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'Suisse Secrets': “¡Soy un chorizo, no idiota!”

Tener una cuenta en un banco de Suiza no es ningún delito pero, seamos sinceros, el bello país alpino no es que quede muy a mano. Uno no se planta en Zurich o Ginebra porque le hayan cerrado la sucursal en el pueblo y se haya quedado sin cajero en el que sacar un dinerillo para el café o ese sitio donde (ejem) nunca aceptan el pago con tarjeta. El entorno de Juan Carlos de Borbón, la familia de Jordi Pujol, Emilio Botín o Luis Bárcenas, titulares ya conocidos de cuentas en Suiza, tuvieron en su momento otros motivos menos confesables. 

La conocida como exclusión financiera, todo un golpe de dignidad en la mesa al que hemos asistido en las últimas semanas en España gracias a nuestros mayores (existen y, ¡sorpresa!, reclaman sus derechos), no va con los muchísimos delincuentes que durante décadas han escondido en Suiza dinero robado, manchado por el crimen o con el propósito de no pagar impuestos

La existencia de este tipo de bandidos es un problema, pero que operen a plena luz del día en instituciones de gran reputación, amparadas por leyes que castigan precisamente a los que se atreven a denunciar, es un absoluto escándalo. 

“¡Soy un chorizo, no idiota!”, nos han gritado durante demasiado tiempo. Mientras, en nuestro debate público reinaban y reinan asuntos en teoría más cercanos. Noticias que, siendo en algunos casos de indudable importancia, se tratan como los (malos) programas del corazón para excitar las más bajas pasiones (“¡nunca imaginé!”, “¡la dirección actúa de un modo cruel!”, “¡no me merezco esto!”). Como si la política estuviese condenada a ser un producto impúdico y estéril. Pero eso no es verdad. El periodismo y la política pueden y deben hacerlo mejor. 

La injusticia fiscal (mandamos desde aquí un sentido saludo al artículo 31 de la Constitución, deseando su pronto restablecimiento) y la evasión de impuestos priva a los ciudadanos de lo que se ha dado en llamar “la riqueza escondida de las naciones”. Una de las grandes revoluciones pendientes en España es la fiscal y, en la Unión Europea, la de la armonización, la lucha contra la evasión y la inclusión de esos principios como condición en las relaciones con terceros países. O avanzamos decididamente en esa dirección o seguiremos poniendo parches en la contraria, al albur de las jurisdicciones pirata y privando a las políticas públicas de la riqueza que las haría funcionar mejor

Muchos periodistas se la juegan en esta investigación que deja al descubierto los secretos del sistema bancario suizo

infoLibre es el único medio de comunicación en España que participa en Suisse Secrets, una amplísima investigación en la que han trabajado 48 medios de comunicación y 163 periodistas de todo el mundo, entre ellos Manuel Rico, nuestro compañero y director de Investigación. 

El reto era inmenso, pero la compañía, inmejorable. Durante meses, en el más absoluto secreto, se han descifrado los datos de 18.000 cuentas del gigante bancario Credit Suisse en las que figuran presuntos funcionarios corruptos, criminales y violadores de los derechos humanos, algunos con varias condenas a sus espaldas. Entre sus 30.000 titulares llegaron a tener 100.000 millones de dólares (88.000 millones de euros) en la entidad. Y algunos guardaron cómodamente su dinero a pesar de que se supone que los bancos tienen la obligación de no aceptarlo si saben que se obtuvo de forma ilegal. 

La información fue filtrada al periódico alemán Süddeutsche Zeitung y trabajada junto al resto de cabeceras, entre las que se cuentan, además de infoLibre, The Guardian, Le Monde o The New York Times, con la coordinación de Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP), una organización internacional contra el crimen organizado y la corrupción. Es la única filtración periodística conocida de datos de clientes de un gran banco suizo.

En la investigación se incluye, por supuesto, la versión del filtrador y una detallada explicación de su génesis, y las preguntas sin responder del banco, que se limitó a ofrecer una respuesta genérica y, eso sí, a contratar a un buen número de despachos de abogados de los caros para tratar de impedir que publicásemos nada.

Desde ahora y en los próximos días, podrás aprender mucho sobre cómo funciona el sistema bancario suizo, cómo la opacidad ha sido y sigue siendo un modelo de negocio, cómo las leyes del idílico país están hechas más para proteger a esa industria que a los que denuncian sus oscuros secretos. Y algunos nombres propios. Entre los primeros, los de Luis Alfonso de Borbón, bisnieto de Franco y presidente de honor de su Fundación. También los más de 20 venezolanos, vinculados a esquemas de corrupción de PDVSA, la empresa estatal de petróleo, que llegaron a tener 273 millones en cuentas de Credit Suisse. 

Para infoLibre es un orgullo ser elegido como socio de referencia en España para una investigación así, junto a grandes periódicos de todo el mundo (muchos, con infinitamente más recursos que nosotros) que son habitualmente reconocidos como medios de referencia y prestigio. Eso es algo que sólo podemos hacer gracias a los ciudadanos comprometidos con la información que deciden que es esencial investigar asuntos complejos, que requieren mucho tiempo y que, quizá (permíteme la ironía) tengan algo más de sustancia que la última acusación de traición política vociferada con impostura. 

Por eso, no nos cansamos de insistir en que la información que recibes depende de ti, de tu compromiso al hacerte socia o socio (o ampliar tu cuota, o regalar una suscripción) para apoyar a aquellos periódicos que te ofrecen algo diferente y valioso en medio de tanto fango: periodismo fiable en su elaboración y limpio en sus objetivos. 

Los periodistas y medios que han trabajado esta investigación se juegan mucho, desde el Süddeutsche Zeitung hasta infoLibre (recuerda que ya estamos inmersos en un proceso penal por destapar lo que algunos consideraban su secreto particular). Otros, como el grupo mediático suizo Tamedia, ni siquiera pudieron participar. La ley bancaria suiza prevé en su artículo 47 el procesamiento de periodistas por poseer datos bancarios privados, aunque ni siquiera lleguen a publicarlos, lo cual da una idea de cómo se protege la labor de la prensa en ese país cuando puede entrar en conflicto con los intereses de la gallina de los huevos de oro.

También se la juega el filtrador, que lo tiene claro: “Las leyes del secreto bancario suizo son inmorales”. Porque ahí, en la política, reside el problema. “La responsabilidad de esta situación no recae sobre los bancos suizos, que están siendo buenos capitalistas al maximizar los beneficios dentro del marco legal en el que operan”, denuncia en un escrito que puedes leer aquí. “Aunque soy consciente de que las leyes sobre el secreto bancario son en parte responsables del éxito económico de Suiza, tengo la firme opinión de que un país tan rico puede permitirse tener una conciencia”, explica.

En palabras de Hervé Falciani, al que se atribuye haber dejado al descubierto a 130.000 evasores fiscales con cuentas en una división suiza de HSBC, “el sistema es el problema”. Pero el sistema puede reformarse, a través del buen periodismo y la buena política, de modo que todos aquellos que se merecen una auténtica exclusión financiera pasen a ser señalados como los verdaderos antisistema.

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