Los niños raros Joaquín Jesús Sánchez
La “agradable sorpresa" de Feijóo
"Esperemos que hoy Feijóo nos dé una agradable sorpresa, le dé hasta en el carné de identidad a Pedro Sánchez y el PP parezca que es más duro que Vox. Porque mientras parezca que es más blando que Vox, no va a ganar votos”. Pasaban unos minutos de las ocho de la mañana y Federico Jiménez Losantos le puso deberes al presidente del PP a grito pelado desde su programa de radio tras una buena ración de insultos a varias ministras del Gobierno.
Dicho y hecho. Si uno cierra los ojos y se traslada al pasado, si piensa, por un momento, en los peores momentos de la historia de España, en los más trágicos y violentos, difícilmente vería fuera de contexto las expresiones que este martes se escucharon en el Senado.
"Para estar unos meses más en la Moncloa está arrastrando a toda la nación. Y no hay institución, organismo o política de Estado que no se haya impregnado en un barniz de indignidad. Está generando usted un clima irrespirable en España". "¡Usted no tiene límites!". Este país tiene que "empezar a pasar página de la pesadilla más grande que ha vivido España gracias a su Gobierno y a usted".
Efectivamente. Pareció “más duro que Vox”. El país, arrastrado. Todas las instituciones (todas, no se salva ni una sola, ¡y dicen que la izquierda no es eficaz!), en la indignidad. Un clima irrespirable para el líder del PP (¿de qué es capaz alguien que se siente al borde de la asfixia?). Un Gobierno en llamas (¡menos mal que tenemos bombero!) y la peor pesadilla jamás vivida en España (y eso que el listón está alto). A su lado, el Santiago Abascal que dijo, con tono sereno y pausado, que “el Gobierno de Pedro Sánchez es el peor en 80 años de historia”, parecería por un instante un socialdemócrata sueco.
De la frase de Abascal han pasado dos años. Y seguimos ahí, sólo que peor, porque llueve sobre mojado. Feijóo llegó a la presidencia del PP (tras asesinar a Pablo Casado) con una coronación casi filmada por los creadores de The Crown, en olor de multitudes, permitiéndose presumir de tener un amigo sindicalista, reivindicando el centro y el “bilingüismo cordial”. Sin que nadie dudara por un segundo, tras ser entronizado como gran esperanza del partido, que tendría margen de sobra para acabar con el bloqueo del CGPJ que después ha mantenido, desnudando la intención de controlar la orientación de la Justicia.
Todo se ha esfumado, incluidos algunos puntos en las encuestas y buena parte de la transferencia de voto del PSOE al PP, según ya indican algunas encuestas y los buenos conocedores de sus tripas.
Caben dos opciones. La primera es que, efectivamente, estemos presenciando el “golpe de Estado permanente” que no se cansa de denunciar la derecha más dura, siempre desde sus intactas posiciones de poder. Que la Cataluña cuyas calles ardieron hace muy poco esté al borde de convertirse en un Estado independiente o de ser escenario del estallido de una guerra civil. Que España se rompa, se acabe, no aguante más. Por eso, en la semana de los Presupuestos, el principal partido de la oposición deba relegar por sentido de Estado algo tan poco importante como la economía de los españoles para recurrir a los clásicos: Cataluña, terrorismo y la ilegitimidad de la izquierda para gobernar.
La segunda posibilidad es que todo sea cartón piedra y nadie se tome en serio a Feijóo. Es más, ni él mismo, en primer lugar. Y que todo se trate de una pantomima ensayada, dentro de eso que algunos llaman “relato”, que imperdonablemente justifica como un recurso retórico las mayores barbaridades si están al servicio de una táctica electoral, despojando a las palabras de su verdadero significado. De esa manera, ‘tocaba’ decir que España vive “la pesadilla más grande que ha vivido nunca”. No es nada personal. No se lo tomen tan a pecho. Hay que entenderlo.
El verdadero problema de Feijóo es el mismo que tuvo Casado: la dificultad para liderar, una palabra que, según dijo Felipe González en su día, significa “hacerse cargo del estado de ánimo de la gente”. Su verdadero problema es la incapacidad para poner sobre la mesa un proyecto creíble y autónomo frente a poderes mediáticos, empresariales y rivales internos. Que conecte con una amplia mayoría social que no se traga el Apocalipsis que dibuja
Ni aun lanzándose a la yugular de Sánchez conseguirá satisfacer a aquellos que ahora le exigen que lo despelleje. Nunca nada será suficiente para ellos, porque evidentemente quiere mandar, pero el poder se ejerce desde despachos que no están en Génova 13, y porque Isabel Díaz Ayuso sirve mejor (“sin complejos”) a sus objetivos.
Dos frases, dos excusatio non petita que Feijóo llevaba escritas y leyó letra por letra, son la prueba del algodón de que está en tierra de nadie.
Atenazado por la portada de El Mundo, que describía a un PP en pleno animando a Feijóo a ser “implacable”, se vio forzado a reconocer que le había hecho mella con una alusión directa. "A mí no me interesa ser implacable. Lo que me interesa es ofrecer una alternativa imbatible”, dijo Feijóo para reivindicarse. Sin embargo, no presentó ni una sola propuesta alternativa (todo fue impugnación) y no escatimó en duros ataques. ¿En qué quedamos?
Feijóo ha dilapidado en poco tiempo la imagen que en Madrid existía sobre él como un líder templado, astuto y poderoso. Está ya justo donde quieren los estrategas de Ayuso: en un juego en el que nunca la batirá
La segunda fue un lamento. "Ojalá pudiéramos hacer una moción de censura", dijo, confiando en arrasar en las elecciones municipales y autonómicas. Se veía así arrastrado a responder a los que se la reclaman (Vox y hasta Inés Arrimadas, pasando por algunas tribunas mediáticas) junto a una nueva foto de Colón que muestre a una derecha masiva y unida. La moción de censura es un instrumento al alcance de su mano (por cierto, le permitiría hablar sin límite de tiempo en el Congreso). No la presenta porque no quiere y, al decidirlo así, queda retratada la vacuidad de los graves hechos que denuncia. Si cada día hace apelaciones a barones y diputados socialistas para que se rebelen, ¡qué menos que hacer algo en el Congreso! ¡Todo es poco para salvar a España!
Feijóo ha dilapidado en poco tiempo la imagen que en Madrid existía sobre él como un líder templado, astuto y poderoso. Está ya justo donde quieren los estrategas de Ayuso: en un juego en el que nunca batirá a la presidenta madrileña. También donde lo sueñan algunos fontaneros de la izquierda: abonado a la hipérbole para intentar que se le escuche, recurriendo a una supuesta situación límite en Cataluña que sólo él ve y compitiendo en retórica con Vox. Nada de ello multiplicará sus votos ni, sobre todo, sus alianzas parlamentarias.
De nuevo, Federico Jiménez Losantos horas antes del debate en el Senado. Eso sí, hay que interpretar justo lo contrario de lo que él quiere decir para que, curiosamente, cobre todo el sentido. "El gran problema es que está mirando a Vox. Ha caído en el síndrome de Casado. Tú no puedes hacer oposición mirando a Vox. Tienes que estar por delante de Vox. No dejar que Vox esté por delante de ti porque tú eres de centro”.
Lo más...
Lo más...
Leído-
El Gobierno se muestra tranquilo aunque indignado ante las acusaciones de Aldama
Pablo Mortera Franco -
Feijóo reconoce que Mazón se equivocó y vincula su continuidad a la decisión de Génova
Marta Monforte Jaén -
Sánchez cree que el acoso al Gobierno "se volverá en contra de los acosadores"
Antonio Ruiz Valdivia - 4
-
Mercosur y la UE cierran un histórico acuerdo de libre comercio tras 25 años de negociaciones
infoLibre