Hace algo más de un año valoraba la amplia mayoría parlamentaria cosechada por Emmanuel Macron, titulaba así: Francia compró un oxímoron socioliberal. Sostenía entonces que aquella amplia mayoría para una hoja de ruta socioliberal “constituye lo que se denomina un oxímoron, una figura retórica de pensamiento en la que se complementa una palabra (en este caso la referencia al bienestar y al desarrollo social) con otra (liberalismo) que a día de hoy tienen significados necesariamente contradictorios u opuestos; comprobaremos que no solo es un oxímoron interno sino también externo”.
Mi comprobación interna ha quedado ampliamente refrendada con las masivas movilizaciones de los llamados chalecos amarillos como razonaré a continuación, mientras que la comprobación externa (sobre la necesaria, pero muy improbable, colaboración de Alemania en un cambio de rumbo dentro de la UE y la eurozona) es hoy obvia para cualquier seguidor atento, ya que dicho cambio de rumbo ni está ni se le espera.
Las veinticinco demandas de los chalecos amarillos constituyen toda una enmienda a la hoja de ruta socioliberal de Macron. Una hoja de ruta que pretendía cumplir con los dictados alemanes –de déficit público y reducción de la deuda– aligerando la presión fiscal directa sobre los más ricos (que supuestamente así invertirían y consumirían más, favoreciendo el crecimiento), conteniendo el gasto social, e ingresando más de la mayoría de ciudadanos (con el verde camuflaje de la fiscalidad sobre carburantes).
Será en este último punto donde salte la espita de la contestación social, pues los costes de la movilidad de muchos ciudadanos, erosionaban los ya ajustados presupuestos de una devaluación laboral de largo recorrido, supuestamente inevitable para recuperar competitividad internacional.
Los chalecos amarillos, además de la ya conseguida paralización de los recargos fiscales a los carburantes, reclaman otra hoja de ruta económica. Enumero algunos ejemplos. Impuestos más progresivos sobre las rentas altas y sobre las grandes empresas para recaudar más. Favorecer el transporte ferroviario para no depender tanto del que hoy se hace por carretera. Reducir la edad de jubilación para favorecer el reparto del empleo existente. O liberar recursos fiscales, de los intereses de la deuda pública que se considere ilegítima, para reforzar programas sociales.
A la vista de la oferta de pacto social realizada el pasado día 10 de diciembre por el presidente de la República las dos hojas de ruta enfrentadas siguen estando muy distantes. Pues sobre los puntos que resumo en el párrafo anterior la hoja de ruta socioliberal de Macron sigue guardando un silencio absoluto. Cuando no son propuestas contraproducentes, como el dejar sin cotización las horas extraordinarias: malo para repartir empleo y malo para financiar pensiones.
Ver másEl año del cangrejo
Llegamos así a una situación paradójica: las propuestas socioliberales de Macron para superar esta crisis (ligera subida del salario mínimo, congelación temporal de la subida de impuestos a los carburantes…) y así suavizar el deterioro de las clases medias, contarán con un respaldo mayoritario en la Asamblea, pero, al mismo tiempo, no es extraño que sean percibidas como radicalmente insuficientes por una sociedad francesa movilizada para frenar su empobrecimiento.
Desde España la encrucijada francesa debiéramos tomarla como un aviso a navegantes. Pues si bien el viejo bipartidismo está perdiendo amplios apoyos electorales (como ya sucedió en la Francia de Macron) para gestionar los graves problemas sociales del país, mientras lo haga en favor de opciones denominadas liberales (sección socio o ultra), todas ellas sumisas al ordoliberalismo alemán y al IBEX35, estaremos en riesgo de padecer un oxímoron Macron a la española. ________________
Hace algo más de un año valoraba la amplia mayoría parlamentaria cosechada por Emmanuel Macron, titulaba así: Francia compró un oxímoron socioliberal. Sostenía entonces que aquella amplia mayoría para una hoja de ruta socioliberal “constituye lo que se denomina un oxímoron, una figura retórica de pensamiento en la que se complementa una palabra (en este caso la referencia al bienestar y al desarrollo social) con otra (liberalismo) que a día de hoy tienen significados necesariamente contradictorios u opuestos; comprobaremos que no solo es un oxímoron interno sino también externo”.