega la hora de la conversación institucional, prefiere la moderación conservadora de Ciudadanos.

Aún se oye por ahí ese vaticinio muy extendido que dice que "si hubiera elecciones no cambiaría nada". Yo creo que no hay razón para afirmar tal cosa. Lo que haga la gente dependerá de lo que esté viendo cada cual estos días y de lo que veamos hasta la jornada electoral. Y a mi me parece que se abren ahora nuevas narrativas sumamente interesantes. Tres en concreto:

El PSOE se vuelca con Compromís e IU para presionar a Podemos

Primera: el PP está podrido y Rajoy no puede seguir. Ha querido el azar que por los tribunales sigamos teniendo cada día nueva información sobre casos de corrupción. Ya da igual a quién afecte o lo veraz que finalmente sea. Se ha instalado, más aún que hace dos meses, la idea de que Rajoy no puede ya ser candidato a la Presidencia. Sin embargo, como es muy probable que ni el PP ni Rajoy cambien su conocida resistencia corchera al hundimiento, el presidente seguirá ahí esperando su momento. Cuántos de sus electores de diciembre le abandonarán por su porfía, es un misterio. Pero seguro que hay unos cuantos cientos de miles.

Segunda: la única alternativa real a Rajoy es Pedro Sánchez. De pronto, en estas seis semanas que han pasado desde Reyes, a Sánchez se le ve distinto. Se le ve gobernante. Ahora vienen mis lectores críticos y me dicen que si yo estoy al servicio del PSOE, que soy su esbirro, etc., etc. Pues vale. A mi me parece indiscutible que el Sánchez de hoy es distinto que el de 2015, sencillamente porque su rol ahora es el de un candidato real a presidente, al que el rey ha pedido que forme Gobierno. Esa idea que el PSOE trató de trasladar durante su campaña electoral –"Rajoy o Pedro"– , ahora es mucho más nítida y convincente.

Y tercera nueva narrativa: hay dos que podrían ponerse de acuerdo, y son bastante presentables. Los que bloquean son los otros dos. La opinión pública está viendo que Ciudadanos y el PSOE pueden acordar cosas, que hablan sin aspavientos, que pueden negociar. Eso no se ve con Podemos, que está ofreciendo un show muy atractivo pero muy inverosímil. Ni en el PP, que está chamuscándose en la hoguera de la corrupción. Yo no sé cómo se visualizará esa sintonía, pero lo cierto es que ante la irremediable pasividad del PP y la insolencia de Podemos, Albert y Pedro parecen dos interesantes políticos dispuestos a entenderse. Mucha gente, sospecho, se lo agradecería en unas nuevas elecciones, que yo creo que ya son inevitables.

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