CASA REAL

Felipe VI cierra el año entre la sombra del emérito, los plantes de Vox y una nueva estrategia de comunicación

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El rey Felipe VI se colará este miércoles en millones de hogares españoles. A través de la televisión dirigirá su discurso más importante. Una tradición que arrancó su padre Juan Carlos I para enlazar emocionalmente a la monarquía con la calle durante la noche más especial del año. Un momento de reflexión pero también de marketing para la Zarzuela aprovechando los sentimientos navideños.

Pero la Casa Real llega a esta cita cuidada al detalle, con un discurso revisado por el Gobierno, en una situación de plena ruptura interna y con una gran brecha entre Felipe VI y Juan Carlos I, que han tenido un duro choque por la publicación de las memorias del segundo (que salieron a la venta este mes en España) y por el mensaje inédito que con el libro mandó el emérito, que molestó especialmente en Zarzuela.

Felipe VI tiene en su padre en estos momentos de nuevo a su principal amenaza de cara a la imagen pública. El libro de Juan Carlos I ha removido de nuevo a la institución, con confesiones sobre su marcha a Abu Dhabi y, sobre todo, por sus desprecios directos a la reina Letizia. Esto supone un ataque sin precedentes a los actuales reyes (una de las cosas que más valora el monarca actual es su núcleo familiar junto a la periodista y sus hijas tras vivir en una familia desestructurada en la intimidad aunque de posados sonrientes durante décadas). Una metáfora de la situación la ha dejado la propia felicitación navideña de la reina Sofía y el rey emérito con una fotografía de los perros que compartían.

El libro de memorias de Juan Carlos I ha supuesto también romper de lleno la neutralidad política que se le exige a la monarquía. Entre otros aspectos, justifica al dictador Francisco Franco y, además, muestra crítica contra José Luis Rodríguez Zapatero (al que atribuye el error de no levantarse al paso de la bandera de EEUU durante un desfile militar) y contra el actual Gobierno de Pedro Sánchez, especialmente contra la exministra de Justicia Dolores Delgado y una supuesta “caza de brujas”.

La figura del emérito, ante estas polémicas, ha quedado relegada durante todo el año en los actos por la restauración de la monarquía, sin su presencia en las celebraciones organizadas tanto en el Congreso como en el Palacio Real. Juan Carlos I sólo acudió al almuerzo privado organizado por Casa Real en el Palacio del Pardo, que fue residencia de Franco y que se consideró un lugar neutro para el encuentro familiar. Los reyes se niegan a que el emérito pise el Palacio de la Zarzuela, donde sí sigue residiendo la reina Sofía.

El emérito, que ha viajado desde los Emiratos hasta tres veces a España para participar en las regatas de Sanxenxo, sigue sin rendir explicaciones sobre su fortuna no declarada, aunque en sus memorias señala: “Fue un regalo que no supe rechazar, un grave error”.

En España un grupo de juristas e intelectuales intentó reabrir esta causa pero durante el pasado mes de mayo el Tribunal Supremo archivó esta querella, con el argumento de que estos hechos ya fueron investigados y que no ha cambiado nada. Entres los firmantes estaban José Antonio Martín Pallín y Javier Peréz Royo, que intentaron revivir esa investigación y buscar justicia centrándose en los hechos cometidos entre 2014 y 2018, ya fuera del reinado del emérito y, por lo tanto, sin la figura de la inviolabilidad.

Las derechas y el rey

Este año deja también en el Palacio de la Zarzuela una postura que parecía inimaginable: los plantes de Vox. El partido de la ultraderecha se presentaba como una columna de apoyo para la Casa Real, pero, dentro de su estrategia de desestabilización institucional, ha utilizado también a la monarquía. Santiago Abascal no acudió a la recepción del Día Nacional en el Palacio Real ni tampoco hubo representantes de su partido en los actos en el Congreso por la restauración de la monarquía en la actual etapa democrática con la excusa de no estar junto a miembros del Ejecutivo de Pedro Sánchez.

Asimismo, la ultraderecha censuró el discurso pronunciado por Felipe VI en el marco de la reunión anual en Nueva York de la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde el monarca exigió al Gobierno de Israel que parase la “masacre” en Gaza y sus “actos aberrantes que repugnan a la conciencia humana”.

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El rey también vivió un momento inesperado e inaudito con el plante que también le hizo el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante el acto en el Tribunal Supremo con motivo del inicio del curso judicial. La excusa de Génova 13 fue que el presidente del Partido Popular no quería estar junto al entonces fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Este gesto provocó bastante malestar interno dentro de la propia formación. El expresidente gallego llegó también a comprometer al rey revelando una supuesta conversación con él, en la que supuestamente le dijo que lo comprendía.

Detrás de la Casa Real

Este año también ha supuesto la renovación final de las estructuras internas del Palacio de la Zarzuela desde que cogió las riendas Camilo Villarino, como jefe de la Casa. Durante estos meses se ha producido el cambio en la Dirección de Comunicación, que ahora tiene al frente a la periodista Rosa Lerchundi tras la marcha del histórico Jordi Gutiérrez. Asimismo, se ha incorporado Marta Carazo, procedente de TVE, para ser la jefa de la Secretaría de la reina Letizia.

Desde que llegó Villarino se ha intentado actualizar la política de comunicación y dar más protagonismo a la figura de los reyes en un momento de convulsión política. Esto provocó tensiones con el Gobierno, por ejemplo, con la visita tras la dana a Valencia. La Casa Real se ha marcado como prioridad el drama valenciano y han estado muy cerca de las víctimas durante este tiempo. La reina llegó a aplaudir la intervención de una familiar cargando contra los gobernantes en el funeral de Estado en el que las víctimas abuchearon al expresidente valenciano Carlos Mazón.

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