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Desde la tramoya

El verdadero protagonista político de 2014 aún no sabemos quién es

Dirigentes del partido durante la segunda jornada de la Conferencia Política del PSOE.

El mundo todo él se mueve al ritmo de acontecimientos imprevistos y sorpresas inesperadas, por lo que hacer vaticinios suele resultar tan inútil –aunque también tan entretenido– como terminar un crucigrama. Pero como estos días requieren imaginar cómo estaremos dentro de un año, y el vaticinio que yo voy a hacer aquí resulta de todo menos temerario, vamos con ello: el verdadero protagonista o la verdadera protagonista del escenario político español de 2014 aún no sabemos quién es.

Efectivamente, sabemos quién será el presidente del Gobierno con toda probabilidad, y que lo más seguro es que él mismo sea el candidato a la reelección por el Partido Popular. Y sabemos que de las elecciones al Parlamento Europeo saldrán reforzados Rosa Díez y Cayo Lara, pero aún hoy no sabemos quién competirá con Rajoy como candidato del PSOE.

Como siempre hay una excusa para retrasar una experiencia, la de las primarias, que a los socialistas les resulta aún extraña, sospechosa y arriesgada, el Comité Federal del 18 de enero muy probablemente fijará como fecha octubre o noviembre de 2014. Por tanto, pasaremos el año casi completo observando a la actual dirección del PSOE vagando por el infierno de la indiferencia pública. O lo que es incluso peor: la indiferencia del partido gobernante.

Sin embargo, aunque llegue en el otoño, la promesa del PSOE resultará muy estimulante. Después de haber pasado por el ensayo inicial en la Comunidad Valenciana, el juego que se propone es más que interesante: elecciones primarias abiertas y libres. Es decir, que cualquier español, con alguna pequeña condición aún por definir, pueda votar a quien quiera que se haya presentado –también tras pasar algún tipo de filtro menor– como candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno. No hay que mirar a Estados Unidos o a América Latina (allí, por cierto, hay elecciones primarias abiertas cada dos por tres), para observar el efecto vigorizante de esos ejercicios democráticos. También en Francia fue un éxito la propuesta, que llevó luego a Hollande al Elíseo. Y en Italia el Partido Democrático acaba de pasar por un proceso parecido para elegir al carismático Matteo Renzi, que ya es el preferido como primer ministro futuro.

Es normal que los cuadros se muestren reticentes a esas primarias, porque lo que ellos digan, en circunstancias tan abiertas, pasa a importar mucho menos. En un Congreso o una Convención marcan la línea los jefes locales, instruidos a su vez por los jefes regionales, y elige un millar de personas. En unas primarias elige la militancia, que ya es mucho decir, pero si además el proceso se abre al resto de la población, entonces el resultado se desvincula casi por completo de lo que digan este o aquel "barón". En Francia y en Italia votaron 2.800.000 personas, aproximadamente un 6 por ciento del censo electoral de cada uno de los países. Habrá que esperar, si se hace un cálculo más o menos proporcional, que en España voten en torno a dos millones. En la historia de España no ha habido ningún proceso intrapartidario que haya tenido un potencial de atención tan importante como el que podrían tener esas primarias que se prometen.

Ganar las elecciones de 2015 ya será otra cuestión, por supuesto. Pero si tenemos en cuenta que Rajoy sigue siendo el líder europeo peor valorado, y que su gobierno está empeñado en mostrar su cara más reaccionaria, arrogante y antipática, a lo mejor tienen razón quienes creen que el PSOE podría recuperar pronto el Gobierno, incluso aunque el PP pudiera vender como propia la recuperación económica. Yo no me encuentro por el momento entre esos optimistas, y creo que cuando la economía mejore, vamos a olvidar incluso a Bárcenas, pero desde luego no seré de los cenizos que impidan que dos millones de personas elijan a quien desde el PSOE pueda sacar de la Moncloa a un presidente tan poco inspirador.

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