Junts sólo tiene que perder, el PSOE sólo tiene que esperar

Qué difícil es gobernar y qué fácil hacer oposición. Tan difícil gobernar que tras meses diciendo que la amnistía era inconstitucional tienes que acabar tragando con ella y tan fácil hacer oposición que solamente tienes que repetir que realmente tú ganaste las elecciones y no gobiernas porque no quieres. La agónica negociación de los reales decretos de hace unas semanas apuntó lo que la fracasada votación sobre la ley de amnistía ha confirmado. Esta legislatura no va a ser sencilla.

Pero antes de hundirnos en la miseria de la premonición, una advertencia: ya se dijo exactamente lo mismo de la anterior legislatura. Cuando el primer gobierno de coalición echó a andar, sus enemigos lo catalogaron de Gobierno Frankenstein puesto que su estabilidad estaba en manos de una multitud de grupos parlamentarios muy diversos y que, sin embargo, acabaron por permitir la aprobación de tres presupuestos generales, una reforma laboral y más de 200 iniciativas legislativas distintas. El Frankenstein aguantó a pesar de los malos augurios. ¿Tendrá la misma capacidad de resiliencia este nuevo gobierno? Personalmente lo dudo, pero también en estos últimos años la realidad nos ha enseñado a ser sensatamente prudentes respecto a los azares del discurrir de la política española y, sobre todo, a no dar por muerto nunca a Sánchez.

La única certeza es que Junts ha votado en contra de la ley de amnistía que ellos mismos habían exigido. A partir de ahí empieza la especulación. Y soy de la firme opinión de que, en este escenario, Junts sólo tiene que perder mientras que el PSOE sólo tiene que esperar. Me explico. Los de Puigdemont vendieron una amnistía para el pueblo, para directores de instituto, alcaldes de pequeños municipios y militantes sacrificados por la causa. Ahora tienen que explicar que cuando más cerca estaban de conseguir el perdón para todos ellos reculan porque temen los titulares que emanan de los jueces cuya principal obsesión era conseguir lo que han conseguido, es decir, sembrar el caos y torpedear la aprobación de la amnistía. ERC ya ha sacado toda la maquinaria a trabajar y Junts se va a dejar unas cuantas plumas en la difícil defensa de su posición. Mientras tanto el PSOE solamente tiene que esperar. Han sido generosos, han cedido y reculado mucho desde sus posiciones iniciales. Tanto que la hemeroteca es su principal enemigo. Pero hacer política es ceder y negociar, asumir posiciones difíciles. Pero también saber dónde parar. Y en este caso el PSOE sabe que debe parar si no quiere que la amnistía fracase, no porque Junts le vote a favor, sino porque el Tribunal Constitucional acabe tumbándola.

En estos últimos años la realidad nos ha enseñado a ser sensatamente prudentes respecto a los azares del discurrir de la política española y, sobre todo, a no dar por muerto nunca a Sánchez

Mientras tanto, la oposición está confundida. Todavía no han asumido que el 23 de julio se quedaron de nuevo fuera de la Moncloa y continúan patidifusos mientras organizan sin descanso manifestaciones en las calles reclamando que deberían gobernar ellos (con el pequeño inconveniente de que los españoles no les han votado lo suficiente para ello). Mientras tanto, en Vox se despellejan entre ellos y en el PP Ayuso todavía espera para volver a despellejar al presidente del partido. Y la oposición sale a las calles y pasa su tiempo haciendo sudaderas y tazas con el eslogan de “me gusta la fruta”. ¿Quién hace oposición entonces? Unos jueces que han aplicado la máxima del expresidente Aznar “quien pueda hacer que haga”, y están haciendo todo lo posible desde su tan poco inocente pulcritud de prestigiosos juristas para torpedear a un gobierno que odian con toda su alma. Y lo más inesperado de toda esta estrategia es que Junts, que tampoco han sido nunca los más avispados de la clase, le compren la provocación a los jueces aznaristas y acaben tumbando una ley que necesitan más que nadie.

La legislatura puede aguantar, sea con o sin amnistía, sea con o sin presupuestos. Sánchez ya gobernó en 2019 y 2020 con presupuestos prorrogados. Rajoy lo hizo en 2012, 2017 y 2018. Y si hablamos de Ayuso, que ahora pide la dimisión de Sánchez por haber perdido una votación en el Congreso, estuvo con los presupuestos prorrogados y sin aprobar ni uno solo en 2021, 2022 y 2023. Es evidente que Junts no es un socio fiable, pero también hemos aprendido suficientes cosas estos últimos años como para pensar que por eso esta legislatura ha acabado ya.

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