El derecho a ser mujeres libres

Lídia Guinart Moreno

Los derechos sexuales y reproductivos constituyen una prioridad para todos los gobiernos que el partido socialista ha liderado, y el actual no es una excepción. Esta premisa es tan cierta como el hecho de que la decisión sobre nuestra propia maternidad, que no se nos puede ni debe hurtar a las mujeres, siempre ha sido objeto de controversia. Lo fue la ley de plazos de 2010 impulsada por la ministra Bibiana Aído y por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, la ley de plazos que garantizó por primera vez el derecho de las mujeres a interrumpir su embarazo sin reducir esa posibilidad a unos supuestos muy tasados. Y lo está siendo la reforma de esa ley que, una vez más con el liderazgo de un presidente socialista, amplía derechos de las mujeres.

El pasado jueves se debatieron en el Congreso tres enmiendas a la totalidad presentadas tanto por PP y Vox como por Ciudadanos. La derecha siempre se sulfura ante la posibilidad de que las mujeres puedan decidir sobre su maternidad y que lo puedan hacer con garantías sanitarias y total seguridad. En 2014, el intento de Ruiz-Gallardón de cercenar ese derecho terminó, tras sonadas manifestaciones del movimiento feminista, con la dimisión del entonces ministro de Rajoy y cosechó voces discordantes con el intento de modificación legal dentro incluso del propio Partido Popular. Ahora asistimos a un nuevo espectáculo al que se suma la derecha neoliberal, Ciudadanos, defendiendo a ultranza el negocio que ve en el alquiler de vientres, algo que esta reforma normativa tilda de violencia contra las mujeres, con la prohibición de publicidad de las agencias de intermediación.

La derecha siempre se sulfura ante la posibilidad de que las mujeres puedan decidir sobre su maternidad y que lo puedan hacer con garantías sanitarias y total seguridad

La reforma de la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, consolida a la vez que profundiza en la garantía de los derechos sexuales y reproductivos. Devuelve a las jóvenes de 16 y 17 años y a las mujeres con discapacidad la posibilidad de decidir, sin necesidad de pedir permiso a sus tutores legales, sobre su maternidad. Este fue el único aspecto que persistió tras la intentona del PP de derogar esa ley. La reforma también elimina el período de reflexión de tres días, así como la obligatoriedad de entregar información a las mujeres, quieran ellas o no. Estos aspectos vigentes hasta la fecha en la legislación española redundan en el tratamiento infantilizante hacia las mujeres que el patriarcado ha impuesto a lo largo de los siglos como seña de dominación y supremacía del sexo masculino. Las mujeres no necesitamos tutelas, somos dueñas de nuestro cuerpo para decidir si queremos o no ser madres a los 16 o 17, a los 25 o a los 38. 

Las mujeres no solo somos capaces de gobernar nuestras vidas, sino que tenemos todo el derecho a poder hacerlo. Derecho a no ser nunca madres o a serlo cuando lo consideremos oportuno. Derecho a acceder a un centro donde podamos interrumpir el embarazo no deseado, dentro de los plazos establecidos legalmente, y a que no se nos increpe, a que no se nos hostigue, insulte o amenace en las proximidades de las clínicas. Afortunadamente este último extremo lo garantiza una ley impulsada por el grupo parlamentario socialista, previa incluso a la reforma que ahora inicia su trámite en el Congreso.

Tan importante como la garantía del ejercicio del derecho al aborto es la prevención de embarazos no deseados, de enfermedades de transmisión sexual y el acceso a la anticoncepción, aspectos todos ellos que tienen cabida en esta ampliación de la norma. Para ejercer de manera correcta la prevención es imprescindible la correcta educación sexual, que tiene que ser impartida en todos los niveles educativos. Solo así conseguiremos que la ciudadanía del futuro entable relaciones sexuales y afectivas sanas y respetuosas, con el libre consentimiento como premisa imprescindible.

Margaret Sanger fue una enfermera que luchó, en la primera mitad del pasado siglo, por otorgar a las mujeres el poder de decidir si querían ser madres y cuándo serlo. Difundió en Estados Unidos la información sobre los entonces todavía precarios métodos anticonceptivos y su activismo le llevó a la cárcel. A ella se le atribuye una frase que todavía está en plena vigencia en esta tercera década del siglo XXI: “Una mujer que no tenga control sobre su cuerpo, no puede ser una mujer libre.” Y eso es justo lo que queremos garantizar, la libertad de las mujeres.

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Lídia Guinart Moreno es diputada por Barcelona, portavoz del Grupo Socialista en la Comisión de Seguimiento y Evaluación contra la Violencia de Género del Congreso y secretaria de Políticas Feministas de la Federación del Barcelonès Nord del PSC.

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